La
cuestión a resolver aquí es la siguiente : ¿ Seguirá esto
percibiéndose como “realidad” ? Para un ser humano ¿ No está
“la realidad “ ontológicamente definida por un grado, aunque sea
mínimo, de resistencia ( real es aquello que se resiste, que no es
completamente maleable por los caprichos de la imaginación )?
Slavoj Žižek
Helen
Keller, nacida en EEUU a principios del siglo XX, fue una niña que
con pocos meses de vida se quedó ciega y sorda por una infección
vírica aparentemente inofensiva. El caso es paradigmático por lo
que tiene de extraordinario : considerada prácticamente una
deficiente mental a causa de su grave limitación sensorial, acabó
escribiendo libros e inventando un método de aprendizaje del
lenguaje para los niños sordociegos. En una película de los años
setenta, dirigida por Arthur Penn y titulada El milagro de Annie
Sullivan, se muestra como esta niña de nueve años,
absolutamente primaria en todos los aspectos, realiza con la ayuda
de su maestra un duro aprendizaje para entrar en el orden simbólico
del lenguaje y de la ley. Es el esfuerzo de su maestra para
inscribirla en el lenguaje porque es la única vía de acceso al
mundo humano. que no es otro que el estructurado por el lenguaje, el
universo de la palabra.. Porque de lo que se trata, como su muy bien
entiende su maestra, no es enseñarle la relación entre una cosa y
un signo, ya que esta asociación puede conseguirse con un método
adecuado hasta con algunos primates. Tampoco es cuestión de
adiestrarla, como podemos hacer con un perro, y conseguir así
cambiar su conducta salvaje por unos hábitos socialmente aceptables.
Lo que hay que poner en juego es una mediación que nos permita
establecer un vínculo simbólico ( es decir lingüístico) entre
nosotros y el mundo exterior, que básicamente son los otros. Hay una
pérdida, una alineación en este Gran Otro ( Código del
lenguaje y de la ley a la que nos hemos de someter) que nos separa de
lo inmediato, lo natural. Pero es la única opción porque un
organismo humano, con un sistema nervioso hiperplástico, con
conciencia de yo e hipersensible a los estímulos, está condenado a
la locura sino es capaz de reconstruir otro vínculo, diferente del
natural y que es el de la sociedad. Ésta le permite establecer una
nueva relación a través de esta mediación simbólica y crear un
mundo humano que sustituye al medio animal. Y lo que ganamos con esta
pérdida es una distancia que posibilita la libertad humana, es
decir, la capacidad de decidir.
Helen Keller, antes de aprender el lenguaje simbólico, tiene un
imaginario individual que no participa de un imaginario social porque
no está articulado por lo simbólico. Su imaginario es una red de
imágenes y de afectos que es el sustrato de una mente
desestructurado ( por la falta de este lenguaje simbólico). También
algunos animales tienen un imaginario individual, ya que en su mente
hay imágenes ligadas a emociones, como podemos comprobar con
diferentes ejemplos. Si tomamos la película Perro blanco,
dirigida por el gran Samuel Fuller, comprobamos a través del caso de
un perro adiestrado para agredir a personas negras. Si el animal las
ataca ( y no puede dejar de hacerlo) es porque la imagen perceptiva
de una persona con la piel negra que capta visualmente se encadena en
su cerebro con una imagen mental guardada en la memoria y cargada con
una emoción intensa de rabia, la cual le provoca una conducta
agresiva para la cual no estaba instintivamente preparado. Cuando
para modificar su conducta se condiciona una relación diferente, que
es la asociación de una persona de color negro con su propia
supervivencia, para hacer que éste aparezca como un salvador y no
como un agresor, lo que ocurre es que en su imaginario ésta se le
sobrepone a la imagen anterior pero sin eliminarla totalmente , ya
que puede reaparecer en cualquier momento. Y esto sucede cuando la
percepción de algún detalle conduce directamente a la imagen
primitiva. Podemos aceptar entonces que hay animales que tienen un
vida mental, y por tanto un Imaginario, pero manteniendo una
diferencia radical con el ser humano, ya que éste tiene conciencia
y sobre todo tiene un lenguaje simbólico. Pero no hay que entender
las imágenes como el lenguaje de los símbolos sino a éstos como
los significantes lingüísticos que articulan las imágenes.
Volviendo
a Helen Keller podemos decir que sin lenguaje simbólico vive en un
mundo que no es animal pero que tampoco le falta la estructura que
posibilita el pensar, en el sentido más estricto de la palabra, y
establecer una relación mediatizada con la realidad y construir un
mundo humano. La primera Helen Keller se comunica por gritos, por
golpes y por caricias y su inteligencia es concreta y puramente
operativa pero a partir del momento que aprende lo que es la
mediación simbólica del lenguaje no
sólo es capaz de comunicarse por palabras de una manera precisa y
clara sino también de
pensar y de decidir.
Antes le faltaban los recursos y la seguridad de los animales, ya que
como han señalado numerosos biólogos y psicólogos el hombre es un
animal prematuro, biológicamente deficitario y que nace tan
desamparado que depende durante un larguísimo tiempo del Otro.
El cerebro humano es especialmente plástico y quedan grabadas en él
numerosas huellas de las percepciones pasadas desde las que
constituimos nuestro imaginario, pero éste se va articulando
lingüísticamente desde lo simbólico. Si éste no se construye hay
sólo imaginario desbocado porque al imaginario animal se le
añade la autoconciencia sin capacidad de establecer cauces
lingüísticos para canalizarlos. Seguramente la conciencia no tiene
una función evolutiva, ya que darse cuenta que las cosas nos pasan a
nosotros no nos sirve, en principio, para mejorar nuestras
habilidades frente a la supervivencia en el medio natural. Pero,
paradójicamente, y de manera totalmente contingente, la conciencia
ha sido un azar evolutivo a partir del cual hemos construido este
mundo artificial que es el humano, tan peculiar y peligroso al mismo
tiempo. Un ser vivo no requiere ser consciente para sobrevivir, sólo
necesita las pautas perceptivas y conductuales adecuadas para dar la
respuesta correcta a los estímulos (internos y externos) que recibe
en función de la supervivencia individual y específica.
¿
Para qué necesitamos saber que funcionamos si ya lo hacemos
adecuadamente ? Quizás el hombre es este extraño animal que no
funciona adecuadamente a nivel biológico pero al que al azar le ha
dado una conciencia que le ha permitido generar su propia prótesis.