Escrito por Luis Roca Jusmet
Robert Castel ( 1933-2013) es un sociólogo francés muy interesante que estuvo muy vinculado por sus intereses y trabajos con Michel Foucault, Del 3 al 22 de marzo del año 2004 participó en unas conferencias patrocinadas por el Círculo de Bellas Artes de Madrid tituladas "La sociología crítica después de Foucault". ( el libro que transcribe las intervenciones fue editado por la misma institución el mismo año).
Me parece interesante su artículo en relación a Foucault y la política porque plantea la heterogeneidad entre los análisis políticos de Foucault y sus posiciones políticas. Es decir, que para Robert Castel, Michel Foucault es un pensador con un gran potencial crítico del que no puede deducirse una determinada práctica política. O mejor dicho, para Robert Castel, sí que hay en Foucault una crítica muy lúcida del entramado de poder y las relaciones de dominio en la sociedad actual que solo puede derivar en propuestas de cambio. Es decir, para Robert Castel, lo que no puede derivarse de Foucault es una política conservadora. ¿ Quiere decir que Castel rechaza la lectura neoliberal del último Foucault ? No trata el tema explícitamente, pero podemos dedudir que sí. De hecho Castel habla de la reforma neoliberal ( que podría parecer que el neoliberalismo es reformista y no conservador ) pero en un debate que aparece después de la conferencia Castel admite que la "reforma neoliberal" es una contrarreforma en sentido preciso. De hecho, Castel plantea que Foucault apuesta por una postura revolucionaria.
El hilo conductor del discurso de Robert Castel es que los escritos de Foucault tienen un gran potencial crítico pero que la propuesta que se deriva de sus análisis puede ser revolucionaria o reformista. Y que él, Robert Castel, que valora enormemente la aportación de Foucault, apuesta por la reforma y no por la revolución. Castel está de acuerdo con Foucault en que pensar es resistir. Que detrás de sus análisis hay una voluntad de cambio. Su caja de herramientas teórica está al servicio de una transformación del mundo, como planteaba Marx.
Para Castel las revoluciones las han hecho siempre los proletarios que no tienen nada que perder ( "solos sus cadenas" como dijo Marx ). Hoy este proletariado no existe. No hay fuerzas para hacer una revolución. Se combina el descrédito de las revoluciones con la marginalidad de las opciones políticas revolucionarias.
Aquí habría que plantear una reserva. Lo que dice Castel puede aplicarse a las sociedades liberales o incluso a alguna dictadura. Pero existen hoy países en las que los desfavorecidos no tienen nada que ver, lo cual no quiere decir que tengan la fuerza y la voluntad de cambiar.
El reformismo se opone a una política entendida como lucha de clases. En cambio propone el pacto ( aquí habría que concretar, y castel no lo hace) que excluir la lucha de clases quiere decir hacerlo como "lucha a muerte" entre las clases, no como una lucha que busque negociar y conseguir cambios. El reformismo no se propone la eliminación del mercado ni la dictadura del proletariado, incluso entendiéndola como "dictadora de la clase obrera".
Lo que propone Castel es poner límites al capitalismo y a la hegemonía del mercado. Esto pasa básicamente por "desmercantilizar" el trabajo asalariado, por entender a estos trabajadores no solo como "mercancía2 sino también como sujeto de derecho. Y no únicamente de derechos civiles sino también laborales y sociales. El estado tiene aquí un papel fundamental, que es el de redistribuir la riqueza en forma de garantía de derechos sociales y de proteger al tranajo en su relación desigual con el capitalista. El reformismo de izquierdas debe defender una seguridad social básica ( en forma de educación y sanidad gratuita y universal, de acceso a la vivienda, de una renta mínima garantizada, de condiciones laborales y un salario mínimo digno).
El dilema es entonces entre recortar y eliminar los derechos o consolidarlos y ampliarlos.
La discusión es interesante. Robert Castel nos muestra que el camino hacia la socialdemocracia, que es lo que está defendiendo, y no la marxista de Bernstein sino la no marxista de Willy Brandt) puede ser muy lúcido y crítico. No me vale el "para este camino no hacían falta estas alforjas". Porque es la manera como se llega a la socialdemocracia ( que es la mía por cierto) es la que determinará si es consecuente o puramente retórica. En este sentido vale la pena recordar a Tony Judt como una referencia imprescindible.
Foucault no fue un socialdemócrata. Su trayectoria política es algo errática, aunque siempre defendió los derechos de los gobernados ( lo cual excluye la lectura neoliberal) y siguió una trayectoria que le llevó al antiestatismo ( lo cual excluye una opción socialdemócrata). Se afilió más por conveniencia que por convicción al partido comunista, fue compañero de viaje de los maoistas post-68 y al final se interesó por la tercera vía en el PSF, representada por Michel Rocard. Políticamente nunca se casó con nadie. Me parece interesante que la discusión se situe en el terreno de lo político y no de lo personal. En qué es lo que puede aportar el pensamiento de Foucault para la izquierda. Siempre partiendo de la base de que la socialdemocracia ( consecuente, no socialliberal) es una opción de izquierdas.
Interesante reflexión
ResponderEliminarSaludos