Reseña de
Un mundo sin guerras. La idea de paz,de las promesas del pasado o las tragedias del presente.
Domenico Losurdo
( traducción de Juan Vivanco )
Editoria El Viejo Topo, Vilasar de marc,2016
Domenico Losurdo (1941-2018) es uno de los importantes filósofos de la izquierda contemporánea. Este libro traza un riguroso y crítico recorrido sobre las promesas de paz perpetua y sus continuos fracasos.
El primer capítulo se titula "Kant, la revolución francesa y la paz perpetua". El ideal de "paz perpetua" lo formula justamente Kant a partir de la experiencia de la revolución francesa, que es cuando aparece esta aspiración. Y lo hace paralelamente al rechazo del colonialismo y los desmanes coloniales.Lo contrapone al contraideal de una monarquía universal, que no será otra cosa que el peor despotismo de un tiranía sin límites, que somete y uniformiza. Francia y Alemania son los terrenos más receptivos para esta formulación. Su principal adversario parece ser, inicialmente, el Antiguo Régimen y las Monarquías absolutas, que conducen al pueblo a la muerte y a la destrucción por sus intereses e intrigas. El imperio Austríaco y el Reino de Prusia serían buenos ejemplos. Pero la contradicción aparece con Inglaterra. Por una parte es el primer país donde la soberanía se desplaza al pueblo Pero por otra es el más importante impulsor de la esclavitud y de las guerras en Europa y en el ámbito colonial. Y es el mismo pueblo, soberano, el que las apoya. Paralelamente a esto Kant se opone a la intervención de las potencias reaccionarias en Francia. Pero se encuentra también con la política expansionista de Napoleón. Aparece entonces la idea de una organización federal con leyes comunes. Pero la idea kantiana de que cuando la soberanía la tuvieran los ciudadanos a través de una Constitución y un Parlamento, que era lo que consideraba un estado republicano, acabarían las guerras, bien pudo comprobar que era falsa. El segundo capítulo es "Fichte, la paz y la exportación de la revolución". Fichte defiende radicalmente la revolución francesa y la idea kantiana de la paz perpetua, en lucha con su principal enemigo que eran las monarquías absolutas expansionistas. Y a partir de aquí una intervención desde los países que han hecho la revolución republicana contra los peligros de las tiranías circundantes. Pero aparece un problema importante, que es que Napoleón, con el 18 brumario, gobierna una Francia que no es la misma que la había surgido de la revolución francesa. Y que su expansión no parece que tenga que ver demasiado con una ayuda a la emancipación de los pueblos. Al mismo tiempo Losurdo señala que eran los jacobinos y Robespierre los que más se habían opuesto a exportar la revolución, mientras que eran los girondinos, que representaban políticamente a la burguesía ascendente, sus más firmes defensores. Al mismo tiempo la expansión de los países colonizadores y la guerra comercial, más allá de lo que había sugerido Kant, se convierte en un problema de primer orden en cuanto a la injustícia global.El tercer capítulo se llama "Pax napoleónica y guerrad de liberación nacional". A través de los cambios en la trayectoria de Fichte, el autor analiza como las expectativas de que la expansión de la Francia napoleónica sea una extensión de los valores republicanos cada vez se desmienten más. Lo que quiere Napoleón es imponer la "monarquía universal" que Kant y Fichte habían considerado las antípodas de la paz perpetua. Fiche pasará así a defender la resistencia alemana al dominio napoleónico. En parte por esta razón pero también por un giro peligroso en que defendera la pax cristiana entre lo que él llama las sociedades civilizadas, lo cual le llevará a justificar el colonialismo y la esclavitud.
El cuarto capítulo, "La paz perpetua. de la revolución a la Santa Alianza", entra en la valoración que hace Hegel de la revolución francesa, el expansionismo napoleónico y de la Santa Alianza ( muy valorada por Novalis). Para Losurdo, Hegel tiene una lúcido visión histórica al elogiar la primera, como manifestación de un universal concreto emancipador, y condenar las segundas como maneras de expansión y dominio bajo la falsa justificación de un "universalismo abstracto".En el quinto capítulo, "¿ Comercio, industria y paz ? entra en el espinoso tema del colonialismo del siglo XIX. Se quiere presentar a Gran Bretaña y los recién fundados EEUU de América como defensores del comercio mundial y de que con él llegarán el progreso ( a través de la industria) y la paz. Pero los hechos son tercos y lo que llevan con ellos son guerras comerciales, colonialismo genocida y esclavismo. Los positivistas August Comte o Hebert Spencer fueron ( con algunas reservas en el segundo caso) sus defensores.incluso liberales progresistas como John Stuart Mill o políticos como Washington lo defenderán más o menos abiertamente. es la ideología de las sociedades civilizadas frente a las sociedades salvajes, incluyendo en este término civilizaciones milenarias como India o como China. O la ocupación de Argelia por Francia. Dejan como menores los colonialismos que ellos mismos critican como propio de las sociedades guerreras como España y Portugal. Ahora es el Imperio Británico el que ocultará sus ansias expansionistas bajo la ideología de ser el defensor de la paz mundial y el progreso en el mundo.
"Como acabar con la guerra: Lenin y Wilson" es el enigmático título del capítulo sexto, que no dice nada de Wilson. Lo que sí presenta es el giro que la idea de paz perpétua a partir del Marx y Engels y el movimiento comunista que genera. Se denuncia la guerra colonial y se vinculan las peores guerras al capitalismo. Desgraciadamente los partidos socialistas de los países europeos que entran en guerra acabarán apoyando los créditos para la guerra. Pero la idea de paz perpetua tiene más fuerza que nunca, asociada a una superación de las injusticias.El capítulo siete es "1789 y 1917: dos revoluciones comparadas". Plantea que lo que tienen en común ambas revoluciones es que desencadenaron un movimiento anticolonialista. La diferencia es que la primera se enfrenta a la monarquía absoluta y la segunda al sistema capitalista. la primera reivindica la democracia representativa y la segunda la democracia directa. En ambos casos se plantea si hay que exportar o no la revolución : es objeto de polémica. La segunda se plantea, en todo caso,como una crítica al napoleonismo. El proceso de liberación nacional acababa, en todo caso, contra la expansión del régimen que había surgido de la revolución francesa. En ambos casos lo que sí hay es una defensa sincera del ideal de la paz perpetua.
Capítulo ocho : "Wilson y el paso de la pax británica a la pax estadounidense". La Guerra Fría supone el declive del planteamiento de Lenin sobre la paz perpetua y la hegemonía de un planteamiento alternativo, que era el del presidente Wilson, como el de una cruzada de los "países libres" para democratizar el mundo. Esta sería la garantía de la paz en el mundo, la llamada "doctrina Monroe". Washington se atribuía así el papel de "policía internacional". La realidad es que los gobiernos de EEUU estaban impulsando una política imperialista muy agresiva y generando muchos conflictos armados, con planteamientos claramente racistas."La revolución neoconservadora" es el nombre del capítulo nueve. Viene a ser la formulación ideológica clara y explícita de lo que ya estaba concretando Georges H.W. Bush. Pero ahora EEUU se atribuye esta función sin reservas no mediaciones de la OTAN o la ONU, que viene a considerar como obstáculos burocráticos a su labor. Pero este supuesto internacionalismo democrático-liberal viene a ser en realidad una nueva versión de la pax napoleónica, es decir de lo que Kant denunció como una monarquía universal. Dicho de otra manera : una burla cínica del ideal de la paz perpetua. Esto nos lleva a la pregunta del capítulo diez : "¿ Democracia universal y paz definitiva?. El panorama internacional cambia a finales del siglo XX por una serie de procesos imprevistos. Por una parte la rápida ascensión de los países emergentes y más específicamente China. Por otra las dificultades de la intervención de EEUU en Afganistán y en Irak. El Estado mundial fantaseado por los ideólogos de la revolución conservadora made in USA pasaba a ser una quimera. Y también el "teorema de Wilson" que estaba en el fondo : las democracias liberales ni hacen la guerra entre sí ni contra otros países: son los salvaguardadores de la paz. La historia empírica desmentía una y otra vez este postulado. Podemos ir más lejos : la relación entre democracias liberales y guerras coloniales no es accidental. Las confrontaciones bélicas entre Francia y Gran Bretaña, las dos democracias liberales más antiguas. O la propia Guerra de Secesión en EEUU. Incluso la Primera Guerra Mundial, ya que Alemania era también una democracia liberal. De hecho, tanto Rousseau como Kant como Fichte había entendido que la paz perpetua solo era posible sin colonialismo ni esclavitud. Incluso los ideólogos del liberalismo industrial, Comte y Spencer lo habían aceptado. Pero no fue hasta la aparición del movimiento socialista y, sobre todo, comunista, como este ideal consecuente de paz perpetua ligada al anticolonialismo y a la opresión se formula de manera clara y radical.
La pregunta del capítulo once es "¿Otra gran guerra en nombre de la democracia ?" Losurdo nos sitúa aquí en un escenario bastante inquietante: la amenaza nuclear hacia los países que consideran una amenaza para su dominio.
Con el capítulo doce salimos del análisis para pasar a las propuestas. Lo primero que hace el autor es descartar las alternativas míticas. Empieza por la teoría de la no-violencia de Gandhi, que es un personaje que Losurdo ha desenmascarado muchas veces, al igual que la idea del pueblo indio o del hinduismo como fenómenos sociales más pacíficos que el resto. Igualmente desmitifica la idea de lo femeninocomo ideal de la paz perpetua. Y finalmente la idea de Europa como civilización que limita la guerra. Nada más lejos de la realidad histórica. De quién hay que protegerse es de los que asumen la responsabilidad de protegernos, cuando lo que hacen es expandir su dominio. La causa de la paz está ligada a la lucha contra el capitalismo y su derivación imperialista. Pero hay que huir de las utopías anti-Estado, incluso de la versión menos ingenua presente en Marx y Engels. El ideal de paz perpetua solo es posible desde la escuela del realismo político. Hay que superar el capitalismo-imperialismo y los diversos obstáculos que todavía aparecerán. No es un camino fácil. La ONU puede representar un papel eficaz de mediadora y promotora de esta paz perpetua.
Pasamos ahora a la conclusión: "La paz perpetua" y la marcha atormentada de la universalidad. Ni es un historia victoriosa ni tampoco fracasada. Tienes sus luces y sus sombras.Por una parte tenemos el de la revolución francesa y la rusa, que es más claramente emancipador, ligado al anticolonialismo y la lucha contra la opresión. Por otra los proyectos que se le opone, desde el restablecimiento del Antiguo Regimen hasta la revolución conservadora, que quiere imponer la hegemonía USA, pasando por la imposición del dominio de las sociedades europeas a través de la guerra comercial. Hay muchos intentos, desde Napoleón, de justificar la expansión imperialista ( lo que Kant llama "la monarquía universal" ). En realidad es un excepcionalismo universalista, que quiere decir que una sociedad se presenta como la defensa de lo universal. Un proceso complejo y contradictorio, en definitiva.
Doménico Losurdo muestra el lado oscuro del liberalismo y del capitalismo en este proceso. Pero quizás se olvida del lado, también oscuro, del movimiento comunista, que reconociendo sus apotaciones me parece que Losurdo sitúa de una manera tan idealizada.
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