Guerra
en la red. Los nuevos campos de batalla.
Richard A. Clarke y Robert K. Knake
Madrid : Ariel, 2011
Escrito por Luis Roca Jusmet
El ciberespionaje es hoy actualidad por las investigaciones secretas de EEUU. Antes aparecieron
diversas noticias sobre los ciberataques de China a sistemas
informáticos estadounidenses. El último fueron los ataques al New
York Times por una información que este periódico dió sobre la
fortuna acumulada por el líder chino Xi Jing Ping, nuevo primer
ministro del país. Lo que buscaban los hackers chinos no eran
castigar al diario, sino rastrear la información sobre la
procedencia de la información. Anteriormente había sucedido algo
igual a raíz de las publicaciones de la agencia Bloomberg News sobre
el vicepresidente chino WenXibao. EEUU no se atreve a acusar
directamente a China, pero le hace acusaciones veladas. China niega
las acusaciones y alega falta de pruebas. Obama dijo no hace mucho
que "Ahora, nuestros enemigos también aspiran a sabotear
nuestra red eléctrica, nuestros sistemas financieros y nuestro
sistemas de control del tráfico aéreo". ¿ Se refiere a China
? En principio EEUU y China mantienen relaciones algo ambivalentes.
Pero lo fundamental es que son colaboradores en el intercambio de
productos y en la propia financiación de la deuda pública
estadounidense por parte de China. Hay un equilibrio tenso, pero son
dos países que se necesitan mutuamente y que saben que han de
convivir . No parece creíble que se refiera a China cuando Obama
hace esta afirmación. Más bien podría referirse a Corea del Norte
o a Irán. Quizás también a Rusia. Ahora bien, las autoridades USA
han advertido que dado la cantidad y la sofisticación de los ataques
chinos se avisará privadamente a los nuevos dirigentes chinos, que
deben acabar con estas prácticas. De hecho Obama firmó hace poco un
decreto que le da poderes especiales para responder a los
ciberataques, tanto los dirigidos al sector público como al privado.
Todos
estos acontecimientos dan plena actualidad al libro que nos ocupa. No
vamos a encontrar en este libro un tratado de izquierdas sobre el
tema, ni mucho menos. El libro está escrito por un corresponsal de
asuntos internacionales y profesor de un Máster en Estudios de
Seguridad Internacional ( Robert K. Knake ) y por uno de los
responsables de seguridad de la Casa Blanca durante treinta años,
Richard A Clarke.Asesor
clave durante los mandatos de Clinton, Bush y Obama. Es por tanto un
cargo técnico que se identifica con la visión hegemonista de EEUU
pero que puede ser compatible con Bush y con Obama. Lo cual quiere
decir dos cosas : la primera que en asuntos de seguridad no son tan
diferentes y la segunda que Clarke no está muy marcado
ideológicamente. Esto es importante, ya que tiene una capacidad de
análisis muy objetiva y unos criterios muy realistas. Dentro de lo
que cabe, por supuesto, que es un planteamiento pro-EEUU y pro-Otan
que se rige por la lógica del amigo/enemigo. Los amigos son EEUU,
Japón e Israel y los enemigos Corea del Norte, Irán, Rusia y, con
matices, China. Como bien nos describen los autores, estos son los
países más preparados para la ciberguerra ( en el caso de Europa el
país mejor preparado es Francia).
La
ciberguerra es el conjunto de acciones de un Estado-nación hacia
otro, con el fin de penetrar en su red informática para dañar sus
servicios o infraestructuras. Los autores nos dan varios ejemplos
para entender como estas acciones se han dado en diversos momentos y
lugares. Se trataba o bien de facilitar ataques convencionales
neutralizando las defensas del país atacado ( Israel atacando una
planta nuclear Siria) o bien con acciones de propaganda enviando
miles de correos para desmoralizar al enemigo ( EEUU en la segunda
guerra contra Irak). O bien con el DDOS ( denegación del servicio),
como hizo Rusia con Estonia, sobrecargando las redes claves del país
con un flujo de información que acaba bloqueándolas. Este es un
caso grave que puede tener consecuencias irreparables para el país
si se mantiene mucho tiempo. Los ordenadores atacantes son los Botnes
( ordenadores zombis que actuan sin que el mismo propietario lo sepa
desde control remoto.
El
año 2008 la OTAN crea un centro de ciberdefensa, básicamente por
los ataques de Corea del Norte hacia Corea del Sur y EEUU. Corea del
Norte tiene la ventaja de ser un país empobrecido y poco conectado,
por loq ue su ventaja depende más de su poca vulnerabilidad que de
su fuerza. EEUU, por el contrario, es muy fuerte pero muy vulnerable.
No hay que olvidar que Internet es un invento del Departamento de
Defensa de EEUU con fines militares. El mismo 2008 EEUU reconoció la
importancia de la ciberguerra y organiza la Agencia Nacional de
Seguridad (NSA). El ciberespacio se considera ya un dominio bélico.
EEUU quiere ser hegemónico en este dominio, como ya lo es en el
convencional. Su orientación es, desde el principio, más ofensiva
que disuasiva o defensiva. Está rodeada por el secretismo. Tanto
que ni el propio Presidente de EEUU lo controla.
China
considera que este domino le puede compensar la desventaja que tiene
con respecto a EEUU en el campo militar convencional. Para ello está
desarrollando ciberataques preventivos, con la doble finalidad de
mostrar su poder y de conseguir información útil. No es probable
ningún tipo de reactualización de la Guerra Fría entre EEUU-China.
Como ya he señalado al principio del artículo, están demasiado
ligados entre sí los intereses de ambas potencias. Pero sí hay una
competencia por las materias primas y por la hegemonía, que hace que
cada uno de los dos países quiera una mejor correlación de fuerzas
con respecto al otro. China, por otra parte, tiene problemas con sus
vecinos ( Taiwan y Vietnam), lo que hace que quiera mostrar su poder
como arma disuasoria, China ha desarrollado, según dicen los
autores, un mapa de carreteras virtual para perturbar los sistemas de
información de los que dependen los militares estadounidenses y lo
hacen utilizando tecnología poco sofisticada. Lo que practican
básicamente es el ciberespionaje. Tienen contratados, por lo que
parece, una gran cantidad de hábiles harkers a su servicio. Estos
harckers desarrollan armas como las bombas lógicas, virus y gusanos
para robar información, dejar abiertas puertas de entrada o preparar
un ataque que podría alterar o borrar información. Por otra parte
no hay que olvidar que China es el único país que consiguió de
Microsoff el cifrado básico secreto de acceso y que ( según afirman
Clarke y Nacke) han copiado el router de CISIO, que es utilizado por
las redes y proveedores de Internet en USA. De esta forma no solo
pueden tener acceso a sectores clave del Departamento de Estado y los
sectores privados y financieros más importantes. Además China tiene
la posibilidad de desconectarse de la red fuera de su páis en el
momento en que lo decida.
Pero,
dicen los autores, para EEUU el principal peligro es Rusia y no
China. Lo que ocurre es que si se habla más de China es porque deja
más rastros. El problema que plantea Rusia no solo es el nivel
sofisticado que han desarrollado los harckers que trabajan para el
gobierno. Es, sobre todo, la existencia de harckers rusos no
gubernamentales que trabajan para grandes empresas internacionales.
El problema, dicen, es que estas organizaciones criminales tienen
oscuras complicidades con el gobierno.
En
el ciberespacio todas las redes informáticas del mundo están
conectadas entre sí. Pero la seguridad es relativa. Internet,
continúan es muy vulnerable. Lo son las ISP ( transportadores del
tráfico de Internet) nacionales, de las que dependen las locales.
Son las que garantizan el acceso al navegador y son un blanco posible
para los ciberguerreros. Pueden acceder y alterar el sistema. El
problema es que no hay un control centralizado de Internet. Todo lo
que se hace es abierto y tiene una gran capacidad ( negativa) para
propagar las instrucciones maliciosas. En el diseño de Internet hay
fallos en el sofware y en el hardware. ¿ Porqué no se han
solucionado estos problemas ?. La respuesta de los autores es clara :
por la falta de regulación y por el poco interés de Microsof. La
ideología neoliberal hace que los grupos de presión financieros y
las grandes empresas no quieran controles: no quieren ni intervención
ni regulación por parte dle gobierno y de las leyes. Microsof no se
toma en serio el problema de la seguridad : es demasiado complicado.
Esto hace que incluso el Departamento de Estado amenazara con cambiar
Microsoff por Linux. Pero la dependencia del poder político del
dinero que le regala Microsoff y sus amenazas hacen que no fueran
capaces de tomar esta decisión. China, por el contrario, está muy
regulada. Esta es otra ventaja.
Los
autores acaban afirmando que la ciberguerra es un peligro mayor que
las propias armas nucleares. Es fundamental evitar una confrontación
que sería devastadora para todo el mundo. Hay una triada que es la
fundamental a proteger .En primer lugar la columna vertebral de
Internet ( los ISP troncales) : técnicamente es posible, el problema
es la resistencia privada a la regulación y a la inspección. En
segundo lugar la red de suministro eléctrico: el problema es el
mismo que el anterior. En tercer lugar ( no hay que olvidar que la
preocupación de Clarke y Knake es la seguridad USA) es el
Departamento de Defensa, cuya intranet tiene toda la información
clasificada y no clasifica.
La
ciberguerra sería la más rápida, la más global y la más letal.
Es extremadamente peligrosa por la rapidez y por la dificultad de
controlar la escalada porque los propios canales de comunicación
para negociar podrían destruirse. Los autores defienden una
limitación en la utilización de la ciberguerra. Eliminarla les
parece poco realista porque dicen que si se hacen tratados no hay
manera de verificar que se cumplan. Pero hay que intentar poner unos
límites a las infraestructuras civiles. En 2001 se hizo una
Convención Internacional sobre Cibercrimen que tuvo sus efectos. Hay
que obligar a los países a no utilizar harckers y a actuar contra
los harckers del propio país. El problema es que cualquier acuerdo
podría destruirse en un segundo. Esto no es como las ramas nucleares
y biológicas que pueden destruirse. El ciberterrorismo, para los
autores, no es hoy es problema fundamental. Pero podría llegar a
serlo si consiguen la tecnología adecuada.
En
todo caso me parece un libro fundamental para informarse de toda esta
problemática. Falta una reflexión de la izquierda sobre como debe
plantearse la cuestión. Pero lo primero es la información. Este
libro es, que yo sepa, el que nos da una información más amplia,
aunque no coincidamos con las posiciones políticas de los autores.
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