Reseña de
La idea
de socialismo. Una tentativa de actualización
Axel Honneth
(traducción
de Graciela Calderón)
Ed.Katz,
Buenos Aires, 2017
Escrito por Luis Roca Jusmet
Axel Honneth (Essen, Alemania,1949) es uno de
los filósofos vivos más interesantes dedicados a la problemática éticopolítica
de nuestros días. De alguna manera recoge la herencia de la teoría crítica de
la Escuela de Frankfurt (se doctoró bajo la dirección de Habermas). Su trabajo
conceptual ha estado especialmente centrada en la noción de reconocimiento y en
la ética democrática. En esta ocasión plantea el ambicioso proyecto de renovar
la propuesta socialista como proyecto de futuro. Entendiendo por socialismo el
conjunto de tradiciones (anarquista,
comunista, socialista en su sentido más específico) de la que se ha nutrido la
izquierda. Se trata de abordar la insuficiencia teórica originaria de los
socialistas fundadores para ser capaz de revitalizar el socialismo como
proyecto emancipador que permita superar los peligros del tardocapitalismo
neoliberal.
Lo primero que hay que entender es que la
tradición socialista viene arrastrando una limitación, ya presente desde lo que
Marx llamaba el socialismo utópico (Owen, Saint Simón, Fourier, el mismo
Proudhon) que consiste en entender los problemas y las soluciones desde una
óptica exclusivamente económica. Para todos ellos la organización de la
producción está sometida al egoísmo privado, y una vez que seamos capaces de sustituirlo
por un cooperativismo, por una asociación libre de productores, entonces se
transformará toda la sociedad y conseguiremos la libertad social. Los ideales
de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) se verán reflejados
en esta transformación radical, que será capaz de integrar la libertad en el
marco de la igualdad y la fraternidad.
Aunque Marx
aportara mucha consistencia al análisis teórico y a las propuestas prácticas, tampoco es capaz
de salir de este marco teórico, analiza el autor del libro. Lo económico
continúa siendo la base de análisis y de propuestas radicales de cambio. Pero
además planteará dos problemas que se irán arrastrando en todas las tradiciones
que le reclaman como inspirador. Por una parte la idea de que el capitalismo es
producto del mercado y que su superación supone la eliminación de este último.
Por otra parte el de ligar la posibilidad de cambio a un sujeto revolucionario
que es la clase obrera, con lo cual el movimiento emancipatorio queda ligado al
industrialismo. La victoria de una clase social se convierte entonces en la
promesa de una sociedad sin explotación ni opresión.
¿Quiénes son capaces de cuestionar este
planteamiento? Fuera del movimiento Honneth cita a John Dewey al formular que,
por un lado, el socialismo está sujeto a una concepción cerrada de la historia
que le impide entender y recoger las experiencias históricas y por otra
entender el valor intrínseco de la cultura democrática. Dentro del propio
socialismo solo Bernstein es capaz de salir de este esquema, si nos referimos a
la primera mitad del siglo XX. Si vamos ya a la segunda mitad cita a Cornelius
Castoriadis ( que lo inicia a partir del grupo “Socialismo y barbarie”) y más
tardíamente a Jürgen Habermas. Pero lo que sugiere Honneth es que en este
camino hay muchos olvidos importantes. Por una parte el mismo Hegel al
plantearla como un organismo global que está subdivido en tres ámbitos: el
económico, el político y el de las relaciones personales. Es justamente el
haberse centrado en el económico el que le lleva a no ser capaz de recoger
aportaciones muy interesantes de otras tradiciones que igualmente estaban
planteando alternativas a la idea liberal de libertad. Ideal liberal que
entiende la libertad social en un sentido negativo, que es la de poner
limitaciones a la libertad individual desde el respeto a las otras libertades.
De esta manera se pierden las aportaciones del republicanismo radical de
Rousseau y de Kant, que plantean que la libertad social debe entender en un
sentido más comunitario o más moral respectivamente. O el propio movimiento
feminista, que cuestiona las relaciones familiares y de pareja.
De lo que se trata, entonces, es de recuperar
las experiencias históricas capaces de ser lógica alternativas a las del
capitalismo y el neoliberalismo en todos sus aspectos. Entender, contra Marx,
que no se trata de eliminar el mercado porque esta ha sido una experiencia
histórica que ha fracasado. Por el contrario, no excluir ninguna de las maneras
en que el mercado se ha manifestado de manera diferente, sea la economía ética,
la intervención del Estado bajo control democrático o las experiencias de
autogestión. En el aspecto de las relaciones personales es sobre todo el
movimiento feminista el que ha planteado radicales transformaciones tanto en la
familia como en las relaciones personales, no únicamente en la pareja. Pero es
sobre todo la reivindicación de la democracia la que debe tener el lugar
prioritario. Se trata de construir una nueva economía, unas nuevas relaciones
sociales y una nueva voluntad democrática. Esta es la libertad social que
podemos contraponer al liberalismo. Aunque, quizás, sugiero yo, no será tan
diferente de lo que pueda plantear el republicanismo liberal de Philip Pettit o
Quentin Skinner o el liberalismo igualitario de Amartya Sen o Marta Nusbaumm.
Porque lo que plantea Axel Honneth es que el socialismo no tiene un sujeto
revolucionario específico sino que es un proyecto de reformas radicales que
debe ser para todos los ciudadanos que quieran una buena vida compartida. Hay que interpelar no solo a nuestra
responsabilidad moral sino también a la racionalidad de los fines en la deriva
global que vivimos.
Una última cuestión muy importante que se
plantea Axel Honneth es si estamos hablando de propuestas a nivel de
estado-nación o a nivel mundial. Esta cuestión es muy importante y hay que
tratarla con prudencia. Por supuesto que no puedes proponer de forma inmediata
y directa una república mundial pero sí una coordinación progresiva de poderes
políticos que vayan estructurándose a nivel mundial, posiblemente a nivel
federal.
El libro, en su conjunto, me ha parecido una
aportación casi imprescindible para repensar el socialismo hoy. Lo que realmente me parece una limitación
importante del libro es que no incorpore en su propuesta socialistas las
aportaciones del movimiento ecologista. Pero ya lo sabemos, nadie es perfecto.
Muy buena reseña jusmet. Para sumar algo a la cuestion que podria interesarle,hay un filosofo y economista,David Ellerman,que defiende la empresa gestionada por los trabajadores desde un angulo liberal,basando su defensa en la inaliebilidad de los derechos de las personas,es muy interesante y poco explorado tema este y mucho menos desde el pensamiento liberal.
ResponderEliminarEl socialismo total es perverso. El capitalismo total también, alienante. Lo menos malo es una mezcla de ambos sistemas. Y fomentar el cooperativismo.
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