Reseña de
Cultura, antropología y otras tonterías
Ángel Díaz de Rada
Editorial Trotta, Madrid, 2010, 291 páginas
Artçiculo escrito por Luis Roca Jusmet
Ángel Días de Rada es un antropólogo, profesor de la UNED del que disponemos una amplia e interesante bibliografía. Su elaboración teórica se sostiene en un consistente trabajo de campo que hace que su autoconsideración de científico social no sea una proclamación retórica. Tiene además la ventaja de cuestionar la antropología como saber compartimentado y de no caer en la mixtificación del positivismo. En este aspecto, aunque no lo cita, me parece que su planteamiento es
coherente con el proyecto de Wallerenstein de buscar una ciencia social histórica unificada que supere el dogma que divide la cultura científica. En este sentido es ejemplar la capacidad del autor de este libro para establecer valoraciones directamente ligadas a afirmaciones empíricas de las ciencias sociales sabiendo establecer los pertinentes matices entre unos y otros.
El término cultura, al igual que el de sociedad son tópicos relativamente modernos, como bien ha señalado el gran sociólogo Raymond Williams. Son, siguiendo la convención, el objeto de estudio respectivo de la antropología y de la sociología, cuya diferencia es tan relativa en el terreno de lo científico como absoluta en el campo de lo académico. El esfuerzo del autor del libro por establecer una definición y una discriminación entre los dos términos es loable pero me parece que peca de excesivo, ya que me parece imposible delimitar con tanta exactitud lo que ambos significan respectivamente. Sociedad sería así para él "la vinculación concreta de agentes concretos" y cultura "la propiedad de dar una forma convencional a la acción social de los seres humanos". Evidentemente la primera definición es más simple y la segunda más elaborada, ya que a ella está dedicada prácticamente todo el libro. En este sentido me parece que la relación entre ambos términos es una cuestión tan fundamental que merecía un tratamiento más amplio que el que le da el libro, que no acaba de resolver con claridad la relación que mantienen.
Uno de los valores del ensayo es la de desmontar concepciones erróneas de lo que significa cultura, muchas de las cuales están ideológicamente consolidadas por el nefasto rendimiento político que tienen. Me parece especialmente interesante la demoledora crítica de la cultura como identidad única de una población. No existen ni la "cultura española", ni la "cultura catalana" ni "la cultura occidental" ni "la cultura china". En esta línea reivindica la influencia de un libro que también a mí me parece imprescindible : El enigma multicultural, de Gerard Baumann. Echo a faltar una referencia al libro de Amaryrta Sen, Identidad y violencia. La ilusión de un destino, tan clarividente sobre los peligros que comporta la idea de una identidad única.
La concepción que nos da el ensayo de la cultura como algo que se da en el tiempo y no en el espacio me parece algo claro y preciso. Tiempo que no es congelado y que siempre es recreado, por supuesto, en contra de lo que plantea la visión esencialista de la tradición. Me parece excelente la crítica sin concesiones a la cultura como objeto o como propiedad. No es algo que se tiene o no se tiene, no existen los "cultos" ni los "incultos"; tampoco es real ni progresista, por supuesto, una consideración elitista de la cultura.
El libro trata de múltiples cuestiones, todas muy sugerentes. Algunas, como el de la lengua y la crítica ponderada al relativismo lingüístico, me parece muy bien elaboradas. Otras, como la escuela, me parece que son despachadas de manera algo precipitada adhiriéndose a una visión interesante pero parcial sobre el tema, que por su importancia da para muchos más matices.
La metodología del autor, que muy certeramente nos plantea el libro como "una caja de herramientas" ( como diría Foucault) aunque el resultado no me acaba de resultar convincente. La metáfora de "las seis llaves " no tiene en la trayectoria del libro la eficacia que pretende y a veces resulta algo artificial. En todo caso, y esto es lo que importa, sí me parece que el libro funciona bien como esta caja de herramientas para el ciudadano crítico, que no es poco. Díaz de Rada tiene la humildad de antropólogo que, al contrario de la arrogancia infumable de algunos, quiere hacer un esfuerzo para ser entendido por los que son ajenos a su círculo de expertos. Hay además una inscripción de sus planteamientos en lo que sería un proyecto democrático de buscar una buena vida colectiva que me parece muy válido. Sabe nuestro antropólogo desfilar con criterio y con prudencia por el espinoso tema de los relativismos y me parece que sale bien parado en su análisis equilibrado.
Hay en el libro también una defensa de la opción materialista frente a concepciones dualistas, idealistas o culturalistas. Está bien pero me parece discutible que situe dentro de este grupo al emergentismo. Éste viene a decir que aunque la cultura tenga una base material, que es tanto natural como social, la cultura queda constituida como un mundo que, aunque dependiendo de sus bases materiales, tiene una cierta autonomía. Díaz de Rada, que está empeñado en entender la cultura como un aspecto de la acción social y este planteamiento me parece algo reduccionista. Lo que sí me parece muy correcto es cuestionar la diferencia entre la parte material y no material de la cultura.
El libro, en resumen, me parece muy recomendable. En primer lugar para cualquier científico social de mente abierta. En segundo para cualquier ciudadano crítico que tenga la paciencia de ir asimilando un libro complejo pero que tiene la ventaja de contar con un autor que considera, afortunadamente, que la claridad es una virtud.
El libro, en resumen, me parece muy recomendable. En primer lugar para cualquier científico social de mente abierta. En segundo para cualquier ciudadano crítico que tenga la paciencia de ir asimilando un libro complejo pero que tiene la ventaja de contar con un autor que considera, afortunadamente, que la claridad es una virtud.
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