Pierre Clastres
(traducción de Paco Madrid)
Virus editorial, 278 páginas, 2010
Escrito por Luis Roca Jusmet
Virus editorial ha tenido el acierto de rescatar del olvido un libro muy interesante del malogrado antropólogo francés, muerto en accidente de coche en 1978, a los 43 años de edad. Aparte de la tragedia humana se perdieron dos cosas: el trabajo científico n marcha de un antropólogo excepcional y la elaboración progresiva de un material muy valioso para las reflexiones de la izquierda radical.
Pierre Clastres era un etnógrafo que realizó un trabajo de campo entre 1963 y 1974 entre pueblos indios de Sudamérica. Desde el punto de vista de la antropología científica el libro es imprescindible. La manera como articula el trabajo de campo con reflexiones teóricas es un modelo de rigor y creatividad. También de claridad expositiva, porque como dice Beltrán Roca Martinez, autor del prólogo, Pierre Clastres es un excelente escritor, algo poco común entre los antropólogos. En este sentido hay muchas cosas a citar porque el trabajo está lleno de sugerencias. Una es la diferencia entre el jefe, el chamán y el profeta, que me ha parecido esencial para entender estas sociedades primitivas y su dinámica interna. Otra es la manera como describe el papel del jefe de la tribu al hacer de mediador, negociador portavoz de líder sin querer ni poder mandar a los miembros de su sociedad. Cómo es el jefe el que tiene obligaciones con la sociedad y no ésta con respecto a él. Igualmente el papel que da a la Palabra dentro de esta función simbólica, en un sentido casi lacaniano de Significante, ya que cómo dice Clastres lo que menos importa es lo que se dice.
El libro de Clastres, con unos cuantos artículos que llevan de manera muy coherente a una conclusión y una entrevista final, es un revulsivo contra el liberalismo y contra la escolástica marxista. Contra el liberalismo Su actitud de respeto hacia estas culturas y el deseo de aprender de ellas le llevan a enfrentarse radicalmente a cualquier eurocentrismo. En este sentido da la vuelta a su propia disciplina, constituida, como denuncia Immanuel Wallernstein, a fragmentar las ciencias sociales y constituir a los salvajes como el Otro de los civilizados. Lo que plantea Clastres es que lo que se presenta como una insuficiencia en estos pueblos, la falta de Estado, es justamente su grandeza. Contra el marxismo porque cuestiona el tópico de que el Estado es el instrumento de la clase dominante para mantener su poder. Para Clastres es el Estado el poder originario y las clases sociales su efecto. Lo que está claro es que no se trata de sustituir un axioma por otro sino de matizar la cuestión y aceptar su complejidad. No sólo referido al origen sino también a las propuestas políticas, por supuesto. El debate sobre el Estado se ha planteado en la izquierda de manera muy polarizada. La tradición marxista ha llevado en su peor versión a la deriva estalinista y el Estado se ha constituido aquí en una pesadilla para los trabajadores. Experiencias históricas como la Rusia postcomunista o la China actual nos dan también materiales de análisis muy interesantes para analizar empíricamente las posibles relaciones entre el capitalismo y Estado. Por el lado anarquista el rechazo radical del Estado ha llevado al movimiento a contradicciones, como la que se dio con la entrada de la CNT en el Gobierno del Frente Popular. La reflexión de Pierre Clastres ha tenido sin duda una gran influencia entre teóricos de la izquierda radical como Miguel Abensour (en este caso muy explícita y reconocida) o Jacques Rancière cuando defienden algo similar al identificar la política con la democracia y contraponerla al Estado. Seguramente la muerte temprana evitó que pudiera haber entrado en diálogo con pensadores como Cornelius Castoriadis, con el que estaría de acuerdo en este punto pero polemizaría en otro. Me refiero a la afirmación radical de éste último filósofo de que la democracia es un invento griego-europeo, mientras para Clastres las sociedades primitivas indios serían un modelo ejemplar de este sistema. El debate queda abierto y vale la pena retomar la aportación del antropólogo como un material muy valioso.