Luis Roca Jusmet
Es conocida una
irónica afirmación de Chesterson, que decía que cuando dejemos de creeren Dios,
entonces creeremos en cualquier caso. Lejos estaba del optimismo kantiano, que
decía que la humanidad estaba llegando con la ilustración a su mayoría de edad.
La humanidad, decía Kant, se va a liberar de sus tutores y el hombre empezará a
pensar por sí mismo: sapere aude. La historia ha confirmado las irónicas
profecías de Chesterson más que las esperanzas kantianas.
Lo cierto es que
vivimos en una época de confusión en la que más que pensar creemos y repetimos.
El poder pastoral del que nos hablaba Foucault, continúa. Quería referirme aquí a las creencias que
podríamos llamar ontológicas, sobre la naturaleza de lo real. Se cree en todo
tipo de cosas, desde la astrología a cualquier espiritualismo. Definirse como
materialista me sirve para rechazar cualquier creencia en entidades ilusorias y
confusas, fruto de una imaginación sin disciplina ni rigor. Pero huyendo
también del relativismo y del subjetivismo que defenderían que se puede creer
en cualquier cosa.
He estado pensando en
como entiendo esta ontología materialista. Se trata, por supuesto, de una
concepción discutible per que he ido elaborando después de muchas lecturas y
reflexiones. Tiene, por tanto, una mínima consistencia como para exponerla. Voy
a resumir lo que serían las afirmaciones principales.
1)
El mundo es todo lo que ocurre. Nada lo trasciende:
ni un sujeto trascendental (idealismo) ni un Ser superior (espiritualismo).
2)
Lo que ocurre lo es como tiempo porque forma de
un proceso que no tiene ni origen ni final. Solo hay transformaciones.
3)
Lo que ocurre lo es como espacio porque son
relaciones entre entes, que a su vez son estructuras reticulares. Todo lo que
ocurre conforma una gran trama.
4)
Lo que ocurre lo hace de una manera contingente.
No hay una Mente o unas Leyes que ordenen lo que ocurre según unas Leyes o una
Voluntad. Nada es necesario.
5)
La parte del mundo en que nos encontramos los
humanos está formado por seres vivos. Los seres vivos no funcionan
mecánicamente, son entidades autónomas que se insertan activamente en su
entorno. Son potencias plásticas y autoformativas que crean normas para
adaptarse.
6)
Los seres humanos somos animales inacabados que
necesitamos crear una tecnología, unas instituciones o una lengua para
sobrevivir. Son necesidades prácticas. Estos instrumentos son normativos y
configuran una historia. Aunque sea de
manera primaria, nuestra mente se enfrenta al terreno de lo posible
7)
Una vez
los seres humanos superamos la cuestión de la supervivencia nos planteamos lo
que somos y como vivir. Lo hacemos porque tenemos un lenguaje simbólico que nos
permite pensar. Pensar más allá de lo operativo.
8)
Los entes
se relacionan entre sí de manera aleatoria y de estos crucen los entes vivos
salen más fortalecidos o más debilitados, según que lo que se encuentre sea un
alimento o sea un veneno.
9)
A estos
cruces los seres humanos los llamamos encuentros cuando tienen sobre nosotros
un efecto transformador, es decir cuando nos alegran porque aumentan nuestra
potencia o nos entristece porque la disminución de la alegría y el aumento de
la tristeza. Cuando las potencias chocan se producen conflictos.
Sobre estas bases hay
que plantearse unas alternativas prácticas, éticas y políticas, que sean buenas
para el conjunto de la población. Buenas quiere decir que les permita
sobrevivir y vivir bien. Sobrevivir bien quiere decir garantizar una vida
materialmente digna. El Estado debe garantizar los derechos que lo permitan.
Hay que buscar formas de producción y de distribución que lo permitan. La
política debe ser el medio para hacerlo efectivo.
La política debe garantizar
también que cada individuo pueda vivir bien, que pueda construirse como sujeto
y no estar sujetado a la sociedad. La política debe posibilitar la ética y la
ética la política. Debe haber reconocimiento entre todos para que esto sea
posible. Hablamos de la dimensión universal de la política, al reconocer a
todos como sujetos de derecho, y de la dimensión universal de la ética, al
reconocer a todos como sujetos éticos capaces de un proyecto de vida en el
marco que delimita el Estado como cumplimiento de las leyes que deben
garantizar los derechos de todos.