Perdidos. España sin pulso y sin ritmo.
José Manuel Roca
Madrid : La linterna sorda, 2015
Escrito por Luis Roca Jusmet
Escrito por Luis Roca Jusmet
Presento aquí un
libro absolutamente necesario para quien quiera saber dónde nos encontramos
políticamente en este país y por donde deberíamos orientarnos. Me gusta mucho
más la metáfora de la brújula que la de
la cartografía. Necesitamos más, me parece, una buena orientación que una buena
planificación. Porque las situaciones son demasiado imprevisibles y complejas
cómo para poder concretar cuáles son los pasos que debemos seguir. También lo
de sin pulso, porque es el ritmo de la vida y parecemos realmente una
sociedad muy cansada, muy apática. Y cuando algo es capaz de sacarnos de este
estado, como en parte ha pasado con el movimiento independentista catalán
entonces recuperamos el pulso pero no el rumbo adecuado.
Hacía falta un libro
como este, con un recorrido muy preciso desde la transición hasta el momento
actual. Porque aunque muchos, muchos, estamos hartos de lo que nos están haciendo
los poderes establecidos hace falta este
trabajo paciente y meticulosos para
señalar cuales son los problemas, cuales son las causas y quienes los
responsables. Pasando la cuestión de la transición y el gobierno Suárez (y su prolongación con Calvo Sotelo) ,
sobre la cual José Manuel Roca ha sabido marcar bien los elementos clave,
interesaba sobre todo delimitar bien lo que hizo el gobierno socialista de
Felipe González, el siguiente del Partido Popular de Aznar, el cambio de
Zapatero y el cambio del cambio de Rajoy. Coincido en el diagnóstico: tanto el
PSOE como el PP son responsables de la situación en la que estamos, pero no de
la misma manera. Cuando todos los gatos
son pardos perdemos los matices. Tanto el balance global del gobierno del
PSOE de Felipe González como el de Zapatero
son negativos. Pero no todo lo hicieron mal. Los gobiernos de Felipe
González se movieron en la contradicción entre la socialdemocracia- lo que
permitió construir el Estado del Bienestar- y las orientaciones socioliberales
de Boyer y Solchaga. Y, por supuesto, fue un nido de arribistas, redes
clientelares y de prepotencia, lo cual es imperdonable por las secuelas que ha
dejado.. El gobierno Zapatero fue en algunos aspectos bienintencionado, pero le
faltó valentía política para romper con la política económica anterior y coger
el toro por los cuernos cuando la crisis ya era manifiesta. Los gobiernos del
PP, tanto el de Aznar como el de Rajoy, no permite ninguna ambigüedad ni
ambivalencia. Política neoliberal al servicio de los ricos, incompetencia,
autoritarismo, neoconservadurismo ideológico, nacionalismo español cutre… Porque
hay que añadir el despilfarro de fondos públicos en proyectos absurdos y
monumentales, la corrupción y el clientelismo más descarado. Lo peor de lo
peor, en definitiva. Nada que salvarles, así de claro. Desarrollo, en
definitiva de lo que Juan Manuel Naredo
( al que Roca no cita y a mí me parece unas de las voces más lúcidas de la
crítica a este España a la que nos han conducido en parte el PSOE y totalmente
el PP) el modelo caciquil heredado del franquismo, base del pelotazo
urbanístico y de la burbuja inmobiliaria. Roca va desgranando muy bien todos
los aspectos de este miserable proceso.
El diagnóstico es
ciertamente pesimista. Pero de todas maneras me parece que vale la pena salvar lo salvable, que lo hay. Básicamente
que estamos en un Estado de derecho, aunque esté muy deteriorado, y que esto no
debe cuestionarse porque si lo hacemos justificamos derivas como la de Artur Mas. Hay que reforzarlo y al mismo tiempo
regenerarlo, ciertamente. Tiene toda la razón a la crítica a la degradación de
las instituciones democráticas y los partidos, que conducen en la práctico al
dominio de un poder oligárquico entre los poderes económico y los políticos.
Roca acaba con un
epílogo en el que intenta apuntar una cierta esperanza, por un lado, y la formulación de propuestas en positivo,
por otro., Esto último es realmente un
esfuerzo a considerar. Desde una perspectiva a la vez radical (en el mejor
sentido, el de ir a las raíces) y realista nos da algunas pistas sobre como
recuperar el pulso y el ritmo. Se trata en definitiva de un libro que debería
leer cualquier ciudadano interesado y comprometido con el presente y el futuro
de su país, como no puede ser de otra manera. Porque para saber donde estamos y
hacia dónde vamos hay que saber, no lo olvidemos, de dónde venimos. Perdidos,
pero no del todo. Esperemos.
A mí me gusta más mirar las raíces del problema, como problema global, en la biopolítica o en los resortes inconscientes de cada ser hablante, habitante de este país, si Ortega ya dijo que el problema catalán era irresoluble, a mí me gusta recordar a los padres de la Constitución y ver su magna obra, la nueva España que salió de la Constitución.
ResponderEliminarAhora nos hace falta otra nueva vuelta, que no de tuerca, sino otro nuevo plantear la situación, yo sé que el problema de la afección de la gente, de la masa a la independencia no es un tema absolutamente catalán, pero es el registro lingüístico, tocado y retrocedido; el registro económico, una gran crisis, la más grande desde que el mundo se puso en crisis con "Dios ha muerto" de Nietzsche, y el registro político, con políticas, debido a la fractura de los otros registros, que retroceden en una nueva centralización del estado, cuando un registro cae caen los otros dos, a pesar de ir siempre unidos.
Se puede, porque casi todo es posible, mandar al ejército y vuelta a empezar, con nueva guerra y quién sabe si mundial, somos algo más que un pueblo, nuestro peso histórico es evidente, pero lo más lógico es volver a sentarnos a hablar, de la economía, mover círculos en el ámbito mundial, la posible salida a la crisis mundial, nosotros los que escribimos tenemos mucho que ver en ello, análisis, diatribas, tesis, trabajos, manifestaciones, agrupamientos colectivos, etcétera, el mundo, en crisis desde el siglo XIX ha de seguir vivo, y la palabra es la última barrera, como la belleza para la desintegración del individuo y como no, de las sociedades.
Vicent