Reseña de
El
arte de la prudencia
Baltasar
Gracián ( edición de Emilio Blanco)
Madrid
: Arielquintaesencia, 2012
Escrito por Luis Roca Jusmet
Vuelve a editarse uno de los mejores libros de
la filosofía española de todos los tiempos. O quizás habríamos de delimitar y
referirnos a la ética en particular,más que a la filosofía en general. Y
reivindico aquí una noción de lo ético como diferenciada de lo moral.
Como ya he señalado en otras ocasiones me parece muy fecundo recuperar esta
autonomía de lo ético como arte de vivir. Se trata de u saber práctico diferenciado del
moral. Ésta se refiere al deber, a lo bueno y lo malo, a las
obligaciones con los otros. Pero no al saber qué hacer con la propia vida, a la elección de vida. Digo
autonomía porque tampoco podemos separar completamente la ética de lo moral. Pero son campos autónomos que hay que trabajar en su
especificidad. De esta manera podemos reivindicar una tradición ética que,
partiendo de nuestros orígenes clásicos ( Aristóteles, Epicuro,Marco Aurelio)
llegaría hasta lo contemporáneo a través de Michel Foucault. Pierre Hadot o
Paul Ricouer. Trayecto que pasa por Montaigne,
Spinoza, Schopenhauer o Nietzsche. Y por supuesto por Baltasar Gracián. Su obra
trasciende totalmente su época ( el Barroco) y su condición ( estar ordenado
jesuita).
No es casual una nueva edición de esta obra de
Gracián, ya que su actualidad es evidente para cualquier lector perspicaz.
Gracián nos ofrece unos aforismos de sabiduría vital, de certeras reflexiones
destiladas de su propia experiencia. Le podemos aplicar incluso uno de sus
pensamientos : "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Digo pensamientos porque
Gracián no tiene el paternalismo de los que dan consejos desde el púlpito. No hay nada en Baltasar Gracián nada de lo que Michel Foucault llamaba el pode pastoral. Lo que hace es conversar, compartir sus pensamientos, todos ellos tan concretos como universales. Él mismo hace en este ensayo uno de
los elogios más convincentes del arte de
la conversación.
Gracián , como dice en uno de sus aforismos, no busca hacer lo correcto sino lo
adecuado. Esta es la clave, quizás antikantiana Podemos equivocarnos, incluso
actuar mal, elegimos en cada momento lo mejor entre lo que sabemos, lo que
queremos y lo que podemos. Hemos de equilibrar muchos elementos y hay que decidir sobre la base del sentido común, distanciándonos de las pasiones. Como
otros han dicho, no ser un esclavo sino el dueño de nuestras pasiones. Pero
esta racionalidad no es más que el fruto de un trabajo interior forjado a
través de lo vivido, de lo experimentado. No es una razón matemática ni tiene
un fundamento metafísico o religioso. Tampoco es esta inteligencia emocional
que confunde entender las propias emociones, las emociones de los otros y la capacidad
de decidir sobre la base de lo mejor. Es el carácter que se vamos tallando con
el tiempo si tenemos la capacidad de hacerlo. Y esta capacidad no es una
competencia, es simplemente este proceso que nos permite aprender cada vez más
de nuestra experiencia si somos capaces de reflexionar sobre ella. Tampoco
habla Gracián de la autoestima, sino del respeto hacia nosotros mismos. En esta
época de psicologismos y terapias es refrescante leer a gente como Gracián, que
simplemente conversan con nosotros por si podemos aprovechar en algo lo que nos
dice. Sin pretensiones, sin tecnicismos, sin arrogancias, sin maniqueísmos.
Haciendo de los matices el auténtico arte de la inteligencia.
Quizás Schopenhauer se olvidó de su propio
pesimismo leyendo a Gracián y esto le llevó a escribir estos pequeños libros
sobre el arte de vivir tan en la línea del jesuita aragonés. Quizás Lacan, que
lo cita varias veces, aprendió con él que las verdades siempre se dicen a
medias o que si no hay falta no hay deseo y si no hay deseo solo hay miedo. En todo caso vale la pena invitar a cualquiera
a leer, si no lo ha hecho, este precioso libro en esta impecable edición.
¿Lo bueno, si breve, dos veces bueno?. Evidentemente, depende. A veces si, a veces no. Me convence más la continuación.
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