El murciélago y el capital. Coronavirus, cambio climático
y guerra social.
Andreas Malm
(traducción de Miguel Ros González)
Errata Naturae: Madrid, 2020.
Luis Roca Jusmet
El libro que nos
ocupa me parece fundamental para ser capaces de insertar la pandemia del
covid-19 en lo que se ha llamado el Capitaloceno, es decir, el medio ambiente
que ha generado el capitalismo. Es un libro militante pero no propagandista. El
autor, Andreas Malm, es un periodista y escritor sueco que, aparte de un
activista, sabe muy bien de lo que habla. El libro está dividido en tres partes
que dan un conjunto bien estructurado. Empieza con “Coronavirus y cambio
climático”, que es la problematización inicial. Continúa con “Una emergencia
crónica”, que viene a ser el diagnóstico radical de la enfermedad que
padecemos. Concluye con “Comunismo de guerra”, que sería el contundente remedio
que nos propone para curarnos nosotros curando el planeta.
La primera parte nos
interpela con una pregunta incómoda: ¿Por qué ningún gobierno ha sido capaz de
poner en marcha ni una mínima parte de los medios que han puesto en juego para
frenar la pandemia? Malm desmonta las justificaciones ideológicas con
argumentos contundentes, siempre para poner de manifiesto que enfrentarse
seriamente al cambio climático significaría desmantelar el capitalismo,
mientras que las medidas contra la pandemia son coyunturales y actúan contra un
acontecimiento disruptivo que afecta, además a las clases altas y medias de los
países ricos. La segunda parte del ensayo entra de lleno en el problema del
cambio climático, señalando el capitalismo como su causa y situando la pandemia
del covid-19 como una de sus manifestaciones. Las infecciones zoonóticas, que
son las que cruzan las especies, se producen cuando se desmantela el hábitat de
las especies salvajes. El análisis del autor del intercambio ecológicamente
desigual y patológico es preciso y riguroso, con multitud de ejemplos
significativos. Todo ello nos lleva a la formulación de un capital parasitario
y devastador, con una dialéctica del desastre que nos lleva a un escenario
presente y futuro cada vez más inquietante.
La tercera parte es,
evidentemente, la más difícil y arriesgada, porque debe apuntar una solución.
Andreas Malm lo hace sin medias tintas y con título provocador, ya que para
reivindicar hoy el comunismo y además “de guerra”. hay que tenerlo claro y,
además, ser muy valiente. Descarta, de entrada, el anarquismo como
planteamiento, que es el que está de moda en los movimientos antisistema. El
Estado, insiste Andreas, es necesario e imprescindible porque es el único que puede
tomar las medidas para detener esta deriva suicida que al final será
irreversible y nos hundirá a todos. Hacen falta acciones coordinadas a nivel
mundial y la voluntad política para hacerlo, enfrentándose, eso sí, a las
grandes multinacionales y acabando con lo que llama “el imperialismo
ilimitado”. Respecto a la socialdemocracia señala su incapacidad histórica para
enfrentarse a las élites económicas y las concesiones que siempre ha hecho al
sistema. Pero no deja de reconocer la importancia de acciones como la de Lula
en Brasil para parar la devastación de la selva amazónica. O las esperanzas de
que puedan aparecer líderes como Bernie Sanders o Jeremy Corbin en sus filas.
Muy interesante, me parece, sus reflexiones sobre el “comunismo de guerra”
después de la revolución de octubre. Pero, sobre todo, es muy importante su
esfuerzo por actualizar un “leninismo ecológico” aprendiendo de los errores del
pasado.
Un libro, en
definitiva, que me parece un material muy valioso para una izquierda que quiera
ser radical (en el mejor sentido de la palabra: “ir a la raíz”) y que al mismo
tiempo sea capaz de entender bien lo que nos está ocurriendo. Cuestiono un
concepto que utiliza que es el de Estado burgués, ya que me parece que hay que
ver el Estado con una ambivalencia que esta nominación oscurece. Sería más
crítico que él con la tradición comunista y menos con la socialista y me parece
que falta un análisis del paso del viejo imperialismo al neoliberalismo. Pero
todo esto son elementos de discusión y matices que en ningún sentido
ensombrecen su lúcido trabajo de análisis y sus coherentes propuestas. No hay
otra salida, nos dice, que la revolucionaria. Puede parecer utópica ¿Pero no es
más utópica pensar que el capitalismo será capaz de resolver esta última crisis
a la que nos aboca ?
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