Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia
Quentin Meillassoux
Prefacio de Alain Badiou
( Margarita Martínez)
Buenos Aires : Caja Negra, 2015
Escrito por Luis Roca Jusmet
Quentin Meillassoux ( París,1967 ) es un filósofo del siglo XXI que forma parte de una corriente que en general podríamos llamar "el nuevo realismo" y que en su caso es específicamente el llamado "realismo especulativo". Publicó este libro en francés el año 2006).
Sus pregunta básica es : ¿ Hasta que punto podemos conocer la realidad ? A partir de aquí aparecerá otra : ¿ Hasta que punto la ciencia muestra las cosas tal como son o solamente como las vemos nosotros ?. Para tratar el tema Meillassoux se dirige criticamente a los clásicos de la filosofía moderna : Descartes, Leibnitz, Hume y Kant. A Descartes le critica porque representa para él la metafísica dogmática, que es el intento de fundamentar un Absoluto, un Ser perfecto al que acostumbramos a llamar Dios. A Leibnitz por su axioma del principio de la razón suficiente, es decir la idea de que todo lo que existe ha de tener una razón para hacerlo. Reivindica a Hume por su lucidez al poner de
manifiesto la incapacidad existente para justificar el principio de causalidad y, por lo tanto, las leyes necesarias en la naturaleza. ¿ Cómo podemos saber que lo que ocurre siempre seguirá ocurriendo ? ¿ Cómo podemos saber que hay una conexión necesaria entre los dos hechos que llamamos causa y efecto ?. Hume era un escéptico que criticaba el sueño dogmático de los racionalistas como Descartes o Leibnitz. Pero Kant dio la vuelta al asunto al plantear la salida trascendental. Se trataba de considerar el principio de causalidad como una categoría humana, es decir como la única manera que tenemos los humanos de ordenar los hechos en forma de conocimiento. Esto estaba enmarcado en un planteamiento radical. El sujeto y el objeto del conocimiento se constituyen mutuamente. Lo cual quiere decir que es el sujeto, con sus formas "a priori" ( dentro de las cuales el principio de causalidad es una de ellas) el que constituye el mundo que conocemos. Esto no quiere decir, como planteaba el idealismo de Berkeley, que es nuestra mente la que se inventa un mundo. Quiere decir que hay algo que se manifiesta a los humanos como fenómeno. Lo que conocemos es el fenómeno y la objetividad no es el conocimiento del ser sino el conocimiento universal del fenómeno. Conocimiento universal quiere decir que los humanos podemos establecerlo de una manera común. Esto es la ciencia, lo que la comunidad intersubjetiva puede contrastar de la misma manera.
Meillassoux plantea a partir de aquí una problemática original, que es la que él llama la de los enunciados ancestrales. Estos son los enunciados científicos que dicen cosas sobre realidades anteriores o posteriores a la existencia del hombre. Si el hombre solo puede hablar de lo que se le manifiesta ¿ cómo puede afirmar lo que son las cosas al margen de su existencia ? Antes del hombre existía el ser pero no los fenómenos, en la medida en que son acontecimientos humanos. En realidad todo ello le lleva al filósofo francés a plantear una contradicción muy clara : la de la ciencia que se constituye en Europa en los siglos XVI-XVII, lo que se ha llamado la ciencia galileana. Esta transformación científica parte de la revolución copernicana, que desplaza a la Tierra del centro del Universo. Cuando algo más tarde, en el siglo XVIII, Kant intenta fundamentar la filosofía que justificará la ciencia matemática, es decir la galileana, dirá que él hará también una revolución copernicana, que es la que situará al sujeto como centro del universo. Pero esta revolución, dice Meillassoux, no es copernicana sino todo lo contrario, es ptolemaica. Porque coloca al hombre como sujeto, en el centro del Universo, mientras que la revolución copernicana lo había desplazado. Esto lleva al filósofo a preguntarse como un enunciado ancestral puede ser verdadero. ¿ Cómo puede conservar el sentido ? Es la pregunta por la ciencia y su forma matemática. El filósofo solo puede asombrarse.
La teoría de Kant, ampliamente aceptada, es la que Quentin Meillassoux llama la teoría correlacional del conocimiento. Pero el correlacionalismo de Kant es débil.Lo que afirma es que si no hay sujeto tampoco hay objeto de conocimiento, por lo que el conocimiento es relativo a la perspectiva humana. No es relativista porque no depende de cada individuo o de cada cultura. Hay, por el contrario, un criterio de objetividad, pero es relativo al hombre. Objetivo no quiere decir real, sino la realidad tal como la puede construir el ser humano. A partir de aquí se abren falsos caminos : Uno es radicalizar el correlacinalismo y hacerlo fuerte. Lleva a considerar que el único Absoluto es el Sujeto, como hace Hegel. De esta forma el fenómeno es el ser. Existe el ser-para-sí y no el ser-en-si.
El otro camino es el de considerar que hay un Absoluto que no podemos pensar, lo cual abre la puerta al fideismo, es decir a la mística, como acaban haciendo Wittgenstein o Heidegger.
El otro camino es el de considerar que hay un Absoluto que no podemos pensar, lo cual abre la puerta al fideismo, es decir a la mística, como acaban haciendo Wittgenstein o Heidegger.
Quentin Meillassoux abre un camino renovador en el panorama filosófico contemporánea con una forma de metafísica crítica. La propuesta es sugerente. Eliminar el Absoluto. Parte del sujeto, como Descartes, pero no de un sujeto que representa el objeto sino de un sujeto correlacional. Este sujeto es el sujeto humano que no puede plantearse lo que es antes o después de él. No es ni subjetivo ni objetivo, es intersubjetivo. Desde aquí se define una verdad obejtiva.De esta manera se constituye un absoluto finito y contingente, no metafísico.
Intentar conocer al ser desde la finitud, desde la contingencia. Reflexionar desde una nueva perspectiva sobre el azar y sobre la necesidad. Acercarnos al absoluto de la finitud y de la contingencia, lo cual es para el autor una paradoja pero no una contradicción. Se trata de absolutizar el principio que nos permite entender la correlación. Es el principio de la facticidad, que nos enseña que nada tiene una razón de ser. las cosas son y esta es la propiedad ontológica. Es el pasaje posible de un estado a otro estado. El devenir no tiene leyes, no pertenece a la necesidad. No hay conexión causal entre los hechos.Solo las nuevas teorías matemáticas permiten formular los enunciados ancestrales.
Lo que he resumido es una simplificación de la densa argumentación filosófica que nos plantea el libro. Abre un nuevo horizonte del pensamiento que Quentin Meillassoux lo llama realismo especulativo. Una reflexión que renueva la ontología realista, junto a otros muchos filósofos que, como hemos comentado al principio, forman parte del nuevo realismo.
Intentar conocer al ser desde la finitud, desde la contingencia. Reflexionar desde una nueva perspectiva sobre el azar y sobre la necesidad. Acercarnos al absoluto de la finitud y de la contingencia, lo cual es para el autor una paradoja pero no una contradicción. Se trata de absolutizar el principio que nos permite entender la correlación. Es el principio de la facticidad, que nos enseña que nada tiene una razón de ser. las cosas son y esta es la propiedad ontológica. Es el pasaje posible de un estado a otro estado. El devenir no tiene leyes, no pertenece a la necesidad. No hay conexión causal entre los hechos.Solo las nuevas teorías matemáticas permiten formular los enunciados ancestrales.
Lo que he resumido es una simplificación de la densa argumentación filosófica que nos plantea el libro. Abre un nuevo horizonte del pensamiento que Quentin Meillassoux lo llama realismo especulativo. Una reflexión que renueva la ontología realista, junto a otros muchos filósofos que, como hemos comentado al principio, forman parte del nuevo realismo.
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