Políticas del sufrimiento y la vulnerabilidad
Jordi Solé Blanch y Asun
Pie Balaguer ( coords.)
Barcelona : Icaria, 2018
Escrito por Luis Roca Jusmet
Escrito por Luis Roca Jusmet
El tema de la
vulnerabilidad, pocas veces abordado, abre un horizonte de reflexión
antropológica, ética y política muy apasionante. Este libro me
parece un excelente punto de partida para hacerlo. Ya hace unas
décadas Tzvetan Todorov defendió lo común frente a la apología de
lo diferente, el vínculo frente al mito de la autosuficiencia. Hoy
vale la pena, como hacen los escritos que componen este libro,
reivindicar lo vulnerable y lo precario de la existencia humana.
Hacerlo sobre todo frente a la ideología neoliberal, basada en la
ilusoria concepción del hombre como una empresa que se autogestiona
en competencia con los otros. El libro se centra en tres nociones :
el sufrimiento, la vulnerabilidad y la precareidad. Lo hace desde una
doble dimensión antropológica y política. Por una parte
constatando que el hombre es un animal especialmente vulnerable y
precario, que se protege a través de la cultura y la sociedad. Pero
tratando también esta problemática desde una lectura histórica y
política, a través de la cual denuncia la desigual distribución de
las medidas protectoras. Desigual distribución que es debida a
causas sociales, es decir económicas y políticas.
Los dos primeros
capítulos responden a una perspectiva feminista. El primero,
escrito por Asun Pie Balaguer, se titula "Asir sufrimientos para
asir la vida". El texto señala que la crisis económica,
provocada por la financiarización, es solo la manifestación del
problema radical, que es el conflicto capital/vida, con sus
mecanismos socioeconómicos y de construcción de subjetividades. El
neoliberalismo es, de todas formas, su expresión más precisa. La
vida se presenta como cálculo en una lógica coste-beneficio cuyos
efectos son devastadores generadores de malestar y sufrimiento. La
cuestión central para Asun Pie es cuando el sufrimiento es evitable
y lo que hay que hacer para eviarlo. Su propuesta es la politización
del dolor, aparte de ser capaces de simbolizarlo para evitar que nos
deshumanice.Como sujetyos hemos de ser capaces de asumir la
experiencia de esta vulnerabilidad primaria negada por la modernidad.
Hemos de aceptar también que no somos solo seres de lenguaje, hay en
el dolor algo que se resiste, que le desborda, que se le escapa. El
segundo artículo está escrito por Silvia L. Gil y se llama "Vidas
vulnerables, feminismo y crisis civilizatoria". Su hipótesis es
que que el neoliberalismo señala, delimita y categoriza a
determinados colectivos como vulnerables para expandir un modelo de
gestión del sufrimiento en términos de ayuda humanitaria y control
de las poblaciones muy alejado del cuestionamiento de las estructuras
en juego que lo causan. La autora insiste en el concepto ontológico
y político de precareidad. La relación con el otro, la
interdependencia, es el presupuesto de la existencia humana. La
política es entonces la consecuencia, el hacerse cargo
colectivamente de la vulnerabilidad de los cuerpos. Se trata de la
responsabilidad colectiva del cuidado. Silvia L.Gil encuentra en el
pensamiento y la práctica feminista encuentra la clave estartégica
para una salida emancipatoria : la premisa de la igualdad de los
cuerpos a partir de su radical diferencia. , la crítica a la
organización socioeconómica del trabajo que sostiene la vida y la
creación e invención de nuevos modos de vivir juntos. En
definitiva, la potencia de ser una vida diferente.
Antonio Madrid Pérez,
profesor de Derecho.nos habla de "Vulneración y vulnerabilidad:
dos términos para pensar hoy la gestión socio-política del
sufrimiento." Hay toda una reflexión crítica de la habitual
noción de "grupos vulnerables", que suponee diluir la
cuestión de la vulneración, es decir de quién es vulnerado y por
que causas. La pregunta radical es política, moral y social : ¿ Qué
cambios estructurales hay que hacer para que las personas no sufran
aquellos daños que van a incrementar su natural y humana fragilidad
?
Ester Jordana Lluch
escribe "Gobierno biopolítico del malestar e infraestructuras
de cuidado". Lo hace desde una perspectiva que combina su doble
formación, foucaultiana y feminista. Por una parte describe el
potente análisis de Michel Foucault de la modernidad como paso de la
sociedad disciplinaria ( cuya norma básica es la distinción entre
normal y anormal) hacia la biopolítica, donde lo que se busca son
curvas estadísticas de normalidad a partir del control. El Estado
del bienestar aparece así despues de la Segunda Guerra Mundial como
una forma de resolver las contradicciones a las que había conducido
el libealismo. Pero creando las bases de lo que luego haría el
neoliberalismo, que sería hacer bascular los servicios públicos
desde el Estado hacia el mercado. Aquí la gestión de los cuidados
pasan a estar determinados por la lógica del mercado y, por tanto,
de la clase social. Una sociedad en la que las clasificaciones ( y
correspondientes exclusiones) son el eje de la vertebración social.
Clasificaciones en torno a lo normal y lo patológico en la que el
DSM ( diccionario siquiátrico mundial) genera un dispositivo en la
que la medicalización ( ya estudiada por Foucault desde sus primeros
escritos importantes) va invadiendo cada vez los cuerpos en su
cotidianeidad. Todo ello combinado con la ideología de la autoestima
y el pensamiento positivo, en el que se inscribe el mercado del
coaching y la literatura de autoayuda, claro. La vida convertida en
un performance de habilidades, capacidades y competencias donde el
panóptico de Bentham queda sustituido por un sistema en el que todos
nos vigilamos y evaluamos. Ester Jordana pasa entonces a su propuesta
de la infarestructura del cuidado, crítica del feminismo al
neoliberalismo. Se trata de dinamitar el vínculo entre libertad y
seguridad. La libertad aparece ligada no a la defensa del otro sino a
la necesidad del otro, en una ética colectiva de cuidados
compartidos. Se trata entonces de polítizar estas infraestucturas de
los cuidados, criticando su asimetría y gestión y planteando
alternativas emancipatorias de comunidades de acción, en la misma
línea que planteaba Foucault y que recupera el feminismo radical
Entender no solo que somos sino lo que podemos llegar a ser. Una
ética y una política, en definitiva, de la transformación.
Jordi Solé Blanch trata
"El malestar social bajo la nueva razón neoliberal". Parte
de una buena referencia teórica, que es la de Fréderic Lordon, cuya
mirada crítica es fruto de una inteligente combinación de Spinoza y
Marx. Desde ella analiza la configuración del deseo en la sociedad
capitalista y, más específicamente, su movilización en la sociedad
neoliberal. La ética del emprendedor es así la que fabrica el
sujeto neoliberal desde una lógica de racionalización del deseo
desde la que se entiende la vida como una empresa que hemos de
gestionar de manera eficiente. Se trata del imperativo neoliberal del
emprendedor: la vida de cada cual es su capital. No vivimos nuestras
vidas, las gestionamos. Otro autor al que recurre Jordi Solé es
Santiago López Petit y su "fragilización del querer vivir"
como forma de constitucionalización de cada uno. El el "ser
precario" que niega el sujeto neoliberal en el que cada cual
busca la solución "técnica " que puede ( en función del
estatuto económico ) a su malestar personal. En la lógica
neoliberal los trabajadores sociales se convierten en piezas del
control social si no son capaces de cuestionar su discurso y el papel
que se le asigna. La pregunta radical que deben hacerse los
profesionales es que es una vida digna de ser vivida desde la
afectación del cuerpo ( como dice Marina Garcés).
El último artículo (
"El deseo del educador no es el sacrificio") del
psicoanalista lacaniano José Ramón Ubieto, me parece también de
enorme interés. Parte del concepto freudiano de "desamparo"
, que más tarde Lacan precisará como "prematureidad". La
figura del Otro primordial como la de aquel que rescata al infante de
su primera experiencia de dolor. Es el deseo de este Otro el que
establece un vínculo que si no se forja produce patologías
psíquicas, algunas muy graves. Pero hay otro concepto psicoanalítico
fundamental, que es el de pulsión de muerte, que es la tendencia a
adquirir un goce a través de la repetición del sufrimiento. Pulsión
que se jerce a través de un superyo voraz y obceno que siempre pide
más sacrificio. Ubieto nos conduce también por la teoría lacaniana
de los cuatro discursos como modos diversos de ejercer el lazo social
y de regular la pulsión en la relación con el otro y con el propio
cuerpo. En el discurso tradicional del amo, propio, que exigía el
sacrificio del cuerpo a través de la represión del cuerpo. Pero en
el discurso capitalista actual es diferente. Suprime la falta que
caracteriza al ser humano, y con ella el deseo y el amor. Hay una
promesa de goce sin mediación, en una sociedad de consumidores donde
siempre hay objetos que satisfacen la demanda. Pero aquí nos
sacrificamos en nombre del goce o del cuerpo idealizado. Se trata de
proponer una política que no se base en el sacrificio, ni el que nos
pide el amo ni el que nos exigimos nosotros. ¿ Hasta donde podemos
sufrir ? Hasta donde el sufrimiento ni impida nuestra singularidad,
la nuestro deseo como brújula ética. Reivindicar la pluralidad, la
diversidad y la singularidad. El sacrificio está orientado por la
pulsión de muestre y es la negación del deseo y de la alegría de
compartirlo con otros,
Un libro sugerente, que
analiza de una manera muy lúcida como plantea la sociedad neoliberal
la gestión del sufrimiento y la vulnerabilidad . Nos ofrece asimismo
instrumentos teóricos para tratarlo de otra manera: más humana, más
cooperativa y más justa.
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