"No
tenemos sueños baratos". Una historia cultural de la crisis
Martin
Alonso
Barcelona
: Anthropos editorial, 2015
Luis
Roca Jusmet
Martin Alonso es uno de nuestros científicos sociales más interesantes e interdisciplinarios, además de un ciudadano comprometido desde hace décadas por una sociedad más justa y democrática.
En este libro lucha, como otras veces, contra las ilusiones, estas que se van construyendo socialmente para justificar las servidumbres voluntarias, contra los relatos que no dejan de ser estos cuentos que nos cuentan para tenernos bien engañados. La crisis que vivimos, de la que formamos parte, es radical. No es solamente una crisis económica, ecológica, política o moral, es global, es también cultural . Porque es todo nuestro universo simbólico, de sentido, el de la significación que nos damos a nosotros y al mundo, el que está en crisis. Es nuestra manera de pensar la también que debe emanciparse, lo cual implica tener la lucidez y el valor de ver las cosas como son, de ver lo que realmente somos hoy los humanos en esta sociedad que vivimos. Mirar de cara la verdad de las cosas, sin patrañas como las ideologías de la post-verdad. Porque solo esto nos permitirá pensar, imaginar otras acciones posibles, otras realidades posibles.
En este libro lucha, como otras veces, contra las ilusiones, estas que se van construyendo socialmente para justificar las servidumbres voluntarias, contra los relatos que no dejan de ser estos cuentos que nos cuentan para tenernos bien engañados. La crisis que vivimos, de la que formamos parte, es radical. No es solamente una crisis económica, ecológica, política o moral, es global, es también cultural . Porque es todo nuestro universo simbólico, de sentido, el de la significación que nos damos a nosotros y al mundo, el que está en crisis. Es nuestra manera de pensar la también que debe emanciparse, lo cual implica tener la lucidez y el valor de ver las cosas como son, de ver lo que realmente somos hoy los humanos en esta sociedad que vivimos. Mirar de cara la verdad de las cosas, sin patrañas como las ideologías de la post-verdad. Porque solo esto nos permitirá pensar, imaginar otras acciones posibles, otras realidades posibles.
El gran mal de nuestro
tiempo, señala Martin Alonso, es la desigualdad en todas sus formas.
Desigualdad de bienes, de recursos y de poder que, en su límite,
lleva a la miseria, a la destrucción y a la muerte. También a la
corrupción, que es una destrucción de índole moral. Lo grave es
que todo ello es que está legitimado por una liturgia, por un relato que
justifica, diluye o niega los crímenes que se cometen y que exculpan a sus responsables.
Este relato hegemónico actual, del que habla
Martin Alonso, es el del neoliberalismo. No olvidemos que su principal
ideólogo, Hayek, lo que hace es utilizar demagógicamente los efectos trágicos del estalinismo y del
nazismo para vender un mensaje supuestamente
antitotalitario que en realidad no va contra el nacionalismo, sino contra el estatismo. De esta manera se creará el fundamentalismo del mercado y de la nueva servidumbre voluntaria del consumismo. La pedagogía de Auschwitz era la de los derechos humanos y la justicia, no la del libre mercado en que quiere convertirla. En nombre de este nuevo fundamentalismo neoliberal lo que se atacará no serán estos totalitarismos sino los principios de la revolución francesa. Será la contrarrevolución neoliberal que acabará con la coincidencia necesaria entre democracia y bienestar, que asaltará a los sindicatos y recortará el gasto social. Se refuerzan nuevamente las jerarquías sociales, aparecerán nuevas élites dirigentes basadas en el poder del dinero. La desigualdad se empieza a ver como un bien económico, como una marca del crecimiento y el éxito económico. Contra la ética protestante del ahorro y la austeridad tenemos ahora el consumismo basado en un endeudamiento sin límites. Un orden mundial con un mercado cada vez más desrregularizado y liberalizado, donde los países cada vez privatizan más y precarizan el mercado laboral. La codicia de los tiburones saquea todo lo que puede, mientras el estado los ayuda a la vez que va recortando los derechos sociales. Contra las fuerza de las cosas, que crea creciente desigualdad, ya no tenemos la fuerza de la ley.
antitotalitario que en realidad no va contra el nacionalismo, sino contra el estatismo. De esta manera se creará el fundamentalismo del mercado y de la nueva servidumbre voluntaria del consumismo. La pedagogía de Auschwitz era la de los derechos humanos y la justicia, no la del libre mercado en que quiere convertirla. En nombre de este nuevo fundamentalismo neoliberal lo que se atacará no serán estos totalitarismos sino los principios de la revolución francesa. Será la contrarrevolución neoliberal que acabará con la coincidencia necesaria entre democracia y bienestar, que asaltará a los sindicatos y recortará el gasto social. Se refuerzan nuevamente las jerarquías sociales, aparecerán nuevas élites dirigentes basadas en el poder del dinero. La desigualdad se empieza a ver como un bien económico, como una marca del crecimiento y el éxito económico. Contra la ética protestante del ahorro y la austeridad tenemos ahora el consumismo basado en un endeudamiento sin límites. Un orden mundial con un mercado cada vez más desrregularizado y liberalizado, donde los países cada vez privatizan más y precarizan el mercado laboral. La codicia de los tiburones saquea todo lo que puede, mientras el estado los ayuda a la vez que va recortando los derechos sociales. Contra las fuerza de las cosas, que crea creciente desigualdad, ya no tenemos la fuerza de la ley.
Así el neoliberalismo
viene acompañado del nacionalismo. Fundamentalismo neoliberal y
étnico: Hayek y Herder. El nacionalismo tiene mucho que ver con
nuestros males. Lo sabemos desde la Gran Guerra, cuando Rusia,
Alemania y el Reino Unido utilizaron el principio de las
nacionalidades para desmembrar el Imperio austrohúngaro y el
otomano. Porque la identidad es un término peligroso, que no tiene
ningún buen uso en la sociedad contemporánea: su potencial
destructivo no tiene límites. Se crean mitos del pasado para
justificar un relato victimista, como ocurre en Serbia, en País
Vasco o en Cataluña
Lo que ocurre es que no
hemos de olvidar que este relato victimista del destino robado
siempre se pone al servicio de una élites dirigentes. La relación
entre neoliberalismo y nacionalismo es, ciertamente, compleja. Frente
a la jerarquización neoliberal basada en el dinero, en la
solidaridad corporativa del "nosotros los ricos" hay otra
nacionalista basada en la supuesta homogeneidad étnica de la nación.
Son procesos de inclusión y exclusión, del nosotros y el ellos. En
muchas ocasiones, como vemos claramente en EEUU , se da esta alianza
entre la conciencia de las clases privilegiadas y la del pueblo
elegido.
Martín Alonso nos
interpela en la necesidad de un discurso alternativo tanto al del
neoliberalismo como al del nacionalismo, que son hoy las dos maneras
de justificar la desigualdad. "No tenemos sueños baratos"
porque tanto el sueño del neoliberalismo como el del nacionalismo se
pagan muy caros. Se trata, entonces, de cambiar nuestros sueños.
Porque lo que soñamos es lo que queremos, lo que proyectamos, el
lugar donde orientamos nuestros esfuerzos y nuestras energías. Pero
para cambiar nuestros sueños hay que transformar nuestras mentes. En
esto estamos. El libro de Martín Alonso es muy denso, hay que leerlo
y pensarlo despacio. A esto os invito.
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