Filósofo. Imparte clases de filosofía en un Instituto de Enseñanza Media. Escribe, y tiene publicados dos libros: Redes y obstáculos Ejercicios espirituales para materialistas, Colabora en diversas publicaciones, participa en ASEC-ASIC y milita en el PSC. 

Nacionalismo e izquierda ¿Aceite y agua?

Lo mejor que tiene el proyecto de la izquierda (a partir de sus tradiciones: socialismo, anarquismo, comunismo), también ambiguo, heterodoxo…, es su sentido de lo colectivo, de lo que es de todos, como la universalidad de los derechos, herencia de la revolución francesa, que aún no se ha superado. La izquierda también tiene que incluir lo singular y propio de cada uno, pero desde la ciudadanía. El nacionalismo, por el contrario, va a lo grupal y al particularismo. El nacionalismo niega lo individual. Lo diluye en la idea de nación, que siempre conlleva algo de etnicismo. Es el nosotros contra ellos…

¿Cómo se explica que la izquierda, tal como pone de manifiesto la historia, deriva, se imbrica o se contamina, en ocasiones, con el nacionalismo?

Spinoza dice que hemos de partir del hecho de que las personas, tanto los gobernantes como los ciudadanos, nos movemos por las pasiones y no por la razón, cosa de gran interés para la teoría política. El triunfo, digamos, de los nacionalismos sobre el internacionalismo, en la I Guerra Mundial ilustra algo de esto, aunque hay quienes relativizan la cuestión haciendo valer que las posiciones eran ambivalentes. Inicialmente, los socialistas de Francia y Alemania, y los sindicatos, dijeron que votarían contra la guerra, que se movilizaron contra los créditos de guerra, pero acabaron haciendo lo contrario. Quizá hubo algún problema de coordinación entre las delegaciones, que no lograron ponerse de acuerdo. Y, sin duda, hubo mucha presión social, por mimetismo y por las pasiones identitarias. 

¿Y el nacionalismo catalán, compañero de viaje de la izquierda o viceversa?

Tanto el PSUC como el PSC vienen en alguna medida de grupos catalanistas. La extrema izquierda en el franquismo trataba siempre de ir un poco más allá del PSUC, también en la cuestión nacional. Maoístas y troskistas, que se nutrieron de escisiones de ETA, rompieron con ella por la izquierda, pero algo de nacionalismo siempre queda. También hay que tener también en cuenta que la identificación del franquismo con el españolismo ha contribuido a caer en el error conceptual muy grave de que si había que escoger entre nacionalismos catalán o vasco (“oprimidos”) y lo español, no se dudaba en hacerlo por los primeros. El PSUC, que era el partido claramente mayoritario, sobre todo a través de CC.OO. hizo un buen trabajo entre los trabajadores para que se entendiera la reivindicación del Estatuto y la cooficialidad del catalán. Pero su dirección, de extracción pequeño burguesa y más vinculada a un sentimiento catalanista, no era lo mismo que su base obrera. Fue claudicando progresivamente a la presión del pujolismo. Lo que está pasando ahora, en contra de lo que dice la izquierda, no es consecuencia del inmovilismo del PP, sino del pujolismo y de la falta de alternativas a él.  

En cualquier caso, parece que, en general, la izquierda de Cataluña y también de España ha considerado, en el mejor de los casos, el nacionalismo como algo menor, subsidiario, cuestión democrática pendiente… Y no el problema, en singular.

Lo que hay detrás de esto es fobia contra la derecha y sobre todo contra el PP. Cosa que hace que todo lo demás sea bueno. Por eso hay sectores de la izquierda que continúan planteando que el principal responsable de lo que pasa en Cataluña es el PP. Confunden lo que es la defensa del Estado de Derecho contra los nacionalismos, que son identitarios, y solo se atienden a su propio relato. No estamos ante un nacionalismo periférico oprimido contra un nacionalismo español, sino de un Estado de Derecho ante unos nacionalismos identitarios, que reivindican una soberanía en base a esta entidad.