Escrito por Luis Roca Jusmet
El filósofo esloveno Slavoj Žižek
escribió un artículo el año 2007 dedicado a Spinoza titulado
"Entonces ¿ que es Spinoza ?"
En el
texto el filósofo señala un lugar común : Spinoza, Kant y Hegel
como las tres vías modernas de la filosofía. Žižek es un
hegeliano que considera a Kant como el auténtico iniciador de la
filosofía, en el sentido moderno del término.
Žižek
empieza su texto señalando, con una cierta ironía, que todo el
mundo ama a Spinoza. Lo quieren los marxistas althusserianos, los
deleuzianos y los demócratas radicales como Toni Negri.Cada
cual lo entiende a su manera, pero en todos los casos sorprende como
todos estos materialistas , heterodoxos y críticos con el sistema
reivindican a ese Spinoza, convencionalmente racionalista y
panteísta.
Žižek
señala el carácter antijudío de Spinoza, su carácter realmente
transgresor con respecto a la tradición de la que parte : no hay una
Otredad radical ( en la línea de Levinas y Derrida) ni tampoco hay
redención. Pero lo que realmente niega Spinoza, nos dice Žižek, es
la negación. Esta es la gran diferencia con Hegel. La Substancia
es completa, es la Unidad a través de la diversidad, sin conflictos,
sin fisuras. Todo es, todo es una potencia que se despliega. Lo
negativo es irreal, e producto de la imaginación, de las ideas
inadecuadas. Todo es necesario, todo está bien. Se sitúa en la
tradición aristotélica de la buena vida. Únicamente las pasiones
que surgen de la ignorancia son obstáculos. La moral de una ilusión
porque el deber es la incomprensión del curso de las cosas. No hay
que forzar. Disuelve la diferencia entre hecho y el derecho. La
justicia no puede ser otra cosa que el desarrollo de la potencialidad
que se actualiza.
¿ Que
falta ? Falta la falta humana instaurada por el Orden simbólico, por
la alienación en el lenguaje y la ley. Spinoza, añado yo, habla de
la separación como la distancia de las pasiones. Pero las pasiones
se mueven en lo imaginario. Spinoza niega, dice Žižek, lo
simbólico.
Lo
simbólico es el significante que asesina la cosa, que nos hace
perder la naturalidad. Señala un límite y este límite parecería
no existir en el tercer grado de conocimiento, la intuición de Dios. Para Spinoza no hay tensión y el mismo deseo no surge de la
carencia sino de la plenitud.
Todo
esto me recuerda dos cosas. Una un texto de Robert Marishi, en el que
oponía el deseo desde la plenitud al deseo desde la carencia, tal como lo plantea Schopenhauer. Marishi
es spinoziano, por supuesto y Freud, Lacan y Žižek son, en este
sentido, schopenhauerianos. pero con matices. Freud, como señalan varios estudios, tiene una cierta afinidad con Schopenhauer. A Žižek no le gusta el budismo y Spinoza le suena a budismo. Le gusta más el
cristianismo, por lo que tiene de traumático.
También podemos hablar de política a partir del texto de Žižek. La
multitud de Spinoza, dice el filósofo esloveno, no es la revolucionaria multitud de la que hablan
Negri y Hardt. Tiene para Spinoza un potencial de cambio y de resistencia, pero
también puede ser una masa violenta irracional. No hay que olvidar
la ambivalencia, Spinoza no idealiza ni criminaliza la multitud, como
sus epígonos.
Spinoza niega, continúa Žižek, la pulsión de muerte, que es para él la expresión de la negatividad humana, la
que nos lleva a la necesidad del orden simbólico. Pero la negación
de la Ley, dice Žižek, no conduce a la liberación del deseo. La negación de la Ley
conduce a un superyó que se impone como un goce oscuro, sin límites. Pero aquí Spinoza puede coincidir con Žižek, porque para él la libertad es un efecto de la Ley y la negación de esta lleva al conatus irracional, al dominio de las pasiones.
Žižek, y sin negar el interés de su crítica, no me parece
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