El
tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y estética
Jacques
Rancière
(
traducción e introducción de Javier Bassas Vila)
Barcelona
: Herder, 2011
Escrito por Luis Roca Jusmet
Nos
encontramos aquí con un libro extraordinario, tanto para iniciarse
como para profundizar en la teoría política de Jacques Rancière.
El pensador francés, nacido en Argel en 1940, es sin duda uno de los
filósofos vivos más potentes. Su punto de vista sobre la política,
la estética y la educación es absolutamente original e innovador.
Su hilo fundamental es la emancipación humana, pero planteada a partir
de la siguiente pregunta : ¿ Cómo alguien en un lugar preciso,
puede percibir y pensar su mundo ? Es lo que llama el reparto de lo
sensible : la organización en un espacio dado desde el que tenemos
una percepción del propio mundo. De esta manera vinculamos nuestra
experiencia sensible, es decir la de nuestro cuerpo, a una
determinada inteligibilidad. Inteligibilidad que no se basa en la
ideología que nos la oculta ( Althusser) o en el desconocimiento
(Bordieu) pero que tampoco aparece espontáneamente. Rancière se
interesa por la configuración de un sujeto a partir de la manera
cómo se constituye un sujeto a partir de una experiencia sensible
con un sistema de significaciones. La pregunta también la formula de
otra manera : ¿ Cómo se anudan el pensamiento del tiempo y la
cuestión de la igualdad y la desigualdad ? . Se trata de entender
las formas de dominación y de consenso y su cuestionamiento en el
arte y en la política.
El
tema es complejo y lleno de matices, exige trasladarnos a la
realidad concreta para ver como se articula. Rancière inició un
estudio, sin ningún prejuicio ideológico, de los movimientos
obreros emancipadores en el siglo XIX en Francia . Quería aprender lo que nos enseñaban estos movimientos en su dinámica
real. Encontró lo que tenían de creativo, de búsqueda de otras
maneras de ver y sentir las cosas. Se trata por tanto de entender la
emancipación como la apertura del campo de lo posible en un grupo
de sujetos que emprenden una acción colectiva. Porque la
emancipación no se basa ni en un sujeto colectivo ni en
sujetos individuales, sino en esta acción colectiva de sujetos
singulares. Pero no es la economía ( clase obrera, precarios...) la que
determina estos sujetos. Tampoco lo es la conciencia de la propia
explotación. Es el sentimiento de que otra vida es posible para aquellos que
no se conforman con el lugar que les ha sido asignado.
La
política va contra la policía, que es el establecimiento de una
determinado reparto sensible en los que cada cuerpo tiene un lugar y
una función. La policía gobierna distribuyendo los espacios, los
lugares, los papeles, lo que se puede pensar, sentir, decir y hacer.
La política no es la expresión natural de nuestra naturaleza ( como
diría Aristóteles) pero tampoco es un espacio claramente
diferenciado de lo social ( Hanna Arendt). La política es algo
contingente, algo que puede pasar cuando no se acepta el orden establecido. La política aparece cuando hay desacuerdo, cuando se
universaliza el conflicto. El consenso es el fin de la política, la
postdemocracia y es lo que provoca reacciones como el auge de la
extrema derecha. Lo que vivimos actualmente en Europa no es una
democracia sino una oligarquía liberal en la que dominan los que
detentan el poder económico, institucional e ideológico.
La
política es la democracia, entendida como movimiento para emancipar la
capacidad de cualquiera. La democracia no es sólo una forma de
gobierno o un modo de vida social, es sobre todo la práctica que
plantea una ruptura con la estructuración simbólica de la vida en
común. Es la búsqueda de una comunidad política heterogénea de
sujetos singulares frente a una comunidad homogénea cultural donde
hay unos papeles y unas funciones orgánicamente establecidos. Esta
comunidad política se basa únicamente en la igualdad de los seres
hablantes. Igualdad de la partimos, no que buscamos. Aquí Ranciére
es radical y se desmarca de los que luchan por una supuesta igualdad
partiendo de la desigualdad de las inteligencias, de las capacidades.
La política no es el gobierno de los intereses comunes. El bien
común no existe, es una ficción.
Estas reflexiones llevaron a Rancière a interesarse por la estética, no como teoría de la
belleza y el arte, sino como una análisis de como se configura un
campo sensible, un campo de la experiencia que rompe con los
anteriores. Aquí hay muchas ideas interesantes, pero me limitaré a
las dos que me han parecido más sugerentes. La primera se refiere a
la novela, que según Rancière va ligada a la democracia porque es
la literatura de cualquiera y sobre cualquiera. Es la forma
democrática de la palabra que rompe con las clasificaciones clásicas
de las artes. La segunda es su teoría del espectador emancipado, que
quiere romper con la dicotomía entre artista activo/espectador
pasivo. Pero que al mismo tiempo critica la intervención del artista
para provocar una acción del espectador, ya que no deja de ser una
manipulación del primero. Es el espectador el que subjetivamente
integra la obra en su campo de experiencia.
El
libro de que nos ocupa recoge interesantes entrevistas de Rancière
realizadas entre 1981 y 2007. Únicamente dos de ellas (
"Universalizar las capacidades de cualquiera" y "El
nuevo discurso antidemocrático" habían sido traducidos al
español y publicadas en la desgraciadamente desaparecida revista
Archipiélgo. Cuadernos
de crítica de la cultura). Las entrevistas tienen un gran interés
por diversas razones. La primera es que a través de inteligentes
entrevistas aclara los temas fundamentales expuestos anteriormente.
Rancière lo hace con claridad, precisión y rigor. Demostrando lo
que da un segundo interés a las entrevistas que es su reflexión
crítica sobre multitud de pensadores anteriores y contemporáneos
sobre los cuales Rancière demuestra un conocimiento profundo. Así
van pasando gente como Lacan, Castoriadis, Nancy, Badiou, Dleuze,
Negri , Agamben, Derrida. Hay reflexiones sobre sus
afinidades y diferencias con Hanna Arendt, Michel Foucault o Pierre
Bordieu. También una formulación de su polémica con la teoría
democrática de Habermas o su lúcido análisis de Guy Debord y su
“sociedad del espectáculo”. Rancière tiene el suficiente compromiso como para pronunciarse sobre los acontecimientos más
significativos y concretos del mundo que le rodea, sobre todo de su
país, Francia, que es el que conoce mejor y le permite ejemplificar
de manera más concreta.
Finalmente encontramos una biografía intelectual y política muy detallada de Rancière, sobre todo de su relación con Althusser o de su militancia en el grupo maoísta Gauche Prolétarianne. Aquí comprobamos una vez más la elegancia de Rancière, que aunque mantiene una distancia crítica con lo anterior nunca tiene el resentimiento del converso.
Finalmente encontramos una biografía intelectual y política muy detallada de Rancière, sobre todo de su relación con Althusser o de su militancia en el grupo maoísta Gauche Prolétarianne. Aquí comprobamos una vez más la elegancia de Rancière, que aunque mantiene una distancia crítica con lo anterior nunca tiene el resentimiento del converso.
Hay
que agradecer el esfuerzo y la brillantez de Javier Bassas Vila,
excelente traductor y compilador de este libro, del que ya tuvimos la
fortuna de disfrutar de su edición de El
espectador emancipado. La
presentación que hace Bassas de El
tiempo de la igualdad me
parece una invitación tan lúcida como densa a la lectura de
Rancière.
La
emancipación es el hilo conductor de la reflexión de Rancière, a través
de su propuesta poética del saber que devuelve los métodos de la
ciencia a un territorio común, a un pensamiento compartido. Jacques
Rancière es un filósofo y define con claridad lo que hace. No es un
discurso sobre ( el arte, la ciencia, la política) sino un discurso
entre, que cuestiona precisamente el reparto de los saberes, las
disciplinas de los expertos. Su trabajo teórico consiste en
confundir rompiendo las líneas fronterizas entre política,
literatura, cine, educación, historia... Todo ello bajo una pregunta
central ¿ Cómo definir, como ejercer la capacidad de cualquiera ?
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