Reseña de
La
bolsa y la vida. La extorsión y la violencia de ETA contra el mundo
empresarial
Josu
Ugarte Gastaminza (coordinador)
La
Esfera de los Libros, 2018
Escrito por Luis Roca Jusmet
Escrito por Luis Roca Jusmet
Este
libro cubre un vacío. Había que hacerlo y lo que se publica aquí
es el resultado de cuatro años de investigación (2012-2016) de un
grupo de expertos vinculados al colectivo Bakeaz (Por la paz) que
asumieron el compromiso. El coordinador del libro, Josu Ugarte
Gastaminza, es precisamente el que fue fundador y director de la
asociación vasca, creada en 1992 y que dejó de existir en 2013. En
ella participaban personas vinculadas a la izquierda y a los
movimientos sociales, comprometidas con una radical defensa de los
derechos humanos y la paz.
Ciertamente
de lo que se trata, como dice el título, es de «La
bolsa y la vida»
y no «La
bolsa o la vida»,
como dice el tópico. Porque no se trata de pagar y salvarse. Se
trata de pagar sabiendo que se colabora en financiar el aparato
militar que dará lugar a más muertes y extorsiones. Se trata de
pagar en un clima de miedo y de acoso en los que la vida pierde
calidad cívica y democrática. Siempre se pierde.
El
libro se inicia con un capítulo de Gaizka Fernández Soldevilla que
trata sobre los inicios de la violencia contra el mundo empresarial
en ETA y cómo se mantiene en sus derivaciones minoritarias (como ETA
político-militar o los Comandos Autónomos Anticapitalistas). Hay
que señalar que el autor es un joven historiador que ha escrito
mucho sobre ETA y el nacionalismo radical vasco (por
ejemplo, los libros Héroes,
heterodoxos y traidores. Historia de Euskadiko Eskerra;
o La voluntad del
gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA),
contribuyendo de una manera especialmente meritoria a establecer un
relato historiográficamente solvente sobre el tema. Le sigue un
capítulo de Francisco Javier Merino Pacheco (miembro del grupo de
expertos de la Escuela de la Paz de Bakeaz). Es una parte
especialmente interesante desde el punto de vista político que se
centra sobre todo en sus luchas «ecologistas» contra la central
nuclear de Lemóniz, la autovía de Leizarán y el Tren de Alta
Velocidad. Luchas que tendrán unas consecuencias devastadoras no
solo a nivel económico y humano, sino también político.
Devastadoras contra la legitimidad del movimiento ecologista y de las
instituciones democráticas.
Florencio
Dominguez Iribarren, director del Centro Memorial de Víctimas del
Terrorismo trata sobre la financiación del terrorismo de ETA militar
durante la democracia. Analiza con precisión los diversos modos de
hacerlo: atracos a bancos, secuestros, extorsión. Se centra también
en la extorsión que se da entre el 2001 y el 2010 y las diferentes
resistencias con las que topa, entre otras cuestiones colindantes
(como el dinero de los presos y los flujos económicos entre ETA y su
entorno). A continuación, Doroteo Santos Diego, un agente de la
Ertzaintza, experto en seguridad que colabora con asociaciones de
víctimas del terrorismo y Bakeaz, pone de manifiesto las luces y las
sombras en la política de seguridad de las diferentes instituciones
del Estado (y su necesaria, y no siempre eficaz, coordinación).
Seguidamente José María Ruiz Soroa nos escribe sobre lo que le
ocurrió (frente a lo que le debía ocurrirle) al empresario
extorsionado cuando se presenta ante la Justicia. Plantea la incómoda
pregunta de si tiene la obligación el Estado, en cuanto que falla
como garante de derechos y libertades, de asumir la solidaridad con
los rescates abonados por el secuestrado y su familia. Por cierto que
el autor es un doctor en Derecho coautor de un libro que me parece
imprescindible: La
secesión de España. Bases para un debate desde el País Vasco.
Pablo Díaz Morlán,
profesor de Historia Económica, entra en los tres últimos capítulos
(el tercero en colaboración con Borja Sanz Montaño) en la cuestión
del coste económico de la actividad terrorista y de la trama de
corrupción que genera su actividad.
Tenemos
finalmente las conclusiones de Josu Ugarte y, como inestimable valor
añadido, un epílogo de Martín Alonso Zarza. Respecto a las
conclusiones es de agradecer la claridad y la síntesis en que se
formula, en dieciséis tesis, todo lo expuesto a lo largo del libro.
Delimita un perfecto hilo conductor que evita que nos dispersemos en
la variedad de capítulos. Señalo la undécima: «Por humanidad y
por decencia cívica y democrática, las vidas y bienes de las
personas extorsionadas por ETA deberían haber sido protegidas
mediante un servicio policial efectivo y eficiente. Demasiadas veces
y durante mucho tiempo los extorsionados estuvieron solos y fueron
victimizados injustamente. Quedaron expuestos a la impunidad del
chantaje terrorista, fueron secuestrados o asesinados y, salvo
honrosas excepciones, ni las instituciones políticas, ni las
organizaciones empresariales, ni la sociedad –con la cuota de
responsabilidad que corresponda a cada una de ellas– respondieron
adecuadamente en tiempo y forma…». Por esta razón, y de manera
muy justa y generosa, el libro está dedicado «A los empresarios,
directivos y profesionales que fueron estigmatizados, amenazados,
perseguidos y, en algunos casos, secuestrados, heridos y asesinados»
y «A aquellas familias que padecieron este infierno».
El
epílogo de Martín Alonso (autor de la trilogía El
catalanismo, del éxito al éxtasis;
y de «No
tenemos sueños baratos».
Una historia cultural de la crisis)
no tiene desperdicio. Como siempre una lúcida interpelación moral,
de la que recojo las palabras finales: «Por el contrario, la luz
sobre la extorsión promete iluminar la tramoya de aquella
hipernormalidad en que ETA era normal –hasta necesaria– y
desenmascarar a los impostores; entre ellos a quienes enfangados en
su propia mistificación no han cesado de reivindicar… la
normalización». Pero también unas palabras anteriores: «Sin
embargo, y es parte de la paranormalidad, sectores muy influyentes de
la sociedad vasca han predicado que no había más solución que el
diálogo […] y han utilizado la dialéctica más dura para
deslegitimar la acción del Estado. La obscenidad de llamar al
diálogo con los sanguinarios del hacha y la serpiente y el intento
revisionista de transmutarlos ahora en artesanos de la paz es una
impostura en las antípodas de las exigencias de verdad y reparación.
Y más llamativo resulta aún que esta idealización se haya
extendido a parte de la izquierda española y europea; lo cual, como
es obvio, ha impedido ver el carácter totalitario (miedo) y mafioso
del espectro articulado en torno a ETA».
Este
libro es un nuevo esfuerzo para potenciar, en palabras de Josu
Ugarte, «una ética de la memoria que contribuya a establecer la
verdad sobre el pasado, a enfrentarnos a las diferentes formas de
negación, tergiversación, manipulación, ocultación o impostura…».
Una ética, en definitiva, de la verdad, que se enfrenta a este
nefasto fenómeno del llamado postmodernismo que denominamos
posverdad. Los hechos se inscriben, efectivamente, dentro de un
relato que los relaciona e interpreta. Esto es innegable, ya que solo
pueden entenderse en un proceso y en un contexto. Ahora bien, los
hechos son los que son. Y frente a ellos hay que tener (y aquí
vuelvo a citar las palabras del coordinador) «una memoria política
al servicio de los valores democráticos, una memoria ética al
servicio de la convivencia y una memoria profiláctica como barrera o
tratamiento intelectual contra la intoxicación del fanatismo».
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