Reseña
El complejo de Telémaco. Padres e hijos tras
el ocaso del progenitor.
Massimo Recalcati ( traducción de Carlos
Gumpert)
Barcelona : Anagrama, 2014
EScrito por Luis Roca Jusmet
El tema
de la paternidad está en el orden del
día. Los padres estamos desorientados, en un contexto de declive importante de
la figura paterna. El patriarcado ha muerto o está, por lo menos en las
sociedades occidentales, en vías de desaparición. Es ya la crónica de una
muerte anunciada en el mundo por la globalización. Massimo Recalcati escribe un
libro que muestra este panorama desolado, pero al mismo tiempo nos brinda una
esperanza, una posible salida que no es ni la de la vuelta al autoritarismo ni
tampoco en el quedarse en la lógica del todo vale.
Recalcati es un psicoanalista lacaniano italiano que ha escrito sobre la
anorexia, la bulimia y otras adicciones de una manera muy lúcida y renovadora,
cuestionando la terapia cognitivo-conductista hegemónica. Pero no solo habla
desde su extraordinaria capacidad de análisis, sino también desde una práctica
terapéutica real. Ha desarrollado además un concepto muy fecundo, que es la de
la clínica del vacío actual frente a la clínica de la falta descrita
por Freud. Lacan es, para Recalcati, el
que pone las bases para esta transformación conceptual. La clínica de la
falta viene dada por la falta de ser que habita en el
sujeto dividido por la represión. Se manifiesta a través del síntoma, expresión
del deseo reprimido. La clínica del vacío, en cambio, surge de la desconexión
del sujeto con el Otro. Es el rechazo del Otro simbólico, del ideal. Es la
búsqueda del goce sin la mediación del Otro. Y esto es lo que tiene que ver con
el declive de la figura paterna, ya que se genera una crisis de la autoridad simbólica que crea
nuevos malestares subjetivos y sociales y también una nueva manera de expresión
de las relaciones generacionales. Los hogares no tienen, en muchos casos, una
ley que los regule. En estas nuevas generaciones sin Ley hay una caída del
deseo, una falta de referencia y una esclavitud hacia el goce mortífero.
Pero no
se trata, plantea el psiconalista italiano, de querer restaurar al padre
autoritario, sino de inventarse algo nuevo. No debe reivindicarse la disciplina
perdida, sino la referencia ética del adulto, del padre, a partir de su
testimonio. Aquí justamente encontramos
la originalidad de Recalcati: reivindicar a Telémaco en lugar de a Edipo. Telémaco es un personaje que aparece en la
Odisea de Homeror y que espera la vuelta de su padre, que se fue a la Guerra de
Troya. El padre simbólico representa la Ley de la palabra como la ley del
deseo. No se trata de la transmisión de
una herencia que hay que rechazar o repetir miméticamente, sino de un
movimiento singular que nos permita retroceder avanzando, transformar la
herencia no en lo que nos da la seguridad de una identidad dada, sino en una
aventura, en un riesgo sin garantías. Edipo representaba al Padre como rival,
en cuanto que era el portador de la Ley. La Ley de la palabra es necesaria
porque nos humaniza, porque es la que pone distancia a lo inmediato. Nos
permite un trabajo que nos dignifica, que sublima nuestras pulsiones, que da
sentido a la vida a través de una ética. La Ley de la palabra nos permite
esperar, renunciar al goce inmediato y
así generar el estado de falta que permite la aparición de un deseo más
profundo, más propio, y canalizar las pulsiones.
El grito
del bebé es una petición, no solo referida a una necesidad sino también al amor,
ya que sobre ella se apuntala la demanda de amor al Otro primordial materno,
que nos atiende. De esta manera, somo algo para este Otro primordial, pero tan
destructivo como no ser nada para él es serlo todo, porque entonces nos
convertimos en su objeto. El Otro nos quiere y nos da algo inmaterial, en
cierta forma nos da lo que tiene, porque no son objetos sino un gesto de amor
lo que pide el niño. El Otro simbólico es el que nos separa del Otro pimordial,
el que nos enseña la Ley de la palabra. Todos dependemos del Otro, aunque
debamos ser autónomos. Nadie es autosuficiente, ni dueño de sí mismo. Hay que
aceptar los límites y la deuda simbólica que tenemos con la generación
anterior, hay que aceptar la popia filiación para superarla.
El malestar en la cultura es algo estructural, ciertamente, porque hemos de renunciar a la pulsión que tiende al goce inmediato, limitarlo y, si podemos, canalizarlo. La pulsión es, finalmente ( tal como nos enseñó Freud) destructiva, es pulsión de muerte. Este es el problema actual. El imperativo parece se el de gozar sin límites y el Ideal imposible al que está ligado es el de la autosuficiencia. Este es el nuevo infierno, no el creado por la represión sino el del empuje al goce mortífero. Otro problema que aparece, para Recalcati, es el de la confusión de las generaciones. Porque cada generación debe separarse de la anterior. Freud ya marcó, de todas maneras, que la tarea de los padres es una tarea imposible, porque no hay normas y nunca se hace bien, no hay un Ideal. Todo progenitor está llamado a inventarse su papel, asumir el riesgo y el fracaso que implica. Porque siempre es fallido, o nos pasamos o nos quedamos cortos. Por suerte. Los padres que tienen un Ideal que creen representar son tan nocivos como los padres ausentes. El padre no puede presentarse nunca como un modelo, como la representación del Ideal, de la Ley. Un padre es un guardián de la Ley, no la Ley, a la que él mismo está sometido. Ejerce un poder relativo, no un dominio absoluto. Pero si antes este era el peligro, ahora lo es la ausencia de padre. Pero no tanto la ausencia física como la simbólica, es decir la no asunción de responsabilidades por parte del padre.. El padre se presenta como un igual delante del hijo, porque hay una confusión de generaciones. Nadie quiere ser adulto y esta es una gran mutación antropológica. Es la evaporación del padre, como ya anticipó Jacques Lacan. No hay transmisión de la Ley y,como consecuencia, la sociedad se vuelve más reglamentaria y se hace una referencia constante a las leyes. En este contexto son los hijos los que parecen imponer las normas. Falta una mediación simbólica, que era la que ejercía el padre. Los niños ocupan el lugar central que deberían ocupar los padres. Todo parece girar en torno a su capricho.la época de evaporación de los padres es la época de evaporización de los adultos. Se quiere evitar a los hijos el encuentro ( necesario pero doloroso) con lo traumático de la existencia., con lo real ( el sexo, la muerte).
El malestar en la cultura es algo estructural, ciertamente, porque hemos de renunciar a la pulsión que tiende al goce inmediato, limitarlo y, si podemos, canalizarlo. La pulsión es, finalmente ( tal como nos enseñó Freud) destructiva, es pulsión de muerte. Este es el problema actual. El imperativo parece se el de gozar sin límites y el Ideal imposible al que está ligado es el de la autosuficiencia. Este es el nuevo infierno, no el creado por la represión sino el del empuje al goce mortífero. Otro problema que aparece, para Recalcati, es el de la confusión de las generaciones. Porque cada generación debe separarse de la anterior. Freud ya marcó, de todas maneras, que la tarea de los padres es una tarea imposible, porque no hay normas y nunca se hace bien, no hay un Ideal. Todo progenitor está llamado a inventarse su papel, asumir el riesgo y el fracaso que implica. Porque siempre es fallido, o nos pasamos o nos quedamos cortos. Por suerte. Los padres que tienen un Ideal que creen representar son tan nocivos como los padres ausentes. El padre no puede presentarse nunca como un modelo, como la representación del Ideal, de la Ley. Un padre es un guardián de la Ley, no la Ley, a la que él mismo está sometido. Ejerce un poder relativo, no un dominio absoluto. Pero si antes este era el peligro, ahora lo es la ausencia de padre. Pero no tanto la ausencia física como la simbólica, es decir la no asunción de responsabilidades por parte del padre.. El padre se presenta como un igual delante del hijo, porque hay una confusión de generaciones. Nadie quiere ser adulto y esta es una gran mutación antropológica. Es la evaporación del padre, como ya anticipó Jacques Lacan. No hay transmisión de la Ley y,como consecuencia, la sociedad se vuelve más reglamentaria y se hace una referencia constante a las leyes. En este contexto son los hijos los que parecen imponer las normas. Falta una mediación simbólica, que era la que ejercía el padre. Los niños ocupan el lugar central que deberían ocupar los padres. Todo parece girar en torno a su capricho.la época de evaporación de los padres es la época de evaporización de los adultos. Se quiere evitar a los hijos el encuentro ( necesario pero doloroso) con lo traumático de la existencia., con lo real ( el sexo, la muerte).
La
comunidad humana solo es posible a través de la Ley de la palabra y de las
instituciones, es decir, del orden simbólico. La política es también es
acuerdo, pacto, delegación. Pero la inmediatez actual, el hedonismo niega las
mediaciones y deriva en movimientos como el de cinco estrellas, que
reivindicando una supuesta democracia directa parece negar el pacto, la
mediación, lo institucional. Es como una eterna adolescencia, que comienza
antes y no se acaba nunca. Desaparecen la culpa, la vergüenza y también la
responsabilidad. La sexualidad la vive el adolescente no como un encuentro con
el Otro sino desde la soledad. Se evade de él a través del ascetismo (
anorexia) o del goce de la pulsión,
tratando al otro como un objeto o a través de las adicciones. No hay deseo, ni
amor, ni vínculo posible. Se goza sin el Otro. Los objetos tecnológicos
obstruyen la aparición del deseo porque nunca hay un vacío, siempre se llena
con la play-station, el móvil, el ordenador, la televisión. Es necesario el filtro del
lenguaje, que es el que nos permite establecer un vínculo con el Otro. En todo caso el padre es necesario. No para
imitarlo ni para rechazarlo sino para renunciar a él y hacerse cargo de uno
mismo, asumir la reponsabilidad de quienes somos.Aquí Recaclcati plantea seguir
a Lacan y no a la Escuela del Yo. Debemos ceder al Ello, no al Yo, al anhelo y
no a las identificaciones con un Ideal. Ser lo que queremos ser, no lo que nos
han dicho que debemos ser. El sujeto del deseo es el sujeto del inconsciente.
Hay
cuatro tipos de hijos : el Edipo, el Anti.Edipo, el Narciso y el Telémaco. El
Edipo es el que se somete al padre, al Anti-Edipo el que se nefrenta a él. El
Narciso es un hijo sin padre, pendiente solamente de su imagen. Pero aunque
vivamos en la época de Narciso hay elementos edípicos que son estructurales y,
por tanto, universales. Como son la tendencia incestuosa y el conlficto
gneracional, que cada época y cultura vive de manera diferente. Pero hoy en día
el modelo edípico e sinsuficiente para entender lo que ocurre entre
generaciones porque el conflicto se ha convertido en confusión y se ha alterado
el proceso de filiación. El Mito de Narciso es el de la autosuficiencia, el de
la autogeneración. Pero los hijos actuales esperan, en el fondo, a un padre que
llegará, porvenir.Mira el horizonte, espera a un portador de la Ley, del
sentido. Este es el mito de Telémaco que aparece en "la odisea", el
del hijo que espera el retorno del padre. Pero se trata de heredar para
reconquistas, no se trata de recibir un legado. Hay que subjetivizar la herencia,
transformarla en algo propio. No es una repetición ( que es como lo interpreta
el neurótico), es hacer algo propio a partir de lo recibido. La vida biológico
se humaniza fertilizada por el deseo del Otro. El padre debe querer algo para
su hijo pero este querer debe dejar espacio para que aparezca su deseo. Hay
discontinuidad peor no ruptura. Es una especie de reconquista, de superación de
lo que nos han dado. Los niños, los adolescentes esperan la llegada del padre.
De este padre que llega no como autoridad sino como referencia. Es el adulto
que se responsabiliza de sí mismo y que muestra, de alguna manera, que hay un
camino para salir de la adolescencia.
Un libro
apasionante, escrito con rigor y con sentimiento. O dicho de otra forma, con
deseo. Una actualización de lo que nos aportaron Freud y Lacan. Aunque el libro
de Recalacati me evoca también a otra extraordianria psicoanalista, Françoise
Dolto.
Un comentari paradigmàtic el que has fet, jo apostillaria una sola cosa i és que sempre hi ha un "matar" simbòlicament al Pare per a tornar a ell o a Ell "d'una o d'altra manera".
ResponderEliminarI una altra cosa, mira, el judaïsme va primar al Pare, el cristianisme al Fill i la religió musulmana té en el mite d'Abraham, en el sacrifici la idea arrelada de que no és el fill al qui Abraham intenta sacrificar sinó que és ell mateix, el Pare qui mor en "¿matar?", és un Èdip amagat, i el que espera tota una joventut musulmana, i jo diria que la Història és la tornada d'eixe pare "¿mort?" la tornada com a "amic" i "company igual", ja sé que en un primer moment i fase el Pare en la Història i en la familia no pot ser l'amic del Fill, però en la tornada ho ha de ser, ens ho estan dient els jihadistes, aprenguem d'ells, en el bon sentit, i filosòfic.
Eixa i la idea que ja et vaig exposar del concepte és la nova transformació, el nou pas de la Història, que ja va tombar al Pare, però que hui ens torna com a company, com a germà, l'horda dels germans.
Vicent
He leído con mucho interés tu artículo. Estoy de acuerdo que la crisis de la figura paterna es clave en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Quería sin embargo comentarte algo sobre el uso que haces del concepto de pulsión. Un concepto por otro lado muy resbaladizo para el propio psicoanalistas. Yo, que soy un completo amateur, no lo equiparo directamente al goce. He buscado algo de información, y en el artículo titulado "Aproximación teórica al concepto de pulsión", de Fuensanta Morales Moya (http://goo.gl/2JnNqs), he leído el siguiente argumento, atribuido a Freud: "El fin de toda pulsión es la satisfacción, que implica suprimir el estado de tensión. Esto se puede alcanzar de diferentes formas, y así puede haber una satisfacción inhibida en su fin, como es el caso de la sublimación, o bien darse la satisfacción paradójica, mostrando cómo la satisfacción se puede alcanzar por la vía del displacer". También es cierto que he encontrado esta definición de goce de Lacan, que apoya tu uso: “la satisfacción de una pulsión”. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarLa religión musulmana dice que Dios ordena a Abraham a matar su hijo Ismael, no a Isaac
ResponderEliminar¿Abraham es un Edipo "escondido"?
Murió un cordero, no el Padre.
"...los yihadistas, aprendamos de ellos, en el buen sentido, y filosófico".Ni que dudarlo...¿no? Tan humanos...¿verdad?
¿El padre vuelve como "amigo" a encontrarse con la horda de los hermanos?
¿Como hermano mayor o menor?
Muy buena tu nota Luis e interesante y certera la apreciación del psicoanalista desde el mito de Telémaco
ResponderEliminarCariños, amigo.
I potser, mira, Luis, és molt important, potser aquesta tornada freudiano-musulmana del Pare-amic o l'horda dels germans no es podrà institucionalitzar amb unes lleis de "tots iguals", "No a les gerarquies simbòliques", sinó que ja que no tot lo món pot passar per un anàlisi, per a fer al seu sinó una tornada al Pare o Pare-amic musulmà, sí que acceptem que cada persona ha de passar, com els grecs amb Asclepi, per un període iniciàtic, digues-li la mal anomenada "depressió", una malaltia mental o una joventut, pubertat o adolescència d'allò més "Una classe magistral" amb el seu infern, que una volta superat entre en la maduresa d'eixe Pare-amic.
ResponderEliminarCom ho podrem institucionalitzar? Això ja és cosa dels polítics, nosaltres els poetes ho proposem, Déu disposa.
Vicent
En respuesta a algunos comentarios, diría que, según mi opinión, el judaísmo coincide con los inicios de la decadencia de la figura paterna. Para intentar evitar esta deriva, Yavé se presenta ante su pueblo como implacable y cruel corrector ("¿hasta cuándo ha de ultrajarme [...] esta turba depravada?"), eligiendo a "mansos" profetas que asumen el papel de padres. Sólo en contadas ocasiones se postula él mismo como Padre. Esto sólo llegará definitivamente por medio del Dios Padre del cristianismo, señalado así por el profeta, que ahora es Hijo. Con el Islam, quizás en reacción al cristianismo, vuelve a instaurarse, pero ahora desde abajo, la figura paterna en su versión más inmisericorde y autoritaria. No se secunda pues la apuesta por una búsqueda individualizada, libre, del padre caído (y/o eliminado). Y en esas andamos.
ResponderEliminarJo deia, bàsicament, senyor Francisco Vidal (estarà amb mi que la intenció és l'important del discurs) que passat el període iniciàtic, que pot estar o no institucionalitzat, en una guerra, una milícia, uns estudis, una formació de qualsevol tipus, artística, militar, lúdica, etc. ve el reencontre amb el Pare, al Pare deixem de veure'l com al Pare cruel de l'horda primitiva freudiana, i sí com al Pare més benévol del cristianisme, aquell a qui li reconeguem el seu patiment, perquè ho hem patit nosaltres, aquell que és un germà, més que un pare, i que segons jo crec és el que busca el jihadista quan s'allista a un grup per a matar el món, per a carregar-se definitivament la Història i al Pare, passen aquestes persones pel seu període iniciàtic en forma de soldats del fals Islam, si no fals, de la secta de la jihad, el que caldria és fer-los passar per un període iniciàtic adient, institucionalitzar el seu afany per la mort, el seu Thanatos(de fet és eixe Pare ideal el que espera en un Cel ple de verges i belles dones), que podria substituir la guerra, com en Occident ho està fent les malalties mentals, en una reacció de la natura o ho ha intentat l'educació a les aules o la milícia en certa època, la guerra ja no es veu des de l'esperit del "llop", ja s'odia la vida del contrincant, en un sense límit que cal aprofitar i fer de la guerra i la pau una línia sinusoïdal suau, en què les guerres no siguen més que períodes de crisi econòmica fonamentalment.
ResponderEliminarVicent
Sr. Vicente Llémena, aunque no comprendo del todo su argumentación, creo entender que ud. defiende la institucionalización de ese periodo iniciático de odio hacia el padre al que todo humano debe enfrentarse. Sería una forma de dar un cauce no tan dañino a las pulsiones. Quizás tenga ud. razón. Pero, y esto engancha con mi primera intervención aquí, creo que no deberíamos meter en el mismo saco las distintas formas de expresión que bajo mi punto de vista tienen las pulsiones: no es lo mismo hacer una guerra que pintar un cuadro. Y con esto tampoco quiero excusar a occidente, que quizás tampoco esté apostando tanto por el arte. Bajo mi criterio, todo depende de la "calidad" del padre, de la investidura de la ley.
ResponderEliminarMe gustaría de paso aprovechar para rectificar algo de mi comentario anterior. Por supuesto, no soy un experto en religiones. No he leído el Corán, y sólo parte del Antiguo Testamento. Por eso, cuando digo que "Con el Islam se instaura de nuevo la figura paterna en su versión más autoritaria y cruda" me gustaría puntualizar: "o con cierta interpretación del Islam".
Les espera “un Cielo, lleno de vírgenes y bellas mujeres”
ResponderEliminar¿A quienes?…
¿A los achaparrados, asesinos y degenerados machos de la horda, padre, hijos y hermanos incluidos.?
Siempre lo mismo
Atención, freudianos
Sí, té vosté raó, potser no és el mateix connotativament una guerra que ser un artista o un arquitecte, però en el fons les guerres han actuat de manera que els qui anaven passaven pel seu període iniciàtic, el que caldria i potser em columpie, és fer d'aquests períodes on l'Home ho passa malament, una cosa institucionalitzada, ja ho ha fet l'estat amb l'escolarització, però el que caldria és donar "esperança", fal·lus, ensenyar en l'esperança de que aquest període és normal i passarà. No sé potser estiga delirant, però tot llenguatge n'és un deliri socialitzat, i això m'espenta a seguir i a creure que vosté, Luis i jo podem fer alguna cosa per la Història.
ResponderEliminarVicent
La guerra es normal...Hay que legitimarla , debe lograr personería jurídica, emblemas distintivos...
ResponderEliminarHay que dar esperanza a los iniciados machos asesinos achaparrados , padre, hijos y hermanos incluidos ya que al final de sus gloriosas ansias, dolores, temblores y esfuerzos llegarán a “un Cielo,donde esperan esas "COSAS", las vírgenes y bellas mujeres"para uso y abuso de los degenerados impotentes que se disfrazan de idealistas.
"...institucionalizar su afán por la muerte, su Thanatos
ResponderEliminarEs ese Padre ideal lo que espera en un Cielo lleno de vírgenes y bellas mujeres, que podría sustituir a la guerra"
El PADRE IDEAL es para éste, el dueño de un harén o de un prostíbulo.
Pero lo que ignora, es que el padre lo recibirá por su calidad de EUNUCO.
http://luisroca13.blogspot.com/ BRAVO! EXCELENTE PAGINA. SALUDOS.
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