El ser
neoliberal
Christian Laval y Pierre Dardot. Edición a cargo de Enric
Berenguer´
Gedisa : Barcelona, 2018
Escrito por Luis Roca Jusmet
Escrito por Luis Roca Jusmet
Christian Laval y
Pierre Dardot son dos potentes pensadores franceses que han profundizado en el
neoliberalismo, por un lado, y han intentado abrir nuevos horizontes en la
izquierda a partir de la noción de “lo común”. La editorial Gedisa ha publicado
varias traducciones de sus libros más representativos: “La nueva razón del
mundo”( 2013), “Común” ( 2015), “La pesadilla que no acaba nunca” (2017) y “La
sombra de octubre” (2017). En esta ocasión el psicoanalista Enric Berenguer
conversa con ellos, que también tienen una cierta influencia de Jacques Lacan,
en un diálogo tan inteligente como denso. Después de una sugerente
introducción, el psicoanalista lacaniano, les plantea una serie de preguntas.
La primera es sobre la noción de post-humano, que supera justamente el
presupuesto del discurso científico y del sistema capitalista, que era el del
homus economicus. Esta ficción, liberal y utilitarista, se desplaza en el
neoliberalismo hacia el hombre empresa. Pero va más allá con la figura del
transhumanismo, propio de la neuropolítica. La muerte se plantea como algo
superable. Pero en un contexto en que la salud es un capital, una inversión. Aquí
se ve la influencia que tuvo Michel Foucault, con su conceptualización de la
biopolítica, sobre los autores. Pero lo que hace el neoliberalismo es abrir
nuevas formas de subjetividad, de la que muchos se consideran excluidos o
simplemente no se identifican con ellas. Es mucho más que una alternativa
económica y política. Es una manera de estar en el mundo. El neoliberalismo es
una ideología en el sentido más profundo del término: una manera de pensar, de
desear, de sentir, de verse a sí mismo y a los otros. Pero una forma de estar
en el mundo de la que muchos son excluidos. Por esto aparece como síntoma y
reacción el fundamentalismo, tanto el religioso como el nacionalista. Es la
manera más simple y negativa de reaccionar contra la globalización neoliberal.
Es una opción identitaria que se apoya en valores conservadores, que divide a
los afectados por los efectos de este capitalismo depredador y que privatiza
los problemas.
La otra cuestión que
plantean Laval y Dardot es la de una renovación del discurso de la izquierda.
Lo hacen a partir de la introducción de la noción de “lo común” como algo
diferente de lo privado pero también de lo estatal. La izquierda ha sido
demasiado estatista y no ha sido capaz de recoger y potenciar una tradición
jurídica de lo común diferente de lo estatal. Hay experiencias concretas de
gestión de lo común a nivel municipal y en esta línea hay que avanzar. O
incluso los Creative commons de propiedad intelectual son un ejemplo de ello.
Lo cual necesita una
revolución cultural muy profunda. Esto lo hizo en los años 70 la derecha con el
neoliberalismo. Pasa por la superación del marxismo y de su ideal de una
sociedad sin conflictos. La idea de lo común y del derecho vinculado a él puede
ser un camino.
Enric Berenguer
sabe ir a las preguntas fundamentales y tanto Laval como Dardot sintetizan
mucho sus análisis y sus propuestas. El trabajo para entender la ontología del neoliberalismo,
que nos proponen, tiene una inspiración clara en Michel Foucault, aunque
también tiene una cierta inspiración lacaniana. Y por supuesto un diálogo
permanente con Marx. Su propuesta es interesante, aunque hay que ver como se
articula con el trabajo institucional. Porque no creo que “lo común” pueda
sustituir al Estado, que me parece un garante necesario de derechos. Aunque
ciertamente tiene sus peligros y no debe ser apoyado sin más. Hay una
hibridación entre el imperium (poder del Estado) y del dominium (poder del
amo). Pensadores de izquierda anteriores, como Cornelius Castoriadis, ya nos
avisaron de los peligros del poder burocrático.
Bajando a un terreno
más concreto me parece muy oportuna la crítica que Enric Berenguer hace al
nacionalismo catalán. Más escéptico soy respecto a su comentario elogioso de
“los comunes” catalanes, cuya deriva interna es cada vez más clara y cuya
posición respecto al nacionalismo es más que cómplice.
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