Escrito por Luis Roca Jusmet
Veamos, en primer lugar, las ideas fundamentales del primer libro, todas ellas muy sugerentes y precisas.
La plasticidad neuronal es el enlace entre el cerebro y el psquismo, entre lo innato y lo adquirido. Permite que la experiencia deje huella en la red neuronal y modifique las relaciones entre neuronas. Hablamos de la integración compleja entre los condicionamientos genéticos y los de la experiencia, la transformación del genotipo en fenotipo.
La percepción deja una huella que se transforma en memoria, que se organiza en el hipocampo. Lo hace como una representación o imagen ( un significante, según Lacan) es decir haciendo presente en la mente lo que está físicamente ausente. Pero dándole un determinado significado. Es un proceso de inscripción y reinscripción que pierde el sentido originario de la percepción.
Este significante puede ser consciente, preconsciente o inconsciente. El inconsciente está formado por las huellas censuradas por la represión. Estas huellas forman parte de la memoria declarativa. Es diferente de lo no-consciente, que forma parte de la memoria procedimental. Estos significantes forman la red asociativa que conforma la realidad psíquica.
La realidad psíquica es independiente de la física porque combina y distorsiona las percepción, convirtiéndose en la fantasía del sujeto. Rige la ley del deseo y al mismo tiempo participa en la constitución del mundo real, es decir condiciona nuestra interpretación de la percepción. El cerebro tiene una fuente de información externa , que es la percepción, y una interna, que viene de la fantasía.
La emoción es el marcador somático de la representación ( el término es de Antonio Damasio). Lo que se reprime es la representación, no la emoción. La amígdala dirige el sistema neurovegetativo, que controla las vísceras y el sistema hormonal. Hipófisis y el hipotálamo lo hace con el sistema endocrino. El lactante tiene hambre y sed. Es un estado somático de tensión y displacer, provocado por el desvalimiento humano. El grito va dirigido a la madre y se busca la satisfacción recordada. Cuando tenemos una tensión por una carencia buscamos el objeto perdido, la madre. Aparece una fantasía inconsciente. La fantasía es la solución que da el niño a lo real, es decir, a lo que es imposible de simbolizar : el cuerpo, el sexo, la muerte. Pero también al enigma del origen, del lugar que ocupa en la constelación familiar.
La pulsión de vida es estructurante y la de muerte destructiva. La pulsión implica el cuerpo y el sujeto. Buscamos a través de la acción el objeto del deseo a partir del que descargar la pulsión. La homoestasis es un equilibrio interno. La perturbación desagradable genera la pulsión, que es una excitación ligada a una fantasía inconsciente. El principio de placer busca el mantenimiento de la homoestasis. La pulsión busca el goce. El goce viviente no está ligado a representaciones, no está vinculado al Otro. Es lo que nos mantiene vivos en un estado de tensión. El placer busca el reposo, el goce la excitación.Descargamos la excitación a través de la pulsión.
La vida del sujeto es un devenir en la que las experiencias van dejando unas huellas singulares. Una parte es inconsciente. Es la Otra escena. La identidad personal es lo que se mantiene en este devenir. Nos atraviesa una fantasía fundamental que nos esclaviza porque nos somete a un guión que hemos escrito en el inconsciente. Puede funcionar, a veces de una manera aceptable o a veces produciendo síntomas, cuando hay fisuras. Es en este caso un precio aceptable. Cuando no es funcional desencadena psicosis o neurosis graves.
El trabajo analítico consiste en atravesar, y por tanto liberarse, de esta fantasía fundamental que nos atrapa sin que lo sepamos.
El otro libro al que nos referimos es El enigma del placer. La pregunta por el placer les lleva a profundizar sobre la naturaleza del inconsciente y de la pulsión para responder a la pregunta sobre el círculo vicioso que nos empuja al malestar ( tanto individual como social. Proponen la idea de un inconsciente creativo, a partir de nuestro núcleo más propio, más singular.encontramos aquí con una cuestión compleja. Los autores se reclaman, como mínimo en algún sentido, del psicoanálisis lacaniano y esto es evidente por sus referencias.Por ejemplo la noción de goce que utilizan para referirse a este placer en el dolor o en el displacer, que a veces es el placer inconsciente que se manifiesta en el displacer consciente. El goce es, de alguna manera,la líbido más la pulsión de muerte. Hay un exceso de lo viviente. También su propuesta de utilizar anticipación en lugar de alucinación como hacían Freud-Lacan para referirse al primer objeto del deseo resulta clarificadora.
Hay aquí una cuestión muy interesante que es la relación entre el objeto del deseo y el objeto de la pulsión, que remite a dos elaboraciones freudianas paralelas, que son las descritas respectivamente en La interpretación de los sueños y en Las Pulsiones y destinos de la pulsión. Todo el análisis de la continuidad/discontinuidad de lo psíquico a partir de la noción de huella es también muy sugerente.
Hay aquí un intento de complementar lo que dicen las neurociencias y el psicoanálisis. Pero lo que esto tiene de positivo, que es abrir un horizonte para el entendimiento de estas disciplinas, lo tiene también de negativo. Porque son dos disciplina que no son complementarias, no hay armonía posible. Son lenguaje heterogéneos. Se puede buscar un encuentro que sea fecundo pero será fallido. No es posible, como dicen los autores, una biología del inconsciente y las pulsiones. Es posible una diálogo tenso, en el que habrán encuentros y desencuentros.
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