
Reseña
Lo
que queda del padre
¿Qué
queda del padre?. La paternidad en la época hipermoderno.
Massimo
Recalcati
(traducción
de Silvia Grases)
Barcelona:
Xoroi dicions, 2015
Massimo
Recalcati es , además de uno de los más prestigiosos
psicoanalistas italianos, un reconocido articulista y personaje
mediático en su país. Disponemos de unos cuantos libros traducidos
al español, todos ellos muy interesantes, que tratan sobre
principalmente sobre dos bloques temáticos muy actuales. Por una
parte de lo que llama la Clínica del vacío,
que sería una reformulación clínica muy renovadora del malestar
contemporáneo. En la etapa de la modernidad correspondiente que
vivió Freud dominaba una clínica de la falta, que es la típica de
la neurosis. Se basaba en la represión, en el deseo inconsciente, en
el retorno reprimido del síntoma y en la división subjetiva. En la
sociedad hipermoderna que vivimos aparecen, en cambio, nuevos
síntomas (la anorexia-bulimia, las toxicomanías, las adicciones…)
que forman parte de una desconexión entre el sujeto y el Otro y que
tienen que ver con el rechazo del Orden Simbólico y la desaparición
del Ideal.
Lo que acabo de explicar tiene una relación directa
con el segundo fenómeno que trata Recalcati, que es el declive del
Padre. Fenómeno social que se da en el marco del tardocapitalismo y
que coincide con el dominio del consumo de mercancías, químicas y
tecnológicas, que se convierten en los objetos inmediatos de goce.
Esta reflexión le conduce a Recalcati a un análisis sobre la
crisis de la figura paterna en la sociedad en que la vive (que es la
italiana, pero que tiene claros elementos comunes con la nuestra y
con toda la sociedad occidental). Esto le llevará a la sugerente y a
la vez problemática propuesta de lo que llama el
complejo de Telémaco como sustitución del
complejo de Edipo.
“Sustitución” que tiene aquí un doble sentido: por una parte el
de relativizar la explicación de la estructuración del sujeto
contemporáneo a través del Edipo y, por otra, el de no querer
buscar la salida a la caída del Ideal
en un retorno nostálgico del Padre como Autoridad simbólica.
Recalcati recurre para avanzar en un replanteamiento de la
paternidad, a la figura de Telémaco, el hijo de Ulises que espera
el retorno del padre. El padre es, por supuesto, necesario, y
Recalcati insiste en los estragos que ha producido en la sociedad
italiana su desaparición simbólica. Pero la alternativa puede ser
una nueva figura del padre, que se presenta como un referente ético
que apuntaría solamente a la posibilidad de ser adulto, de alguien
que se hace cargo responsable de su vida. Antes de la publicación
de El complejo de Telémaco. Padres e hijos
tras el ocaso dl progenitor, Massimo
Recalcati escribe el libro que nos ocupa. Lo escribió el año 2011 y
es un texto breve, aunque muy denso, que marca las líneas maestras
que le llevan a su propuesta posterior. En este libro lo que quiere
dejar muy claro, ya de entrada, es la necesidad de unir el deseo con
la ley. La ley fundamental es, como sabemos desde Freud, la
prohibición del incesto. Es, como luego profundiza Lacan, la que
pone límite al goce mortífero y que abre la experiencia de la falta
que posibilitará la aparición del deseo.
Lacan
ya señaló que el declive del padre en dos momentos que generaron
dos fenómenos diferentes: la aparición del totalitarismo (1938) y
el mayo francés (1968). En una primera etapa, la crisis conduce a la
obediencia al Padre loco y déspota y en un segundo a la pérdida de
límites y a la libertad para gozar a través del objeto-mercancía.
En ambos casos se elimina lo que nos humaniza, que es tanto la
aceptación simbólica de la castración como la apertura a la
experiencia del amor. Se rompe así la alianza entre la ley y el
deseo, al perderse la función simbólica de la paternidad. No hay
límites, no hay identificación simbólica con el Ideal. Pero no se
trata de volver al patriarcado ni de celebrar el reinado de la
pulsión vía Anti-Edipo. Se trata entonces, nos propone Recalcati,
de abrir una tercera vía, que es la de la trasmisión del deseo a
partir de la referencia ética del adulto, que solamente puede darse
a través de la figura del padre. Un padre vivo, que sea la
encarnación singular de un deseo humanizado, ligado a la ley. Pero
el padre hay que entenderlo en términos simbólicos, como una
función, que no asume necesariamente un hombre y que evidentemente
se vuelve más complejo y ambiguo en los nuevos modelos familiares.
Es la única manera de establecer los lazos sociales a partir de las
profundas transformaciones familiares y sociales.
Los
conflictos entre generaciones son necesarios, hay que mantener y no
diluir la separación entre una generación y la anterior. Esta
experiencia constituye una diferencia simbólica que no puede
resolverse con la violencia, por supuesto, pero tampoco con la
indiferencia. Hay que aceptar que la relación padres-hijos es una
relación conflictiva entre no-iguales. Hay una herencia de
significantes que debe mantenerse, porque es en esta transmisión
donde se reconoce simbólicamente al Otro y la deuda simbólica que
tenemos con él. La sociedad no puede ser totalmente permisiva, hay
que interiorizar la ley que pone límites a nuestras pulsiones.
Recalcati
entra en otros muchos temas interesantes. Por ejemplo en la crítica
de lo que llama la angustia del rendimiento, que consiste en querer
inculcar a los hijos la obsesión por el éxito y el rechazo del
fracaso. Es el narcisismo de los padres el que se proyecta en un
Ideal que no acepta lo fallido de la vida. El psicoanálisis debe
también ser crítico con el discurso capitalista en el que todo goce
parece posible a través del éxito y del consumo de mercancías. Hay
que apostar por el fracaso, aceptando lo fallido del objeto y lo
imposible de la relación sexual, es decir la existencia de la falta
como elemento estructural del ser humano.
Recalcati
completa en el libro este trabajo teórico con el análisis de dos
libros y una película, que manifiestan todos ellos de una manera muy
gráfica toda esta problemática. Por una parte tenemos la reflexión
sobre las novelas de Philippe Roth, especialmente su Patrimonio.
Una historia verdadera, cuyo análisis titula
de manera significativa “No hay que olvidar nada”.
Y por otra, la de la novela de Cormac McCarthy La
carretera ,que titula “Llevar el fuego”,
como expresión del padre como cuidador del hijo. Finalmente las
películas de Clint Eatswood Million
dólar,baby y Gran
Torino mostrarían la herencia y transmisión
del deseo a partir de figuras no ejemplares.
Un
libro, en definitiva, más que recomendable para todos aquellos que
quieran entender que es lo que pasa hoy en esta sociedad que
etiquetamos bajo el tópico de “una sociedad sin valores”.
Sobre todo entender la imparable asimetría de los sexos, junto con la falta de relación sexual, no, no poedemos estar pidiendo el imposible a cada paso, repetir un mayo del 68 o una vuelta al Padre cruel e inhumano, no, hemos de ser conscientes de esa falta que hay en todo, y en la base, sí, la base, los sexos.
ResponderEliminarVicent