Escrito,por Luis Roca Jusmet
Acabo las vacaciones con un viaje a Berlín. Turismo familiar, de una semana de duración. El turismo es una de las grandes industrias del capitalismo globalizado actual. Sus usuarios somos la clase media de los países centrales y la media alta de los emergentes. El turismo es una moda, es decir un modo de conducta presentado como deseable y vivido por sus receptores.Pero las modas son deseables en la medida en que son obligadas : si no las sigues no tienes reconocimiento del status al que aspiras.
Pero. al margen de ser una exigencia del mercado capitalista, viajar es también una experiencia interesante. Y no podemos negar que el turismo masivo ha democratizado parcialmente esta experiencia. Viajar te permite salir de tus rutinas y enfrentarte a una situación nueva, siempre que no lo hagas en un viaje totalmente planificado por una agencia. Te hace salir de tu imaginario habitual y enfrentarte a uno nuevo. Finalmente, te ofrece un conocimiento de un país diferente. En el caso del turismo siempre es un conocimiento superficial, pero con sus limitaciones nos enseña algo del país que visitamos y de sus gentes. No deja de ser, por tanto, una posibilidad enriquecedora.
Para viajar, me parece, son importantes cuatro cosas. La primera es conocer el idioma. Si no lo conoces, el inglés es una alternativa secundaria: nos guste o no, se ha trasnformado una lengua prácticamente universal, en la realización práctica del ideal utópico del esperanto. La segunda es disponer de recursos prácticos. La tercera, de un buen sentido de la orientación. La cuarta, tener los ojos bien abiertos, En mi caso no se cumplen demasiado estas condiciones. No sé alemán ni inglés, aunque mi mujer domina esta última lengua perfectamente y esto me salva. Mi sentido práctico y de la orientación son bastante limitados, pero hago lo que puedo. Intento, eso sí, captar todo lo que puedo absorber con mi mirada.
Lo primero que hay que decir de Berlín es que tiene, desde el punto de vista histórico y cultural, una historia propia, que no es exactamente la de Alemania. Es una ciudad-Estado que forma parte de la estructura federal de Alemania. Es una gran urbe, de más de tres millones de habitantes. Aún así parece muy habitable y resulta acogedora al visitante. Tiene un carácter cosmopolita, más intercultural que multicultural. Esto quiere decir que la gente, al margen de sus orígenes, está mezclada y para convivir bien, con respeto mutuo. Se respira tolerancia. Estábamos alojados en un albergue de uno de los grandes distritos, Kreuzberg. Los albergues son baratos, limpios y funcionan a la perfección. Un lugar ideal para el viajero que quiere un lugar cómodo pero austero. En este gran barrio se concentra una buena parte de la inmigración turca. pero no es un guetto, ni mucho menos. En el barrio está también, por ejemplo, el Museo Judío. Y vive en él una amplia población de alemanes de clase media ilustrada y liberal. Son seguramente, la abase social del Partido Verde. El alcalde-gobernador de Berlín es, de hecho, de este partido. Representa la realidad actual de aquellos jóvenes radicales que hoy son gente bien integrada en un sistema que funciona. Continúan siendo ecologistas moderados : abundan las bicicletas y Berlín es una ciudad llena de parques y jardines. Se les nota tolerantes y, aunque amables, tienen la frialdad característica de los alemanes.
A poco tiempo de las elecciones no hay gran propaganda electoral. No hay grandes carteles sino publicidad discreta. Parece, además, que son los partidos pequeños los que tienen más porque quieren darse a conocer. Así, abundan los de Die Linke ( Partido de la izquierda) o los Piratas, antes que los del CDU o el SPD. Todo parece tener una medida justa. No entro aquí, por supuesto, en las restricciones que ha tenido los últimos años el Estado del Bienestar en Alemania o la pérdida de derechos laborales. Ni en su política económica. Pero esto es otra cuestión que aquí no abordo.
Berlín es una ciudad reconstruida que tiene una aquitectura muy moderna que impresiona. Lo hace justamente justamente en los grandes santuarios del capitalismo : sea Sony o la Banca alemana. El complejo arquitectónico de la Bundestag, el parlamento alemán, e impresionante. El Museo de Pérgamo, imprescindible.
Los berlineses tienen una virtud, que es la de no esconder sus vergüenzas. El nazismo no se oculta: se muestra. Lo hacen como una lacra de su historia que no hay que olvidar, que hay que asumir. El memorial de las víctimas judías es una construcción que sobrecoge. Organizan además visitas ( a turistas y a escolares alemanes) al antiguo Campo de concentración de Sachsnhausen, a treinta kilómetros de Berlín, en la ciudad de Oranienburg.. He podido ver en imágenes los restos del terror organizado y sistemático. Aquí también se comprueba la eficacia alemana. En este caso, la razón instrumental al servicio de los fines más abyectos.
Resulta también muy interesante ver los restos del muro y recordar lo que significó en la historia europea.
Berlín es una ciudad viva. Los mercados son un lugar alegre y animado. Sean los mercados turcos del barrio o los que cada domingo se hacen el Muro del Parque. . La impresión es que la gente trabaja, y lo hace con eficacia, pero también sabe vivir. Hay un ritmo decidido pero al mismo tiempo una cierta tranquilidad.
Seguramente un buen lugar para vivir
Magnífica entrada. La verdad es que me encanta Berlín, lo has captado muy bien, se respira tolerancia, algo que escasea bastante en gran parte del mundo.
ResponderEliminarGracias, Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué suerte has tenido Luis, espero volver a Berlín. Cultura apasionante la alemana por el contraste con la nuestra. Efectivamente es una característica suya que en todo tipo de museos, exposiciones, restos históricos o lugares culturales explican largo y tendido cada uno de los elementos que estás viendo. Me quedé con las ganas de estar un mes para poder descifrar todo lo que ponía en los restos del muro, tampoco pude ver una exposición que se abría "Topografía del terror" allí, al lado del cuartel general de Hitler.
ResponderEliminarSi algo envidio de ellos, no lo envidio todo, pero si algo envidio es su capacidad de reflexión, de pensar lenta y detalladamente.
También su largo y costoso proceso de "desfasticización" de la sociedad tras la experiencia terrorífica del tercer Reich. La sociedad alemana tardó en "regenerarse" y tardó en llamar a las cosas por su nombre, al pan pan y al vino vino, o a una pala una pala en inglés. Estoy ahora leyendo cosas de Arendt y Adorno sobre sus impresiones de la Alemania de la reconstrucción y en el fondo, todos habían participado en aquel desastre. Eso no se sacude por generación espontánea. Es un trabajo que hay que hacer.
Aquí ni siquiera nos hemos planteado semejante costoso ejercicio, y se nota.
También me impresionó mucho das Pergamum Museum.
Muy buen comentario, Ana. Ciertamente el pergamum Museum es impresionante, me lo olvidé en el artículo.
ResponderEliminarAhora voy a leer la biografia de Heidegger escrita por Safranski.
Un abrazo
¡No, no y no a tu introducción querido amigo..!.
ResponderEliminarTurismo industria, turismo moda...
¿Pero qué dices? ¿O te identificas con los anestesiados de la sociedad?
Viajar es fantástico...Ningún libro otorga la vivencia de estar, caminar los lugares, sentir a la gente, escuchar ruidos y saborear gustos ...escuchar voces y músicas...
Mein Gott!....
Müde des Lebens?
Desde otro lugar, Alemania ha ocultado mucho...En Polonia se han conservado los campos...
ResponderEliminarPero se trata de una ciudad que tiene un espíritu melange, decadencia de vieja aristocracia francesa y orden ario.
Un abrazo y contenta de que estés otra vez aquií
Hola Inés. Muy contento de tu comentario, lo esperaba desde que escribí el post. Bueno, lo que criticas de mi introducción pone de manifiesto que lo que he escrito se presta al malentendido. Yo quería decir : a pesar del turismo como moda y negocio, viajar vale la pena. Cada cual sabrá porqué viaja pero con mi escrito muestro que para mí es una experiencia muy rica, no un producto de la manipulación.
ResponderEliminarUn abrazo, querida amiga