Reseña
de
La
hora de clase. Por una erótica de la enseñanza
(
traducción de Carlos Gumpert)
Barcelona
: Anagrama, 2016
Escrito por Luis Roca Jusmet
Massimo
Recalacati es uno de los representantes más interesantes del
psicoanálisis lacaniano. Ha elaborado un concepto renovado de la
clínica en el tardocapitalismo, a la que ha llamado clínica del
vacío en contraposición a la clínica de la falta que
formuló Freud; aunque siempre, eso sí, manteniendo el espíritu
del fundador de la tradición psicoanalítica. Al mismo tiempo
Recalcati ha elaborado un profundo análisis de lo que llama la
muerte del padre en la época
actual. Y a partir de aquí a propuesto una alternativa novedosa que
ha llamado el complejo de Telémaco
que evita los sueños nostálgicos en un momento en que las
generaciones se confunden y nadie quiere ser mayor. Recalcati se ha
ido convirtiendo en un personaje mediático en su país y esto se ha
llevado a transitar por temas más amplios, siempre desde una
perspectiva psicoanalítica rigurosa y abierta. Lo hizo no hace mucho
con el tema de la pareja y del perdón en la vida amorosa. Y se
atreve ahora con un tema del que parece que todo se ha dicho, del que
cualquier nuevo escrito parece condenado a ser una repetición de los
mismos tópicos. Pero vale la pena arriesgarse y leer con alegría
este libro. Especialmente se lo recomiendo a los maestros y
profesores, pero no solo ellos, ya que el tema de la educación es
difícil que no te afecte, directa o indirectamente, en algún
sentido.
Se
trata de un libro breve, claro y optimista, en el mejor sentido del
término. Como en el tema del padre, Recalcati recoge este momento de
crisis y de confusión que vive el mundo de la enseñanza. Mundo en
el que, frente al descrédito social y a la pérdida de la autoridad
simbólica del profesor, se va abriendo paso el modelo neoliberal que
hegemoniza un discurso educativo basado en un nuevo lenguaje :
competencias, inversión, nuevas tecnologías, evaluaciones externas,
recursos... Formar, en definitiva, una mentalidad empresarial (
"emprendedora") adaptada exclusivamente a las exigencias
del mercado. Este es el nuevo modelo educativo, frente al que se
alzan las voces nostálgicas que reivindican la vieja figura del
viejo profesor con aquella supuesta autoridad simbólica que todos
respetaban. Al profesor se le respetaba por el lugar que ocupaba y
punto. Lo que propone Recalcati es un nuevo sendero en la que la
autoridad se base en el reconocimiento del profesor como aquel sujeto
con estilo propio, que es capaz de dejar una marca singular en el
alumno. La autoridad sí, pero algo que se debe ganar. Es un sujeto
que ama lo que enseña, y que además quiere ( y sabe ) transmitirlo
a un alumno. Pero lo que se transmite es el deseo más que el saber.
Pero no para hacer del alumno el objeto de nuestro deseo de saber,
sino para hacer del estudiante un sujeto del saber. Se trata de una
relación erótica, en el sentido más amplio del término, que
consiste en que el saber se transforma en un objeto erótico, es
decir que el sujeto sublima su libido en este deseo de saber. Aquí
la referencia básica es La transferencia,
seminario de Lacan dedicado a Sócrates , que es, sin duda a dudas,
el que mejor explica el movimiento del sujeto del deseo hacia el
objeto amado en el tema de la verdad. Porque el camino hacia la
verdad es el saber y el objetivo es imposible porque nunca alcanzamos
el Todo. Lacan trata a partir de aquí de la transferencia, que es
tan nuclear en la educación como en el psicoanálisis, que
justamente Freud definía ( junto al arte de gobernar) como las
profesiones imposibles. Pero, al igual que en el análisis, la
transferencia no puede tener un carácter de seducción porque lo que
hace entonces es atrapar en la ilusión del amor, en una trampa
narcisista que crea dependencia. Por el contrario, la transferencia
debe servir para que el analizado y el alumno puedan constituirse en
sujetos del deseo y seguir entonces su propio camino. Pero para ello
hay que crear un vacío que puede transformarse en la falta que
justifica el deseo.
Hay
también toda una reflexión sobre la necesidad de la escuela como
vehiculizadora de la Ley, de la función simbólica que separa al
niño de ser el objeto del deseo de la Madre, que le obliga a
traducir lalengua materna en la lengua de la sociedad. Es el
paso del deseo alucinatorio al deseo de la sublimación. Paso que es
necesariamente traumático, pero este trauma es absolutamente
necesario para la especialización. El capítulo de "la hora de
clase", complementado por su testimonio personal en el que
describe su encuentro con la profesora que realmente le marcó es una
delicia.
El
epilogo, que llama "la belleza de la torcedura" me parece
genial. La vid torcida de la vida no espera hoy ser endereza por el
dispositivo disciplinario de la vida. Es un tiempo que pasó y no hay
que añorar. Es necesaria la Escuela como Institución en su papel de
mediación simbólica, del Otro a partir del cual definir nuestro
deseo. Porque de otra manera nos quedamos atrapados en lo imaginario
del yo, en la ilusión de lo especular. Pero hay que evitar también
la ilusión del neoliberalismo que convierte la educación y la vida
en una perpetua competición. Se trata de "Reiventar
lo que hemos recibido del Otro de manera singular, sintomática,
generando un estilo propio, realizar la vocación del deseo, hacer de
nuestra vida una vid torcida."
No ha pensat que jo, en l'altra meua estada vaig ser talment el seu Telèmac?
ResponderEliminarVicent Adsuara i Rollan