Escrito por Luis Roca Jusmet
La película, en su conjunto, no me gustó. Me parece efectista y poco consistente, se va por las ramas y no se centra en la cuestión central, que es la que quiero comentar aquí. Se trata de lo que se presenta como el pecado capital de los humanos : La Vanidad. Esto no quiere decir que el film no tenga elementos muy buenos, como las interpretaciones de Keneau Reeves, Charlize Theron. Algunas escenas, además, tienen mucha fuerza.
EL tema del pacto con el diablo, como metáfora de renunciar a todo principio a cambio de la satisfacción de una pasión, es interesante. La pasión es la vanidad, que se plantea como la más devastadora de las pasiones humanas. Vanidad que identifica con narcisismo. Richard Sennett lleva mucho tiempo planteando que vivimos en una sociedad cada vez más narcisista. Pero él se refiere a que estamos muy pendientes de nuestra imagen y de nuestras emociones. Es algo relacionado pero no es lo mismo.
El tema de la vanidad aparece en todas las teorías de las pasiones, desde Aristóteles como un exceso. Pero la cuestión es que, como humanos, todos queremos ser reconocidos y valorados. La cuestión es cual es el límite entre algo que es bueno y algo que es malo. Porque buscar el reconocimiento del otro, de los otros es positivo, como señala Tzevan Todorov, si no queremos caer en el mito de la autosuficiencia. O en la apuesta budista de la eliminación del ego.
Para orientarnos en esta diferencia me inspiraré en mi querido Spinoza.La vanidad produce alegría. Los soberbios quieren a los aduladores y parásitos. No quieren, en cambio, a los que son justos y dicen la verdad. Los soberbios surge del autoengaño, de la mentira. Hay un amor a uno mismo que en parte se basa en una imagen falsa de uno mismo y en parte en este reconocimiento falso de los otros. La ambición como deseo inmoderado de gloria. hay por tanto un deseo inmoderado y un afecto inmoderado : juntos forman la vanidad. Inmoderado porque es excesivo, porque se come el resto de los afectos, sobre todo los dirigidos al otro. Porque el deseo de reconocimiento se transforma en algo obsesivo y sin límites. Porque se basa en la falsa creencia sobre nosotros mismos, sin reconocer nuestros defectos.
La autoestima, dice Spinoza, está bien. Porque nos queremos con nuestros defectos, aunque nos permite querer a los otros. El deseo de reconocimiento también. Pero cuando se transforma en una pasión que nos domina nos convierte en esclavos de ella.
El eneagrama, que en otras ocasiones he cuestionado, tiene de positivo que renueva la vieja teoría de las pasiones. la vanidad se basa, nos dice muy adecuadamente, en la mentira.
La soberbia es una pasión que no anida únicamente en los mediocres...
ResponderEliminarLa han tenido muchos de los grandes como Dalí, como Nietzsche en sus escritos; la tiene Zizek y resulta encantadora porque vale mucho.
Ocurre que esta sociedad "cristianizada for export" exige "exhibir" la máscara de la pasión triste de la HUMILDAD para ser aceptados. ...
Y todo para el otro...el discurso enardecido que lo victorea, el cántico de alabanza, jubileo, jubileo para el otro...Nadie cuestiona a quien ama demasiado a "otro"...
El soberbio reconoce sus defectos pero se guarda de mostrarlos para que otros envidiosos no hagan leña con éstos y lo incendien en hoguera pública o los muestran provocativos para reirse de la hipocresía.
La soberbia es ridícula si el sujeto es un mediocre sin valores.Y en ese caso también es advertido aquel que ama a un otro mediocre y sin valores.
La soberbia de quien vale es envidiada por el débil que nunca se atrevería a mostrarla por temor a ser descartado.
Desde otro lugar, el libertino también es envidiado porque se permite levantar prohibiciones y represiones que tantos desearían ...
Si se rascatea el barniz cristiano, nos encontrariamos con muchas sorpresas y sin necesidad de recurrir a Freud.
Un abrazo.
Bueno Inés, ya sabes que en esto no estamos de acuerdo. Yo no defiendo la humiladad, en absoluto. Pero tampoco la arrogancia, la soberbia, la vanidad. A Dalí no le tengo simpatía. No le niego su genialidad pero personalmente era un oportunista ( siempre al lado del franquismo) y un comediante.Ziziek no es si es vanidoso. Yo creo que no, porque sabe distanciarse de sí mismo. Nietzsche decía que la vanidad era servil porque buscabas el reconocimiento de los otros. Este último comentario e salgo trampoco porque la noción es ambigua. El soberbio no reconoce sus defectos. En mi concepto de soberbio no entra este reconocimiento.
ResponderEliminarLa soberbia, Inés, siempre es ridícula. Aunque tu quizás hables de otra cosa...o no.
Un abrazo
Tan ridicula es la soberbia como la humildad impostada.
ResponderEliminarQue no apruebes la postura politica de Dali es otro tema.
ResponderEliminarUn comediante genial , preferible a los comediantes de circo.Zizek es vanidoso pero inteligentemente juega a la ironia respecto de si...
Más importante que juzgar el autoaprecio que se tienen los hombres seria observar como se comportan con los demás.No van a modificar nada las críticas ya que depende de su subjetividad.
Eso si puede ser juzgado y no las vivencias íntimas de cada cual.
Por ejemplo la gente que no se compromete por nadie ni siquiera por el amigo es execrable.
Su debilidad y cobardía lo hacen descartable.
El tema da mucho de sí, entre otras cosas porque nos movemos en los malentendidos del lenguaje. para mí la vanidad es una actitud respecto a sí mismos y repecto al otro- El vanidoso necesita ser reconocido como el mejor. De esto es lo que se ríe Nietzsche, Pero Nietzsche supone, cosa dudosa, que uno puede vivir sin el reconocimiento del otro. El arrogante o soberbio no necesita el reconocimiento del otro porque se alimenta de su propia imagen, que considera superior. Esto le lleva a despreciar al otro.
ResponderEliminarConclusión. La vanidad no me gusta, la soberbia tampoco y la falsa humildad ( en esto estoy contigo) menos. Reconocer los defectos y cualidades propias o ajenas es la única conducta aceptable. Lo cual no quiere decir que no se acaben estableciendo jerarquías entre mejores y peores, lo cual me parece bien. Todos lo hacemos ciertamente, y solo los hipócritas no lo reconocen.
Quizás lo que decimos no sea tan diferente.
Un abrazo
Vanidoso:
ResponderEliminar"orgulloso, altivo, arrogante, presumido, engreído, fatuo, fanfarrón, jactancioso, presuntuoso, soberbio, engolado, petulante
Antónimos: humilde, modesto, sencillo"
Por eso está contaminada la red con los "Motivacionales" que pretenden dar lecciones contra el "ego".
Cualquier comedido con vocación mesiánica del subdesarrollo hoy se pone a predicar y ala con la guadaña contra el "ego"
Me encantaba el soberbio Hitchens
Me horrorizaba Doña Teresa de Calcuta.¡Cómo para no ser humilde si no servia para nada!
Sí Inés, pero la filosofía es análisis de conceptos, el diccionario no matiza. El yo es necesario, lo hemos dicho, y hay que cuidarlo. Te confieso que no conozco a Hitchens, ya me dirás.A mí también me horrorizaba Teresa de Calcutta-.
ResponderEliminarUn abrazo, Inés
Me valgo del diccionario para precisar y evitar asociaciones libres que terminan demasiado lejos del núcleo en cuestión...
ResponderEliminarGenius!:Excelente tributo a Christopher Hitchens
http://www.youtube.com/watch?v=jD7p7f5u6L4
Pero el diccionario precisa en un sentido porque estos conceptos no directamente empíricos lo que hacen es construir la realidad d euna dterminada manera.
ResponderEliminarTomo nota de Hitchens y visitaré el youtube que indicas.
Construyen la realidad compartida.
ResponderEliminarEs la base p0ara la realidad compartida pero es una construcció abierta que debe permitir matices.
EliminarLo presentaré en mi Blog.Uno de los hombres más lúcidos y sinceros de los últimos tiempos.
ResponderEliminarDesenmascaró a todos , a Teresa incluida...
Perfecto Inés, introduzco tu link otra vez en mis enlaces.El otro día ya ví que volvía a estar activo.
ResponderEliminarUn abrazo