Escrito por Luis Roca Jusmet
En el libro Exercicis Spirituels. Leçons de la philosophie antique, el filósofo Xavier Pavie sistematiza las enseñanzas de Pierre Hadot sobre el tema y plantea diversas cuestiones a partir de la idea de la filosofía antigua como ejercicio espiritual
En uno de ellos recoge las enseñanzas de Pierre Hadot sobre la aportación de la escuela estoica, epicúrea y cínica a los ejercicios espirituales.Los ejercicios del estoicismo parten de la máxima de Epicteto de que hay que aceptar las cosas y diferenciar lo que depende de nosotros y lo que no. Respecto a lo que depende de nosotros lo que hemos de hacer es seguir nuestro deber y hacer el bien. Este es el principio básico. Luego hay una serie de ejercicios, que también recoge Foucault que son opuestos pero complementarios. Por un lado distanciarnos de lo que nos ocurre, coger una perspectiva universal desde la que ver su pequeñez. Por otra parte acercarnos al máximo para ser capaz de analizarlo al máximo, definirlo y describirlo con la máxima precisión. Un ejercicio de verbalización. Los otros dos ejercicios , aunque opuestos, también son complementarios. Memorizar los recuerdos de los momentos más satisfactorios de nuestra vida pero sin nostalgia, viviendo al máximo la experiencia presente. Respecto al epicureismo podemos afirmar que Epicuro fue un materialista que intento definir estos ejercicios como una práctica inmanente para vivir con serenidad, en este estado que llamaba ataraxia. El camino es el del tetrapharmakos, el cuádruple remedio para evitar las perturbaciones de la mente. En primer lugar no temer a los dioses ( porque no existen). En segundo lugar no temer a la muerte porque en el momento en que morimos dejamos de ser. En tercer lugar reducir los deseos a los naturales y necesario, que eran comer y beber. El placer es fácil si reducimos nuestras necesidades al mínimo y gozamos del propio vivir. En cuarto lugar entender que el dolor es fácil de soportar si somos capaces de distanciarnos de él y comprender su carácter efímero. Los ejercicios espirituales son la meditación sobre estos principios, la concentración y la atención en lo que hacemos. Y, como dice Horacio, vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida. Tenemos finalmente los principios del cinismo, fundado por el socrático Antístenes y popularizado por Diógenes. El cinismo es una filosofía crítica más que normativa y esta es quizás la razón por la cual le gusta más al guerrero Foucault que al sabio Hadot. Sobre todo se basa en el diálogo con uno mismo y con los otros, aunque con una ironía más agresiva que la socrática.
En otro momento plantea el tema de los ejercicios corporales, que Pierre Hadot los ignoraba, mientras que Michel Foucault los citaba como parte del entrenamiento ascético.La explicación puede ser la formación cristiana de Hadot, ya que, como señala Pavie, el cristianismo plantea el ascetismo como un combate contra el cuerpo. Contrariamente a lo que hacen las escuelas alejandrinas y romanas, para las que el ascetismo es una disciplina para fortalecer la mente y el cuerpo. Lo cierto es que aunque Hadot puede estar de acuerdo sobre el papel con esta cuestión en la práctica se olvida de ella en sus propuestas. Digo sobre el papel porque Xavier Pavie ya señala que Pierre Hadot, en su libro "¿ Qué es la filosofía antigua ?" que ya desde Sócrates los ejercicios físicos o corporales tienen una importancia fundamental. En el caso de Platón no hay que olvidar que los filósofos son seleccionados entre los guardianes, que, como tales, tienen un entrenamiento físico fundamental. También es interesante señalar el punto de inflexión que se da en las escuelas alejandrinas y romanas respecto al sexo. Como bien señala Foucault en el volumen segundo de su "Historia de la sexualidad" ( "El uso de los placeres") empieza a surgir una dieta o abstinencia sexual, pero siempre orientado a fortalecer el carácter ( mente y cuerpo ).
En todo caso nuestro imaginario mental debe abrirse a una idea de ejercicio corporal diferente del de la gimnasia sueco o derivados, que es un invento moderno. O todavía más a los ejercicios para embellecer el cuerpo. Deberíamos orientarnos más, como ya he señalado en mi libro, hacia los ejercicios chinos de qigong ( chi kung) o las artes marciales orientales para entenderlo.
Otro tema interesante, señalado en el libro de Pavie, es el del papel de los otros en los ejercicios espirituales. Lo trata a dos niveles y en ambos señala la importancia del otro y del vínculo en la manera como los antiguos entendían estas prácticas. El primer nivel es el de la necesidad del maestro como formador del carácter que debe combatir la indolencia y señala el camino para centrarse y orientarse en un proyecto. El maestro debe guiarse por la parrêsia, el imperativo de decir la verdad al discípulo. El segundo es el de la importancia de un espacio común para compartir esta forma de vida filosófica. Desde el paseo socrático hasta el Pórtico de Zenón o el Jardín de Epicuro. El diálogo, como señala Pierre Hadot, es un ejercicio espiritual fundamental. Pero el cuidado de los otros no debe hacerse renunciado al cuidado de sí mismo. De lo que se trata no es de cuidarse a los otros, sino de un cuidarse a sí mismo que no se entiende aislado de los otros.
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