La
cuarta socialdemocracia. Dos crisis y una esperanza
Agustín
Basave
(presentación
de Rolando Cordera y prólogo de Ludolfo Paramio)
Los
que, como yo mismo, formamos parte de una generación que, en los
años 70, se formó a partir de una marxismo althusseriano o
troskysta, heredamos una idea de la socialdemocracia absolutamente
negativa. Aparecía como el mejor gestor, y por tanto el más
peligroso, del capitalismo. Me ha costado mucho cambiar el chip y
entender que la socialdemocracia, con sus luces y sombras, es una
tradición fundamental de la izquierda democrática. Tuvo que
aparecer un historiador de izquierdas, tan lúcido como comprometido,
Tony Jud, para reivindicar sin complejos esta alternativa. Aunque no
fue el único, y hay que reconocer el trabajo realizado en nuestro
país por gente como José Luis Monereo, que se hizo cargo de una
magnífica edición del principal libro teórico del fundador de la
socialdemocracia, Eduard Bernstein (“El socialismo evolucionista”)
y escribió él mismo un libro muy interesante sobre “La crisis de
la socialdemocracia”.
El
libro que nos ocupa está escrito por Agustín Basave, académico y
político mexicano, y es un elogio de la socialdemocracia, a la que
considera la única tradición que, subsanando sus errores, puede
ofrecer una alternativa deseable y posible en esta economía-mundo
capitalista tan devastadora que vivimos actualmente. Basave nos habla
de las tres etapas que ha vivido la socialdemocracia y nos propone un
nuevo horizonte que daría lugar a lo que él llama la cuarta
socialdemocracia. La primera fase era justamente la de sus inicios,
con este Bernstein que quería alejar al SPD de su tanto de su
dogmatismo marxista como de su sectarismo, pero que no supo romper de
manera radical con Marx y asumir el liberalismo político de una
manera clara y explícita. La segunda fase es la que debe servirnos
como referencia, que es la que se configura en Europa después de la
Segunda Guerra Mundial a través del pacto social que dará lugar al
Estado del Bienestar, a los derechos laborales, al sufragio
universal, a la igualdad de derechos y a la reducción de las
desigualdades. Este planteamiento socialdemócrata influirá tanto a
la derecha liberal como al comunismo, que acabará asumiendo a través
del eurocomunismo los presupuestos básicos de la socialdemocracia.
La Treintena gloriosa, entre 1945-1975, será un ejemplo de lo que se
puede conseguir desde esta combinación de republicanismo,
liberalismo y socialismo. El camino era asumir los principios de la
democracia liberal y redistribuir la riqueza a través de los
impuestos. Pero a partir de los años 70, asisitimos a la ofensiva
neoliberal y a la ruptura del pacto social existente. La derecha
neoliberal desmantela todo lo que puede el Estado del bienestar
cuando gobierna, reduce los impuestos a los ricos y reduce los
derechos de los trabajadores flexibilizando al máximo el mercado
laboral. Lo peor es que la propaganda neoliberal acabará
transformando a la propia socialdemocracia, que acabará asumiendo
muchos de sus planteamientos. De esta forma, la tercera vía de
Blair dejará de ser una alternativa al neoliberalismo al
interiorizar su propia lógica. Todo esto hay que situarlo en un
contexto muy preciso en el que se da un envejecimiento de la
población europea (con todas las dificultades que implica para que
las pensiones y los sistemas públicos de salud sean sostenibles) y
de crisis económica. Pero hay aquí también una alianza de la
derecha neoliberal y la izquierda radical, que desde planteamientos
tercermundistas criticará también la opción socialdemócrata. Todo
ello lleva a la victoria de los axiomas neoliberales: desregularizar
el mercado, bajar los impuestos (sobre todo a los ricos), eliminar
aranceles, y minimizar el estado de bienestar y privatizar los
servicios. Nos encontramos, por lo tanto, con una primera etapa de
surgimiento d ela opción socialdemócrata, una segunda de apogeo y
una tercera de declive, que tiene nefastas consecuencias para el
equilibrio democrático. La izquierda se derechiza y la sociedad,
paradójicamente, se izquierdiza. Hay un serio desprestigio del
Estado y de la democracia.. La democracia liberal se convierte en una
mercadocracia en el marco ideológico de la ilusión del paraíso
consumista, del individualismo competitivo y una exaltación de lo
privado contra lo público. Las consecuencias, como sabemos, son
nefastas: paro, pobreza, aumento de la desigualdad, distanciamiento
de las élites políticas de la sociedad. Aparecen entonces toda una
serie de movimientos espontáneos y críticos, que exigen una
democracia real y más justicia social.
¿Cuál
es la propuesta del libro? En primer lugar partir de la convicción
de que la democracia real es posible si se separa el poder político
del poder económico. Esto quiere decir que el primero debe
emanciparse de manera absoluta del segundo. Al mismo tiempo hay que
luchar contra la tendencia de la deriva de la democracia liberal en
una oligarquía de las cúpulas de los partidos. Para ello hay que
recuperar la confianza de los trabajadores por parte de la izquierda,
mostrando que las propuestas d ela socialdemocracia y, más en
general, de la izquierda, son posibles y deseables. Hay que combatir
de manera inteligente la capacidad de unos massmedia al servicio de
la derecha y del neoliberalismo. Hay que buscar las maneras de
neutralizar la dependencia de los Estados al poder económico
internacional. Hay que fortalecer la democracia y potenciar la
economía productiva y las cooperativas, imponer una reforma fiscal
progresiva y controlar de manera contundente el fraude, así como
enfrentarse de manera solidaria peor realista con el problema de la
inmigración. Potenciar la democracia participativa con un cuarto
poder, que podría ser una asamblea de ciudadanos elegidos o por
sorteo, que controlaran los poderes parlamentario, ejecutivo y
judicial.
El
libro nos plantea también un interesante análisis de la situación
en America Latina, que necesita una izquierda que rompa con el
marxismo y acepte la democracia liberal de una manera renovadora, a
pesar de todas las lacras de corrupción que ha generado este sistema
en estos países y el escepticismo que se ha derivado de ello.
La
verdad es que es un escrito que me parece muy interesante, claro y
que nos ofrece una propuesta de izquierda viable y sin prejuicios.
Faltan muchas cosas, por supuesto. Falta una análisis crítico del
populismo, falta la introducción de la ecología en la cuarta
socialdemocracia. Igualmente es necesario un análisis más crítico
de la tradición socialdemócrata y del poder de las multinacionales,
una crítica más precisa de las oligarquías burocráticas…
También se echa a faltar algo más de creatividad en las propuestas
( la del cuarto poder es la única que sugiere y sin profundizar, por
ejemplo, en la cuestión del sorteo como arma democrática). De todas
maneras un libro muy aconsejable para los ciudadanos, sobre todo con
los de izquierda, que han de pensar que difícilmente existir una
alternativa de gobierno de izquierdas al margen de la
socialdemocrcaia.
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