Aljandro Teitelbaum
Ed. Icaria, 2010, 334 páginas
Artículo escrito por Luis Roca Jusmet
Artículo escrito por Luis Roca Jusmet
Este libro está publicado por una organización militante llamada Paz con Dignidad, defensora de los derechos humanos y crítica radical del capitalismo neoliberal. Al igual que otras publicaciones suyas está editada por Icaria, que como sabemos es una excelente pltaforma para el pensamiento crítico. Una de las tareas que se plantea Paz con Dignidad está la que reliza el Observatorio de Multinacionales en America Latina ( OMAL), proyecto que tiene como objetivo investigar, documentar y sistematizar los impactos económicos, ambientales y culturales sobre los derechos humanos generados por las empresas multinacionales españolas en diversos países latinaoamericanos.
El trabajo contenido en el libro es tan riguroso como claro, absolutamente necesario, ya que para combatir la ideología neoliberal es importante una investigación empírica que fundamente lo que sabemos de forma intuitiva y práctica. El estudio de Alejandro Teitelbaum sobre el poder de las sociedades transnacionales en el mundo contemporánea está en esta línea de investigación, aunque en un horizonte más ambicioso, El autor es un abogado que conoce bien la trama de la que habla: desde 1985 el 2006 representó a la Federación Internacional de Derechos Humanos y a la Asociación Americana de Juristas ante los organismos de las Naciones Unidas. Domina abundante información directa sobre el tema y es capaz de ordenarla de manera coherente desde una valoración de defensa radical de los Derechos Humanos. Para Teitelbaum está claro que la ampliación de la Declaración sobre derechos civiles y políticos con los económicos, culturales y ambientales es la mejor referencia actual para la emnacipación humana.
En el primer capítulo hay una intoducción jurídica conceptual muy útil para el lego en temas de Derecho. El capítulo 2 es quizás el más interesante del libro y trata sobre la naturaleza y el papel de las multinacionales en el capitalismo globalizador actual. Sus bases son una información muy rica y precisa y unos conceptos muy claros y muy radicales . Las conclusiones son abrumadoras : las multinacionales dominan el planeta. La criminalidad está esencialmente ligada a ellas y dependemos de sus decisiones en cuestiones tan básicas como la alimentación, la salud o la información. Gracias a las multinacionales que controlan los medios de comunicacvión y la industria audiovisual pueden condicionar lo que percibimos, pensamos, queremos y
hacemos. Su poder demuestra una vez más que el capitalismo es incompatible con la democracia, aunque la utilce como ideología para ocultar su dominio real sobre los mecanismos políticos.
Pero Alejandro Tentulbaum es muy lúcido cuando plantea que no podemos deducir a partir de lo anterior que el Estado ( o la ONU) son simples instrumentos del Gran Capital. La realidad, afortunadamente, es más compleja y lo que reflejan estas instituciones es la correlación de fuerzas en la lucha de clases que se desarrolla en cada situación histórica. El papel de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es, como mínimo, el de denunciar unos hechos que sin una referencia ideal caerían en la justificación cínica.
El panorama que describe el libro es ciertamente desolador: la lógica del sistema es irracional, injusta y destructiva. El autor es implacable en su denuncia y desenmascara a personas y organizaciones que parecen intachables, como el ex-secretario de la ONU Kofi Annan o la organización Trasnsparency International. Pero hay algunos análisis que requerirían más matices, como cuando denuncia parcialmente a Amnistia Internacional: sería conveniente una valoración más global para ver sus aspectos positivos y seguramente necesarios para la defensa de los Derechos Humanos. Pero lo que no puedo dejar de criticar es algo que en el libro aparece de manera marginal pero que no lo es. Es la manera como el autor del libro trata a Immanuel Wallernstein, que me parece uno de los grandes teóricos de la izquierda actual y al que Tentalbaum liquida tratándolo de ideólogo del sistema. Me parece inaceptable esta referencia tan arrogante y superficial, sobre todo teniendo en cuenta que lo único que aparece en la bibliografía es un artículo de Wallernstein. Desgraciadamente el sectarismo continua siendo uno de los vicios de la izquierda radical.
A pesar de este último comentario negativo el libro es totalmente recomendable y su valor ético y político está por encima de estas reservas concretas.
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