Reseña del libro
Tras la autoestima. Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía
Francisco Vázquez García
Donosita-San Sebastián : Garkoa, 2005
Escrito por Luis Roca Jusmet
¿ Porqué comentar este libro, tantos años después de su
publicación ? Por una razón muy sencilla : porque, no habiéndolo
leído antes ( porque no lo conocía) me parece ahora un ensayo
fascinante que conserva su actualidad. Francisco Vázquez García
forma parte de la mejor cantera filosófica de este país. Esto no
evita que sea bastante desconocido. En este entorno de amiguismo y
clientelismo, los filósofos mediáticos son siempre los mismos. Los
que publican sin problemas en editoriales potentes, los que publican
constantemente artículos y reseñas en las revistas y diarios.
Algunos, no todos, son además unos mediocres. Dicho esto pasemos a
lo que interesa, que es el libro.
Quiero, para empezar, decir que el título me parece poco apropiado. Creo que el tema de la "autoestima" merece todo un análisis crítico pormenorizado y en el libro no se hace, más bien las referencias son algo marginales, efecto de la temática principal. Esta si queda plenamente reflejada en el subtitulo : "Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía". Su objetivo queda bien precisado al final del libro : "Este trabajo ha querido contribuir, desde la perspectiva de una ciencia social crítica, al reconocimiento reflexivo del impensado terapéutico que atraviesa hoy nuestra experiencia moral." Anteriormente señala : "la filosofía solo puede ejercer el papel que siempre le ha correspondido como arte de la existencia, como manera de esculpir formas de vida buena si es capaz de considerar críticamente estos lenguajes, estas técnicas y los tipos de subjetividad que producen. De no acometer estas tareas la filosofía corre el peligro de convertirse en una "tecnología del yo" de recambio dentro del variopinto mercado actual de las terapias de la subjetividad, con el consiguiente menoscabo de su autonomía y la invasión del campo filosófico por una pléyade de nuevos salvadores de la humanidad." Habla de ciencia social crítica y también de filosofía. Me parece perfecto, porque pienso que hay que volver a restablecer este vínculo. La sociología se constituyó como ciencia emancipándose de la filosofía, cayendo en el mito positivista de la separación radical de la ciencia y la filosofía. De esta forma la ciencia social sería objetiva y neutral y lo demás ("la filosofía") serían simples opiniones subjetivas. Como ha recordado muy certeramente el gran sociólogo Immanuel Wallernstein la ruptura entre las dos culturas (la científica y la humanista) fue el origen de una gran deriva. Es en la práctica teórica ( como diría Althusser) como encontraremos la vía para el reencuentro entre ciencia y filosofía. Este libro está en el buen camino : " Se ha intentado enriquecer la historia filosófica de la subjetividad con las aportaciones de otras ciencias sociales." No es de otra manera, porque sabe encontrar el punto de encuentro ajustado. Apunta a una línea de trabajo muy interesante, sobre lo que él llama "la subjetividad expresiva". Intentaré resumir sus sugerentes hipótesis, pero antes quiero comentar su método. Lo que hace el autor del libro es cruzar varias tradiciones diferentes en un encuentro que resulta muy productivo conceptualmente.
Por una parte la hermenéutica de Charles Taylor y
Paul Ricoeur. Por otra las teorías de sociólogos teóricos como
Anthony Giddens y Ulrich Beck. Finalmente los estudios genealógicos
de inspiración foucualtiana sobre el sujeto y la gobernabilidad de
la escuela de sociología inglesa crítica que encabeza Nikolas Rose.
Las tres tendencias son muy heterogéneas, tanto en su metodología
como en sus planteamientos. Es mérito de Francisco Vázquez el
esfuerzo por pensarlas conjuntamente y no entrar en eclecticismos
confusos.Quiero, para empezar, decir que el título me parece poco apropiado. Creo que el tema de la "autoestima" merece todo un análisis crítico pormenorizado y en el libro no se hace, más bien las referencias son algo marginales, efecto de la temática principal. Esta si queda plenamente reflejada en el subtitulo : "Variaciones sobre el yo expresivo en la modernidad tardía". Su objetivo queda bien precisado al final del libro : "Este trabajo ha querido contribuir, desde la perspectiva de una ciencia social crítica, al reconocimiento reflexivo del impensado terapéutico que atraviesa hoy nuestra experiencia moral." Anteriormente señala : "la filosofía solo puede ejercer el papel que siempre le ha correspondido como arte de la existencia, como manera de esculpir formas de vida buena si es capaz de considerar críticamente estos lenguajes, estas técnicas y los tipos de subjetividad que producen. De no acometer estas tareas la filosofía corre el peligro de convertirse en una "tecnología del yo" de recambio dentro del variopinto mercado actual de las terapias de la subjetividad, con el consiguiente menoscabo de su autonomía y la invasión del campo filosófico por una pléyade de nuevos salvadores de la humanidad." Habla de ciencia social crítica y también de filosofía. Me parece perfecto, porque pienso que hay que volver a restablecer este vínculo. La sociología se constituyó como ciencia emancipándose de la filosofía, cayendo en el mito positivista de la separación radical de la ciencia y la filosofía. De esta forma la ciencia social sería objetiva y neutral y lo demás ("la filosofía") serían simples opiniones subjetivas. Como ha recordado muy certeramente el gran sociólogo Immanuel Wallernstein la ruptura entre las dos culturas (la científica y la humanista) fue el origen de una gran deriva. Es en la práctica teórica ( como diría Althusser) como encontraremos la vía para el reencuentro entre ciencia y filosofía. Este libro está en el buen camino : " Se ha intentado enriquecer la historia filosófica de la subjetividad con las aportaciones de otras ciencias sociales." No es de otra manera, porque sabe encontrar el punto de encuentro ajustado. Apunta a una línea de trabajo muy interesante, sobre lo que él llama "la subjetividad expresiva". Intentaré resumir sus sugerentes hipótesis, pero antes quiero comentar su método. Lo que hace el autor del libro es cruzar varias tradiciones diferentes en un encuentro que resulta muy productivo conceptualmente.
¿ Cuales son las hipótesis que defiende como línea de trabajo el
autor del libro ?
El término "sujeto expresivo" es, en parte, un cuestionamiento de los planteamientos del yo como cultura narcisista que hacen sociólogos como Richard Sennett, Christopher Law o Gilles Lipovesky. No conozco a Lasch, pero sí a Sennett y a Lipovesky. Me parece que Vázquez García tiene razón cuando afirma que esta caracterización del yo de la modernidad tardía como narcisista es excesivamente superficial y simplista. Pero me gustaría añadir que esta crítica es justa en el caso de Lipovesky, que opera inicialmente como un ideólogo de la cultura de la modernidad tardía, siempre desde una concepción muy próxima al sistema, incluso en su desencanto final algo cínico. Sennett, en cambio, me parece más complejo y honesto. La crítica al narcisismo es, en su caso, efecto de una concepción más amplia, de lo que él califica de "declive del hombre público" como transito a la privatización progresiva de lo público. Tiene razón Francisco, de todas maneras, cuando dice críticamente que Sennett cae en una pasión nostálgica por los lazos cívicos y comunitarios perdidos.
El recorrido hermenéutico que hacen Charles Taylor y Paul Ricouer le sirve a Vázquez para elaborar una contextualización que despoje al yo de una concepción sustancialista , subrayando su carácter intersubjetivo, lingüístico y narrativo. Al mismo tiempo que le permite evitar una concepción procedimentalista. En este sentido plantean ambos autores plantean que el yo es una construcción personal mediada por el lenguaje y por la tradición. Taylor es el que formulará el término "subjetividad o yo expresivo".Su flanco débil sería una cierta deriva comunitarista-culturalista. Es decir, el dar una excesivo peso a una tradición que se presenta como culturalmente homogénea. La contrapartida que propone con mucho acierto Francisco Vázquez es un análisis más social, entendiendo por tal el estudio de las condiciones materiales y sociales que intervienen en la construcción de la subjetividad. Esto le lleva a la sociología, con la que quiere compensar este excesivo peso de lo cultural en estos planteamientos hermenéuticos. Solo me gustaría plantear un matiz, que es que este comunitarismo me parece más claro en Taylor que en Ricouer. Quizás lo que sobra a Ricoeur son los restos de un cierto personalismo de formación, que le hace caer en un cierto sustancialismo.
Las teorías sociológicas de Giddens y Beck sirven para contemplar los condicionamientos institucionales, familiares y económico-laborales. Tienen la virtud de mostrar como los procesos materiales objetivos de la sociedad intervienen activamente en la formación del yo. También muestran el papel de la cultura psicológica en la formación de este "yo expresivo." Pero lo hacen desde posiciones diferentes. Giddens juega más un papel más ideológico del sistema al señalar estos saberes expertos de manera positiva, como algo que nos ayuda a construir este yo. Beck es más crítico con esta psicologización de la sociedad y señala su función ideológica, que es desplazar lo político hacia lo personal, lo público hacia lo privado. También critica Francisco Vázquez muy adecuadamente que Beck comparte dos defectos de Giddens : una mirada excesivamente totalizadora y una concepción demasiado individualista, que le lleva a diluir la existencia de las clases sociales. Aquí Francisco Vázquez apuesta por la teoría de Pierre Bordieu como corrección a este olvido al formular una teoría fecunda y actualizada de las clases sociales. La hace a partir de a noción de capital, que no es solo económico sino también cultural, social y simbólico. De la misma forma Pierre Bordieu corrige las tendencias demasiado especulativas con un trbajo más empírico.
Finalmente son la red de investigadores de habla inglesa ( History
of the Present Research Work) los que aportan los materiales más
interesantes para la reflexión. Hay que agradecer aquí a Francisco
Vázquez esta reflexión, que por sí sola ya merece un libro.
Estos sociólogos ingleses están haciendo, desde hace un par de
décadas como mínimo, un trabajo crítico fundamental y casi
desconocido en nuestro país. Que yo sepa el trabajo de Francisco
Vázquez es la única aproximación seria que se ha hecho en nuestro
país sobre esta corriente ( y han pasado ya casi nueve años desde
la publicación del libro que nos ocupa). Hay que decir que Nikolas
Rose y el australiano Michael Deab son los dos representantes más
importantes de esta corriente. Pero sollamente del primero, que yo
sepa, circula alguna traducción de artículos en revistas y en
Internet. Parten de los últimos seminarios de Foucault sobre la
gobernabilidad y las tecnologías del yo. Los estudios, que por
cierto son muy originales en el mejor sentido de la expresión,
trabajan el tema de la gobernabilidad liberal en relación con la
hegemonía de las prácticas terapéuticas. Digo prácticas porque,
como bien señala Vázquez, estos análisis se centran más en un
análisis tecnológico que discursivo. Incluso el lenguaje se
entiende en este sentido, como una construcción de escenarios, un
diseño de prácticas y unas relaciones de poder. Las tramas
narrativas se entienden en un sentido muy diferente del de la
hermenéutica. No es tanto un sistema de significaciones sino una
configuración subjetiva a partir de un régimen de prácticas, es
decir, una manera de "conducir las conductas". Hay aquí
un cuestionamiento de la centralidad del Estado, en la línea
abierta por Foucault en sus estudios sobre la microfísica del
poder. El método genealógico que utilizan, iniciado por Foucault (
a partir de su particular lectura nietzscheana) analiza los juegos
de verdad, las problematizaciones del pensamiento, pero entendido
más como práctica que como idea. Hacen una ontología del
presente, pero entendido de manera muy diferente de los sociólogos
de las grandes teorías ( Giddens y Beck), ya que analizan la
heterogeneidad de manera dispersa, ramificada. Son estudios diversos
que van encajando pero sin llegar a una coherencia global, a una
sistematización. Su metodología no solo está inspirada en
Focuault sino que puede remitirse a uno de sus maestros, Gastón
Bachelard. Pero básicamente empiezan donde Foucault acaba cuando
abandona el modelo bélico, el de la sociedad disciplinaria ( el de
Vigilar y castigar) para introducir el modelo de gobierno, lo
que Deleuze llamaba la sociedad del control. Ya cuando aparece la
sociedad normativa y disciplinaria, basado en el encierro y en el
castigo, aparecen estos mecanismos reguladores, que también se ha
llamado la biopolítica. Pero en la segunda mitad del siglo XX
empieza a aparecer un liberalismo diferente del clásico, basado en
la idea de gobernabilidad como facilitación de la responsabilidad
de cada cual. Uno debe construirse a sí mismo y el Estado no debe
ser paternalista, sino facilitar los recursos para hacerlo. Estos
sociólogos ingleses han trabajado sobre el terreno, cuando el
neoliberalismo de Tatcher y Reagan ya se habían entrenado en sus
respectivos países. Se trata de combinar la actividad reguladora
del estado con la máxima libertad del mercado, de la población y
de los individuos mismos. Los individuos deben ser competentes,
productivos y responsables de sí mismos. La política pasa a lo
personal a lo privado: cada cual es responsable de su éxito o de
su fracaso. La cultura psicológica se extiende por toda la sociedad
de la mano de la psicología humanista de Carl Rogers y Abraham
Maslow. El psicólogo es un experto que ayuda a la autorrealización
y al crecimiento personal, no tiene pacientes sino clientes. Todos
los servicios deben privatizarse y abrirse a un mercado al que
acuden para resolver cualquier problema. Se elige el que más nos
conviene y el gobierno facilita pero no se inmiscuye. No debe
solucionar nada, ya que cada cual el que debe responsabilizarse de
resolver sus problemas. Cada individuo elige su vida y si tiene
dificultades acude al mercado psi. La conclusión es que las
tecnologías del yo y del gobierno actúan de manera paralela y
complementaria.
El término "sujeto expresivo" es, en parte, un cuestionamiento de los planteamientos del yo como cultura narcisista que hacen sociólogos como Richard Sennett, Christopher Law o Gilles Lipovesky. No conozco a Lasch, pero sí a Sennett y a Lipovesky. Me parece que Vázquez García tiene razón cuando afirma que esta caracterización del yo de la modernidad tardía como narcisista es excesivamente superficial y simplista. Pero me gustaría añadir que esta crítica es justa en el caso de Lipovesky, que opera inicialmente como un ideólogo de la cultura de la modernidad tardía, siempre desde una concepción muy próxima al sistema, incluso en su desencanto final algo cínico. Sennett, en cambio, me parece más complejo y honesto. La crítica al narcisismo es, en su caso, efecto de una concepción más amplia, de lo que él califica de "declive del hombre público" como transito a la privatización progresiva de lo público. Tiene razón Francisco, de todas maneras, cuando dice críticamente que Sennett cae en una pasión nostálgica por los lazos cívicos y comunitarios perdidos.
El recorrido hermenéutico que hacen Charles Taylor y Paul Ricouer le sirve a Vázquez para elaborar una contextualización que despoje al yo de una concepción sustancialista , subrayando su carácter intersubjetivo, lingüístico y narrativo. Al mismo tiempo que le permite evitar una concepción procedimentalista. En este sentido plantean ambos autores plantean que el yo es una construcción personal mediada por el lenguaje y por la tradición. Taylor es el que formulará el término "subjetividad o yo expresivo".Su flanco débil sería una cierta deriva comunitarista-culturalista. Es decir, el dar una excesivo peso a una tradición que se presenta como culturalmente homogénea. La contrapartida que propone con mucho acierto Francisco Vázquez es un análisis más social, entendiendo por tal el estudio de las condiciones materiales y sociales que intervienen en la construcción de la subjetividad. Esto le lleva a la sociología, con la que quiere compensar este excesivo peso de lo cultural en estos planteamientos hermenéuticos. Solo me gustaría plantear un matiz, que es que este comunitarismo me parece más claro en Taylor que en Ricouer. Quizás lo que sobra a Ricoeur son los restos de un cierto personalismo de formación, que le hace caer en un cierto sustancialismo.
Las teorías sociológicas de Giddens y Beck sirven para contemplar los condicionamientos institucionales, familiares y económico-laborales. Tienen la virtud de mostrar como los procesos materiales objetivos de la sociedad intervienen activamente en la formación del yo. También muestran el papel de la cultura psicológica en la formación de este "yo expresivo." Pero lo hacen desde posiciones diferentes. Giddens juega más un papel más ideológico del sistema al señalar estos saberes expertos de manera positiva, como algo que nos ayuda a construir este yo. Beck es más crítico con esta psicologización de la sociedad y señala su función ideológica, que es desplazar lo político hacia lo personal, lo público hacia lo privado. También critica Francisco Vázquez muy adecuadamente que Beck comparte dos defectos de Giddens : una mirada excesivamente totalizadora y una concepción demasiado individualista, que le lleva a diluir la existencia de las clases sociales. Aquí Francisco Vázquez apuesta por la teoría de Pierre Bordieu como corrección a este olvido al formular una teoría fecunda y actualizada de las clases sociales. La hace a partir de a noción de capital, que no es solo económico sino también cultural, social y simbólico. De la misma forma Pierre Bordieu corrige las tendencias demasiado especulativas con un trbajo más empírico.
Es muy interesante la reflexión crítica, pero matizada, que
introduce Francisco Vázquez García sobre la valoración de todas
estas prácticas. Asume la complejidad de la cuestión, su
ambivalencia. No se deja llevar por críticas fáciles, como la de
decir que son productos nefastos de la deriva narcisista de la
sociedad. En esta línea sus planteamientos son similares a los de
este grupo. No hay una manipulación de una libertad o de un yo
primigenio. La libertad y el yo son construcciones sociales y hay que
ver que criterios de valoración utilizamos en la crítica a estos
procedimientos. No se trata de satanizar el gobierno liberal y las
tecnologías del yo sino de orientar la construcción del yo en
relación con el otro y en el espacio público. Vincular esta ética
del trabajo de sí con una apuesta política diferente.
En todo caso acabo diciendo que es un buen libro porque abre
horizontes de reflexión política y ética muy interesantes. Solo
haré una crítica. Pienso que falta una tradición que para mí es
fundamental, que es la psicoanalítica. Me parece que no se puede
entender la construcción del sujeto expresivo sin referirse a él
específicamente y sin utilizar su arsenal conceptual. Freud y Lacan
nos proporcionan instrumentos imprescindibles. Y a partir de aquí
podríamos añadir aportaciones discutibles pero sugerentes como la
de Slavoj Zizek. Una sugerencia de utilizar las investigaciones de
otros sociólogos que para mí son claves, como Zymgut Bauman y sobre
Eva Illouz, algunos de cuyos trabajos ( traducidos después de la
edición del libro como La salvación del mundo moderno
e Intimidades congeladas ) son imprescindibles para entender
la hegemonía actual del disucrso terapéuticos. Más que críticas,
sugerencias para seguir este apasionante trabajo.
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