Escrito por Luis Roca Jusmet
Este artículo no es académico, aunque se base
en dos libros que son, en el buen sentido de la palabra, académicos. Son dos
libros escritos por Francisco Vázquez García y José Luis Moreno Pestaña. Dos de
los mejores filósofos vivos de nuestro país, a mi modo de ver. Ambos son
profesores de la Universidad de Cádiz y se dedican, entre otras cosas, a la
sociología del conocimiento filosófico. Aparte de los libros que analizo aquí
han coordinado el libro Pierre Bourdieu y la filosofía. ( Barcelona :
Montesinos, 2006).
La sociología de la filosofía es una disciplina
novedosa en nuestro país. Pero hay trabajos muy interesantes en esta línea
fuera de él, como el enciclopédico estudio del profesor de la Universidad de
Pensylvania Randall Collins, los de
Martin Kutsch de Cambridge y sobre todo los del Centro de Sociología Europea
fundado por Pierre Bordieu. Jose´Luis
Moreno Pestaña ha hecho una magnífica traducción del libro fundamental del gran
sociólogo francés y colaborador de Bordieu, Jean-Claude Passeron : El razonamiento sociológico ( Madrid :
Siglo XXI, 2011). También Filosofía y sociología en Jesús Ibañez ( Madrid
: Siglo XXI, 2009) muy complementario de los que nos ocupan. Hay que decir
también que, tanto Francisco Vázquez García como José Luis Moreno
Pestaña, están entre los filósofos españoles que mejor han trabajado la obra de
Michel Foucault.
¿ Existe una filosofía española ? Esta es la
primera pregunta y se la hace Salvador López Arnal en una entrevista a
Francisco Vázquez García en el número 265 (febrero de 2010) de la revista El
Viejo Topo. Responde así: “ Esta es una cuestión muy disputada. Yo
prefiero no entrar en la formulación de definiciones que pueden llevar a
esencializar una realidad esencialmente histórica. Con frecuencia, además, esa
discusión no es sino la forma sublimada de una controversia política,
ideológica. Piénsese, por ejemplo, en la lucha emprendida por los filósofos
oficiales del franquismo, por consolidar a Séneca como filósofo español...
Por eso prefiero ser nominalista y rebajar el tono. Yo diría que hasta la
formación de las llamadas “escuelas” de Madrid y de Barcelona, en los años 20 y
30, no puede hablarse de un campo filosófico profesional en España. Se
configura entonces, a partir principalmente de una importación (o sea de una
“descontextualización” y “recontextualización”) de problemáticas teóricas
centroeuropeas, alemanas, un trasfondo de cuestiones, esquemas de
argumentación, emplazamientos institucionales y redes de maestros y discípulos
que guardan cierto aire de familia. A este conjunto le podemos denominar filosofía
española.
El libro de José Luis Moreno Pestaña se titula La
norma de la filosofía. La configuración del patrón filosófico español tras la
Guerra Civil( ( Madrid: biblioteca
Nueva, 2013). Lo terminó después del de Francisco Vázquez, aunque se refiere a
la época anterior. El tiempo que abarca este estudio va desde finales de la
Guerra Civil hasta los años 60. El planteamiento del libro se desarrolla en
torno a los tres
debates que articulan , para el autor, la filosofía en esta etapa histórica. Su
desarrollo explica como se constituye esta norma de filosofía canónica
en torno a la crítica a Ortega Gasset. También como aparecerá la transgresión
de esta norma en el debate entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno.
El primer debate trata sobre el tema de las
generaciones, una de las problemáticas abiertas por Ortega en su análisis de la
historia. Intervienen básicamente los seguidores directos de Ortega,
representados por Julián Marías, y los de Xavier Zubiri, a través de Pedro Laín
Entralgo. El tema de las generaciones plantea cuestiones como la vinculación
entre un aspecto biológico, otro político y otro relacionado con los
repertorios de creencias y de proyectos comunes. A nivel político, por ejemplo,
las generaciones pueden dividirse entre los que accederán al poder (30-45 años)
lo que están en el poder (45-60) y los que lo han dejado (a partir de los 60).
Ortega planteará una medida de 15 años, por tanto, para definir las
generaciones, entendida esta como la pauta a través de la cual se suceden los
grupos humanos. Moreno Pestaña enriquecerá lo que se cuece en este debate
precisando las diferencias horizontales que se dan entre las zonas centrales y
periféricas de cada generación. Lo que pretendía Ortega con esta hipótesis era
armar conceptualmente, desde la filosofía, a la ciencia histórica. En realidad
la misma noción de generación sirve para entender este debate entre
Marías y Laín. Los dos forman parte de la misma cultura (utilizo aquí un
término que curiosamente está ausente en Ortega y en libro). Porque solo, como
bien nos enseña Moreno Pestaña, compartiendo un terreno común es posible el
diálogo. Si no hay una cierta reciprocidad no es posible entender los
argumentos del otro. En realidad, apunto yo, esto es el diálogo. Dos lógicas
diferentes pero que implican un marco en el que es posible y deseable la
escucha del otro.
El segundo debate surge a partir de
la batalla entre orteguianos y no orteguianos. La victoria es, ciertamente, de
los segundos, que impondrán su norma canónica a la filosofía posterior. ¿Cuál
es el debate? El de la propia definición y la valoración del filósofo. ¿Quién
es el filósofo? ¿Cómo evaluarlo? Son necesarios criterios que diferencien el
que es un filósofo del que no lo es. Pero también el que nos permite distinguir entre un buen y
un mal filósofo. Ortega plantea, contradictoriamente, un modelo de filósofo que
él mismo no acabará de asumir. Para él el modelo es una filosofía abierta,
antisistemática, abierta a la historia
y a la ciencia social. El adentro
de la filosofía solo puede entenderse desde el afuera. La filosofía
académica cerrada es improductiva porque no podemos encerrarnos en los textos
filosóficos, si queremos que la filosofía nos ayude a entender el mundo. Pero
Ortega, a pesar de sus propios planteamientos, estaba empeñado en sistematizar
su filosofía .Sus alumnos más fieles, como Julián Marías, pedían, junto con los
críticos de Ortega ,que este publicara su obra sistemática. Se trataba de ir a
los textos desde el contexto y éste era tanto el biográfico como el histórico.
Pero se perdió la batalla : ganó la filosofía canónica y lo hizo a través del
tomismo.
El tercer debate es paradójico. Es un debate
que no se dio explícitamente y que se planteaba entre los dos grandes
defensores de la transgresión a la norma
canónica. Se trata del texto de Manuel Sacristán “Sobre el lugar de la
filosofía en los estudios superiores” y el texto con el que le respondió Gustavo Bueno. Sacristán no le contestó. En
realidad, plantea Moreno Pestaña, seguramente no lo hizo porque eran demasiado
próximos y planteaban los dos una ruptura con la norma y una recuperación del
proyecto de filosofía abierta, ligado a las ciencias sociales de Ortega.
Sacristán radicaliza a Ortega porque lo llevará hasta el fondo : vamos hacia el
final de la filosofía académica. Pero hubiera estado bien que Sacristán
contestara a Bueno, ya que este final anunciado de la filosofía académica, no
implica necesariamente la eliminación de la propia filosofía como tal. Este era
el debate interesante.
El segundo libro es La filosofía española.
Herederos y pretendientes. Una lectura sociológica ( 1963-1990) Herederos y
pretendientes( Madrid, 2009, Adaba editores). El libro está escrito por
Francisco Vázquez García. Lo hace con un elemento empírico : la reconstrucción
de 50 trayectorias filosóficas, que aparecerán en un contexto social, político
e intelectual y que tejerán unas determinadas redes. El punto de partida es el
año 1963, año del Concilio Vaticano II, acontecimiento tiene muchas
implicaciones, teniendo en cuenta las vinculaciones de la filosofía española de
la época con el campo religioso. Los sectores oficiales (“los herederos”)
adoptan posiciones más progresistas y entran en diálogo con problemas sociales
y con filósofos no oficialistas. A partir de 1970 los “pretendientes” (
filósofos jóvenes que están fuera de los canales oficiales) van ocupando
lugares estratégicos en las instituciones y en las redes asociadas ( como las
editoriales, revistas y congresos) . Hay, paralelamente, todo un proceso en el
cual aumentan las licenciatura filosófica por la demanda de profesores de
filosofía para la enseñanza secundaria. Pero también porque en una época de
gran conciencia política la filosofía daba prestigio a los jóvenes
universitarios.
La Transición política profundiza este
proceso. La aprobación en 1983 de la LRU facilita y consolida esta tendencia de
la toma del poder por parte de los “pretendientes” de los poderes
institucionales y sus redes. Todo el proceso estudiado culminará simbólicamente el año 1990 con la
puesta en marcha de la revista Isegoría.
La redes renovadoras de los oficialistas se concretan sobre todo en los sectores
pertenecientes al Opus Dei y en Sergio
Rábade y la red que desplegará. El Opus Dei adquirirá poder, pero no tendrá
ninguna fecundidad filosófica importante. Sergio Rábade potenciará una
metafísica crítica. Serán los nuevos guardianes del canon Están también, más matizadamente
institucionales porque no siguen la norma, Manuel Garrido y el citado Gustavo
Bueno.
Las redes alternativas (los “pretendientes”)
se configuran en varios frentes. Está el frente que deriva del también citado
Manuel Sacristán, alumno heterodoxo de Ortega. Pero sobre todo las que tres
líneas que surgirán a partir de Aranguren. En primer lugar surgirá el polo religiosos- escatológico, centrado en
un humanismo de raíz cristiana y en la función moral de la filosofía. El Instituto
Fe y Secularidad será su lugar de encuentro. Encontramos aquí a discípulos
como José Luis Abellán, Victoria Camps o el ex-jesuita Ramón Valls, que se
convertirá en uno de los grandes expertos en Hegel. Otros, como Javier Sábada
seguirán una trayectoria más radical, tanto filosófica como políticamente. La
revista “Cuadernos para el diálogo” formará parte de este polo, con gente que
tendrá un papel determinante en la política de la Transición, como Gregorio
Peces-Barba.
En segundo lugar tenemos al polo científico.
Son los más influenciados por la filosofía analítica, con respecto a la cual
Aranguren se mostrará bastante receptivo. Trabajaran la filosofía de la ciencia
y la lógica simbólica. La figura más importante es Javier Muguerza. Discípulos
suyos brillantes serán José Hierro Pescador y el malogrado Alfredo Deaño.
El tercer polo es lo que Vázquez llama el polo
artístico. Aquí encontramos a gente como José Mª Valverde y Agustín García
Calvo, aunque la relación con Aranguren, sobre todo el segundo, sea difusa. Más
tarde será Fernando Savater y Eugenio Trías los que brillarán especialmente, no
solo en este grupo sino en el de toda la filosofía española a partir de la
Transición.
Serán los “herederos” de Aranguren los que
acabarán dominando las redes institucionales de la filosofía española.
Francisco Vázquez ya se encarga de precisar que no es que considere que la
filosofía de Aranguren tenga un valor y una influencia excepcionales. Su
influencia será más por defecto : es la falta de maestros la que le da este
lugar privilegiado. En realidad son toda una serie de características
personales de Aranguren ( de su carácter dialogante, abierto, coherente,
rebelde) las que, en un contexto como el del franquismo, lo convierten en una
referencia. Su poca creatividad filosófica y consistencia conceptual hacen de
él un personaje del que se derivarán influencias tan diversas. Yo añadiría una
palabra que, por su filiación teórica, no utilizan Moreno Pestaña ni Vázquez
que el la de imaginario para entender lo que estamos diciendo. Más que
el término energía emocional me parece que imaginario precisa muy bien
estos flujos de creencias e inmersiones prereflexivas, estas identificaciones
con carga emocional. Los otros conceptos formulados por los dos filósofos me
parecen, en cambio, muy operativos. Me refiero a conceptos como el de campo,
el de red o el de capital. Campo como los agentes que
intervienen en un espacio determinado de actividad simbólica. Red como
eje diacrónico e intergeneracional que une a maestros y discípulos en una red
más o menos larga. Capital es una
fuerza social determinada ( en este caso en el campo de la filosofía) que puede
ser de diversos tipos : intelectual ( reconocimiento por los pares), académico
( en las instituciones ), mediático o político. Moreno Pestaña lo completa con
otras nociones interesantes, al señalar los tres polos de la excelencia
intelectual ( en este caso filosófica) : el reconocimiento institucional, el intelectual
( de los que habla también Francisco Vázquez) y la autonomía creativa.
Como nos dice Moreno Pestaña los dos primeros funcionan a corto o medio plazo y
el tercero a largo plazo. Y no tienen porque corresponderse : la historia nos
muestra que un gran creador puede ser un paria académico. En cierta manera es
como se reconocía Sacristán.
Los trabajos de los dos filósofos y sociólogos
son potentes. Son innovadores y muy rigurosos. Su conocimiento de la filosofía
les permite centrar bien este trabajo sociológico, no filosófico. Siguiendo la
influencia de Randall Collins, por un lado, y de Pierre Bordieu ( sobre todo)
por otro.
Trabajo sociológico
cualitativo, pero empírico.
Me voy a permitir, de manera totalmente
artesanal, sin pretensiones científicas, plantear dos opiniones. La primera
sobre el resultado de estos trabajos, pero no desde un punto sociológico sino
filosófico. Aquí me interesa sobre todo la autonomía creativa más que
los capitales intelectuales o institucionales. La segunda sobre estos casi 25
años no contemplados en esta visión, desde 1990 hasta el 2014 que se acerca. Me
baso en mi experiencia, informaciones y las reflexiones que ambas me han
abierto a partir de la lectura del libro.
La primera cuestión es que hay dos filósofos
que quedan poco destacados, a pesar de su importancia. El primero es Agustín
García Calvo y el segundo Emilio Lledó. Francisco Vázquez me ha comentado que
publicará un artículo para señalar la importancia de Lledó, que queda poco
marcada en su libro. El caso de Agustín García Calvo es más complicado. Lo es
porque a pesar de tener un capital institucional y mediático, es un pensador
inclasificable que se ha movido al margen de sus pares, creando un círculo de
incondicionales, de los que, desde el punto de vista filosófico no han
destacado ninguno, que yo sepa. Ahora bien, desde el punto de vista de la
autonomía creativa, me parece que fue (murió, como sabemos, el año 2012) el
filósofo español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Lledó y
García Calvo pertenecen a la generación de los nacidos los años 20, como Manuel
Garrido, Manuel Sacristán y Gustavo Bueno.
La segunda cuestión, que es la más
interesante, es que ha pasado con la filosofía española estos últimos veinte y
pico de años. Algunas líneas las marca el propio Francisco Vázquez: tendencia a
la especialización, a la filosofía aplicada, a la intervención mediática. Pero
quiero señalar algunos otros aspectos. En primer lugar la aparición de una
figura filosóficamente muy potente que es Felipe Martinez Marzoa. Nacido en
1942, aparece en el libro de Vázquez de una manera marginal y con razón: en
aquellos momentos no había desarrollado aún plenamente su autonomía creativa. También me parece importante la importancia que han adquirido
algunos de los discípulos de Sacristán. Desde el punto de vista d ella
autonomía creativa destacaría a Antoni Doménech y a Francisco Fernández Buey (que
falleció también el 2012).
Miguel Morey, que pertenece a la generación de los anteriores, ha destaca en esta filosofía ligada a la literatura.
En cuanto a Eugenio
Trías ¿ que podemos
decir hoy? Eugenio Trías (que falleció
también el fatídico 2012) se deslizó por caminos marginales de la filosofía
académica pero manteniendo su dignidad filosófica: el cine, la música. Mantuvo
su autonomía creativa.
¿ Y cómo no destacar finalmente a filósofos de
otras generaciones más jóvenes, como los propios Francisco Vázquez García y
José Luis Moreno Pestaña ? Ello son, me parece, una excelente cantera de la
filosofía española actual y vale la pena mencionarlos: se lo merecen.
La verdad es que a los dos autores que comentas los conocí gracias a este blog, y me han impresionado ambos libros. Llevo tiempo vinculada al hispanismo filosófico, he profundizado o leído autores españoles pero de manera dispersa. Faltaba el cuadro total y estos dos lo han hecho, han sido dos lecturas que me han llegado porque tratan de asuntos no sólo filosóficos sino también que tocan cuestiones vitales, de mi propia vida y la de otros. Me gusta la forma tan terrenal que tienen ambos de mostrar como el desarrollo de una filosofía, de una carrera filosófica tiene mucho que ver con las relaciones académicas, las relaciones humanas que se establecen, las idas y venidas al extranjero, la política....Ayuda a situarse en el panorama de lo que se hace en España, que siempre estamos leyendo y comentando extranjeros.
ResponderEliminarMe gusta especialmente que se trate el tema de que la filosofía en España ha estado muy unida al estado eclesiástico, como estado de vida y como insitución con gran poder cultural. Es un dato real que no había visto suficientemente subrayado. Y o que Ortega y Gasset supuso de "eurpeizar" la filosofía, rompiendo con el referente religioso y relacionándola con las ciencias sociales. Es uno de los motivos, hay otros más potentes ya lo sé, por los que lamento especialmente el estallido de la guerra civil. Sin esa ruptura nefasta a saber que hubiera podido dar de sí la escuela de Madrid, prometían mucho los discípulos orteguianos, pero vino la dispersión y luego la marcha atrás en el pensamiento.
Me parece exagerado decir que antes del XX no hay filosofía española. Se olvida de Suárez, admirado y seguido por Heidegger nada menos, o Ramón Llull... eran filósofos españoles aunque fuera dentro de la escolástica.
No corren buenos tiempos precisamente ahora, pero desde luego estos dos autores se merecen toda la admiración y el respeto por el trabajo que desarrollan.
Se me olvidaba decir que le he hecho mi propia reseña a Francisco Vázquez así como a Moreno Pestaña.
ResponderEliminarhttp://quintadelmochuelo.blogspot.com.es/2013/11/herederos-y-pretendientes-de-la.html
http://quintadelmochuelo.blogspot.com.es/2013/08/la-norma-de-la-filosofia.html
Y lo que dices de Savater, aunque sus opciones políticas no sean las más entusiasmantes, me parece que es una biografía muy marcada por el hecho de haber sido un donostiarra "objetivo" de la banda terrorista. Tuvo que emigrar a Madrid para protegerse, me parece. Debe ser el filósofo español actual más traducido y leído en los países de habla española. A mí me entusiasma el tono "ligero" más literario que filosófico de sus obras en especial me parece de gran valía las orientadas a la juventud que yo sigo usando en clase año tras año sin cansarme porque de forma amena introduce en el duro campo del pensamiento ético y político.
Por otra parte por retomar lo de que no hay filosofía española antes del XX, los que se han dedicado a rastrear briznas de pensamiento español antes de 1900 hemos tenido que recalar en autores precisamente a medio camino entre la literatura y la filosofía. Por ejemplo un Baltasar Gracián en sus obras morales, como Oráculo manual, es uno de los autores españoles que más entusiasmo despierta. Hay mucha reflexión también en El Criticón, le dedicamos varios años en la universidad de Granada en un grupo de filósofos interesados por el barroco y el neobarroco.
No es Heidegger ni es Foucault, de acuerdo. Pero es la forma en que el pensamiento se ha realizado en la península ibérica, pasando a través de obras más literarias que específicamente filosóficas. Y las enseñanzas que se sacan de Gracián siguen cautivando a los posmodernos más exigentes. Nietzsche lo apreció, Schopenhauer me parece aprendió español para poder leer a Gracián, no sé que sacaría porque también para los que tenemos como lengua materna el español, los retruécanos y dobles, triples sentidos y la densidad de sus textos son todo un desafío.Elena Cantarino de la universidad de Valencia ha logrado hacer una especie de Conceptografía graciana que no desmerece en absoluto en nivel filosófico.
Muchas gracias por tu comentario sobre nuestros libros, Ana A. La escuela de Salamanca y Suárez constituyen una cumbre del pensamiento filosófico, sin duda. Pero no es a eso a lo que me refiero en mi definición recogida en el blog. Aludo a cuándo se constituye en España un campo filosófico profesional y relativamente autónomo respecto a poderes externos. Autónomo por ejemplo respecto a la autoridad de la teología, cosa que no sucedía en la época de Suárez y que los pobres krausistas, en la época del Ministro Orovio, a duras penas pudieron lograr. Un saludo
ResponderEliminarHola Luis, filosofía española en la Edad Moderna ; la “filosofía de la conquista”,
ResponderEliminaro del crimen institucionalizado donde ningún filosofo cuestionó el canibalismo colonialista de la monarquía ni a la Iglesia, violadora de espíritus y cosechadora de diezmos.
Ni siquiera el tan publicitado Fray Bartolomé de las Casas, que si bien se dignó “conceder” a las etnias el carácter de personas, nunca se opuso a que sean sometidos a los designios egoístas de los evangelizadores ni a la rapacidad de la corona, solo sugirió que se abandonaran métodos coercitivos por disuasivos.
Cariños.
Tienes razón, Inés. Pero ¿ no lo fueron también las otras ? cada contexto tiene sus limitaciones, y no es una justificación.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenos días Luis.
ResponderEliminarMe pronuncié acerca de España en razón de que ese era el tema tratado.
Las otras potencias colonialistas como Inglaterra, Holanda y Portugal también fueron también depredadores hasta el límite de sus posibilidades
Pero en este “contexto” la maquinaria saqueadora y criminal fue sostenida por la ideología cristiana, bajo cuya proteica y maquiavélica cruz fue destruido un continente.
El cristianismo, insaciable caníbal de almas, que para sobrevivir destruye la potencia vital de sus víctimas.
Ciertamente, EEUU arrasa en nombre de la “libertad” y es defenestrado por los “humanistas” hispanos que sin embargo hasta el día de hoy pretenden justificar o al menos disimular el genocidio perpetrado por la “filosofía” de la conquista.
Cariños.
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ResponderEliminarLa Corona española, en asociación con el Papado, fue la única que organizó un debate (la célebre controversia de Valladolid entre Ginés de Sepúlveda y De las Casas) para discutir acerca de la humanidad de los indígeneas del Nuevo Mundo. La Constitución norteamericana de 1776 ni siquiera menciona a los indígenas; como los alces, formaban parte del paisaje natural
ResponderEliminarInteresante debate, en el que no participo por desconocimiento. He borrado un comentario de Inés por repetición de mensaje, no por censuira.
ResponderEliminar
ResponderEliminarHola Luis:
Se trató acerca de la condición de los indígenas y de los justos títulos de la corona en la conquista
El debate tuvo el efecto de alertar a la Corona ya que si se continuaba con la práctica criminal, las encomiendas quedarían sin mano de obra y las órdenes “espirituales” sin su diezmo y el papado sin su porcentaje. Sin embargo, ante la ausencia de control y mediando tanta distancia, en la práctica no hubo mayores modificaciones.
Si gustas Luis, te haré una referencia acerca del trato dispensados a los PUEBLOS ORIGINARIOS por parte de las Trece colonias del Norte desde su Constitución de 1778 y de los criollos independentistas latinoamericanos…pero no es el tema considerado y estimo que se trataría de un recurso distractor.
Sepúlveda :
Justificó los títulos de la Corona.
Declaración de incapacidad de los indios para autodirigirse:Sometimiento de los indios a los cristianos.
Cualquier pueblo civilizado podría someterlos para que aprendieran de sus maravillosa virtudes.
“Servidumbre natural
No contaban con leyes escritas (se basarían en las decisiones de los tribunales tal como los anglosajones en como low) no tenían propiedad privada (posiblemente hayan inspirado a Marx )
“Hay que impedir su canibalismo para salvar a quienes serían sacrificados por dioses falsos.”.
Los indígenas practicaban sacrificios humanos (el canibalismo no está probado) , como un ritual dedicado a sus dioses verdaderos...¿Si el dios hubiera sido de Sepúlveda el sacrificio era válido?
No menciona los degollamientos y la muerte en la hoguera de los indios que se resistían a someterse a los trabajos forzados o a cambiar sus dioses potentes , por un dios pálido y agónico.
Evangelizar a esos pecadores pervertidos por su cultura era el mandato pontificio.
Adoctrinamiento pacífico o Guerra justa “contra los bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos;”)
Fray Bartolomé d las Casas equiparó las crueldades de los indígenas a las practicadas por los españoles y el resto de Europa.:
Negó la validez de las Bulas de donación papal.
Buenos días Luis,
ResponderEliminarPrimeramente me disculpo y me rectifico:“common law”
En segundo lugar solo quise exponer que los hombres racionalizarán su voluntad de poder desde los valores de turno y que la Iglesia ha sido siempre quien con hipócritas y perversas vestiduras la ha actualizado.
Y si no se ha producido la justa “devolución” de las etnias es porque desde entonces y hasta la fecha han sido sistemáticamente despojadas o diezmadas y no tuvieron la oportunidad de consolidarse.De haber sido esto posible estaríamos leyendo en los diarios el debate entre caciques de la estatura de Túpac Amaru decidiendo si los españoles de la espada y los de la cruz eran humanos o animales
Cariños.