Escrito por Luis Roca Jusmet
Voy a comentar aquí dos libros de Darian Leader : La moda negra. Duelo, melancolía y depresión y ¿Todos bipolares ? ambos editados en español por Sexto Piso, Darian Leader es un
psicoanalista lacaniano. Los lacanianos de dividen en dos grupos, que
son los que entienden a Lacan y los que repiten a Lacan. A estos
últimos les gusta utilizar la jerga lacaniana en un sentido tan
escolástico como inútil. Forman parte de una secta endógena que se
alimenta a sí misma. Pero los que entienden a Lacan son otra cosa,
ya que forman parte de una tradición que tiene mucho que decir sobre
el psiquismo humano. Leader es inglés y en su país no interesa
Lacan, ha tenido que ir contracorriente y se ha visto obligado a
transformar el difícil vocabulario lacaniano en un lenguaje que
tenga la máxima claridad. Yo mismo me inicié en Lacan a partir de
un librito escrito por el mismo Darian Leader, en una colección tan
didáctica como divertida : Lacan para principiantes.
Al mismo tiempo, con un libro publicado no hace mucho con el nombre
de ¿ Qué es la locura ? ,
pude comprobar la capacidad sintética de este psicoanalista y, una
vez más, su prodigiosa capacidad para transformar lo más denso en
algo ligero sin perder por ello rigor. Leader es, por otra parte, un
experto en la relación entre psicoanálisis y arte. Esto queda
perfectamente reflejado en otro de sus escritos, titulado El
robo de Mona Lisa. Lo que el arte nos impide ver.
Por
estas razones es para mí un placer anticipado la traducción de sus
libros. Precisamente la editorial Sexto Piso ha reeditado el primero
de los que me ocupan y ha editado por primera vez el segundo. Los dos
forman parte del mismo proyecto, que es el de analizar lo que hay
detrás de los trastornos que parecen definir nuestra época : la
depresión y el trastorno bipolar. Clasificados como trastornos por
el DSM-V, la biblia de los psicólogos y psiquiatras ( y sobre todo
de las multinacionales farmacéuticas), se definen unos trastornos de
una manera uniforme y con un tratamiento estandarizado. Tratamiento
farmacológico que, en el mejor de los casos, se complementa con una
terapia cognitiva-conductista. Terapia tan breve como superficial,
que considera que en lo que respecta a la parte psicológica de los
trastornos que se consideran de causa genética, lo que hay que hacer
es corregir los trastornos cognitivos y conductuales que conlleva. De
esta manera se trata de reeducar al paciente, de que aprenda nuevas
maneras de enfocar las cosas y de comportarse delante de ellas. Se
trata entonces de normalizarse, de adaptarse, de hacerse competente
para funcionar bien en la sociedad en la que vive.
El
primero de los dos libros trata de lo que llama la "moda negra"
de nuestra época : la depresión. Pero resulta que detrás de este
diagnóstico no hay para Leader ningún trastorno específico. Lo que
hay son un conjunto de síntomas, los cuales manifiestan unas
estructuras clínicas determinadas y unas singularidades diversas. El
tema de la estructura clínica es planteado por la psiquiatria
tradicional y por el psicoanálisis y Lacan es el que hace de ellas
una teorización más elaborada. Detrás de los síntomas de la
depresión ( dolor emocional, tristeza, angustia, inhibición...)
puede haber una depresión neurótica o bien una psicótica, que es
la del melancólico. Porque el tema de la depresión remite, como ya
nos enseñó el maestro Freud, o bien al duelo o a bien a la
melancolía. Aunque lo que hay que tener siempre presente es
que detrás de las estructuras clínicas lo que hay son casos
singulares que no pueden reducirse a una generalidad. Los conceptos
deben servir para orientar, no para clasificar. Ningún ser humano es
reductible a un concepto ni a un tratamiento. Freud, Karl Abraham,
Melaine Klein y Jacques Lacan nos proporcionan la caja de
herramientas para entender lo que hay detrás de esta especie de
epidemia social
En
primer lugar hay que diferenciar el duelo de la melancolía. En el
duelo lloramos a los muertos,
en la melancolía morimos con ellos.
El melancólico se ha perdido a sí mismo
porque tiene la certeza de ser un desecho, de no valer nada. Es una
estructura psicótica en la que siempre hay esta certeza, frente a la
duda neurótica. El melancólico se considera un muerto, se culpa de
todo. Es lo contrario del paranoico, que tiene la certeza de que los
otros son siempre los culpables. Son dos delirios diferentes y
opuestos. Hay en los dos casos una falta de Otro simbólico, una
amenaza, sin mediación, de un Otro real que nos tiene atrapados, que
incluso nos puede devorar.. El melancólico siempre está al borde
del suicidio y el paranoico de la agresión.
Hay
toda una reflexión sobre el tema del duelo. El duelo es un
trabajo sobre el dolor, es la reacción subjetiva frente a una
pérdida importante. Es importante diferenciar entre el objeto
perdido y el lugar que ocupa en nosotros este objeto. Como
trabajo implica una elaboración en la que hay que matar
simbólicamente a los que ya han muerto biológicamente. Es el tema
de las dos muertes, que trata magníficamente Lacan a partir
del tema de Antígona. De hecho los ritos funerarios están
orientados a impedir que vuelvan los muertos, por lo que los
transforman en ancestros. Incluso a veces se agrede a los
familiares para liberarlos de la culpa interna que pueden
experimentar frente a la muerte del ser querido. En ocasiones hay que
sacrificar incluso algo personal, dejarlo en la tumba para simbolizar
lo que hemos perdido.
Los
tratamientos farmacológicos eliminan el síntoma y reducen el dolor.
Como máximo, tal como he comentado, un tratamiento superficial para
ir tirando. Pero lo que debe hacer el paciente es hablar y el
psicólogo o psiquiatra deben escucharlo. Esto es lo fundamental. Con
el psicoanálisis hasta podemos acceder a los procesos inconscientes,
a la verdad subjetiva de fondo. El arte también puede ser una manera
de sublimar la energía estancada porque, no lo olvidemos, al que
sufre una depresión no le falta energía, lo que ocurre es que la
tiene bloqueada, estancada. La poesía ha sido muchas veces una
salida para el melancólico. El arte también puede ayudar a superar
una pérdida, a hacer el trabajo del duelo. Pero hay que crear un
espacio vacío, un marco para la ausencia. Es como si la psiquiatría
quisiera tapar este vacío, esta ausencia.
Pero
el problema de la moda depresiva parece que se desplaza a la
moda bipolar y según declaraciones de Leader se desplazará
después hacia la moda de la ansiedad. Son síntomas de
nuestra época, mal calificados de trastornos, que ocultan
son procesos y estructuras diversos que hay que tratar de diferente
manera. Ya la psiquiatría del siglo XIX y el mismo Freud entendieron
que, al igual que la psicosis melancólica, existía una psicosis
maníaco-depresiva. Pero detrás del diagnóstico de trastorno
bipolar puede existir una psicosis y también muchos síntomas
neuróticos. Y al igual que en la depresión todos los casos son
singulares. Lo que hace Leader en el libro es estudiar varias
autobiografías de personas consideradas maníaco-depresivas.
Explorando el estado maníaco comprobamos que no se trata simplemente
de un estado de euforia.
Hay una especie de percepción de lo real en
la que todas las cosas aparecen como interconectadas. Igualmente es
como si la manía multiplicara el don de la palabra, pero siempre
buscando a un auditorio. Es importante destacar que en un estado
maníaco el sujeto que lo padece necesita espectadores. Otro aspecto
es la necesidad de comprar y gastar de manera desenfrenada. Es como
si el sujeto maníaco necesitara endeudarse como si tuviera que
materializar una deuda infinita. El maníaco-depresivo no
responsabiliza siempre al Otro ( como el paranoico) ni a sí mismo (
como el melancólico). Oscila entre la irresponsabilidad total ( fase
maníaca) y la autorreponsabilidad total ( fase depresiva). En todo
caso es importante constatar que el episodio depresivo del bipolar,
“la bajada”, es muy diferente del estado depresivo unipolar del
melancólico.
Parecería también que el maníaco-depresivo quiere separar
radicalmente sus conflictos, sus contradicciones. El carácter
cíclico es como un intento de desconectar dos imágenes de
amor-odio. Hay que entender la lógica de estos altibajos, que existe
aunque sea difícil de ver.
Como
dice la frase final de Leader : “ Si hay una línea de fractura
primordial en la constelación de los maníacos-depresivos – la
imposibilidad e incluso el rechazo a asumir algún aspecto de su
historia- , la atención de esta dimensión por parte de la sociedad
no puede sino exacerbar sus problemas. Tenemos que volver al
planteamiento anterior, más humano; volver a un enfoque en el que se
atienda a la particularidad de cada caso, y que ofrezca a la persona
maníaco-depresiva la posibilidad de asumir- por lento y doloroso que
pueda resultar el proceso- lo que pueda ser asumido de su historia, y
de encontrar la manera de vivir con aquello que no pueda serlo.”
Una
exquisita edición y una muy buena traducción hacen que me permita
invitar a la doble lectura a cualquier persona interesado por el
tema.
És dur dir-ho però entendre una miqueta Lacan és haver-se psicoanalitzat, i mai no arribaràs a ¿ser? un lacanet, sinó la teua manera de veure el món, única i diferent, com presuposava Nietzsche que el llegirien.
ResponderEliminarVicent
"L'Home ja no és l'home tancat, és l'home endeutat". Giles Deleuze
ResponderEliminarEl que vull dir és que hem matat Déu ja no individualment, que ho matem tots els dies, sinó col·lectivament, per escrit, ja no es pensem mortals, el que hauria de ser saber-se mortal hui ja no ho és, s'espera de l'Anticrist del segle XXI, la ciència una vida infinita, tots esperen allargar la vida fins a límits no humans, quan la vida l'hem de tornar a la Terra, és un ser endeutat amb els déus, amb l'economia, amb les llengües i cultures pròpies, amb la política ple de corruptes, tots tres registres han caigut, han tombat, el polític, l'econòmic i el lingüístico-religiós.
Endegar la situació? No tornar al Pare però sí ser conscient de que som matèria, bé, però també esperit, i en un 100 % ambdós, viure de grat amb nosaltres mateixos, i en aquesta Era, que serà, com diu Jung la de l'Anticrist hi conviurà amb una espiritualitat grandíssima, perquè l'Home, com a fill, com a xiquet fa el contrari del que el Pare li diu, i així va passar en l'Era de Crist, en què la ciència va sorgir per enfrontar-se al Pare, bo o roí, més prompte i millor dit, molest.
Vicent