Reseña del libro
Democracia. Conceptos
políticos fundamentales
Joaquín Abellán
Alianza editorial, Madrid
: 2011
Escrito por Luis Roca Jusmet
El debate suscitado por
el movimiento 15-M , por los indignados de todo el mundo a partir de
su demanda de una democracia real exige una reflexión teórica y
también histórica sobre el concepto de democracia.
Libros como el que nos ocupa son, por lo tanto, bienvenidos. También lo es el rigor con que el autor va analizando históricamente la forma como el concepto se va significando. Ahora bien, me parece una contradicción, que el mismo autor se reclame del método de Reinhart Koselleck de hacer una determinada historia de los conceptos cuando éste afirma al mismo tiempo que los conceptos no tienen historia ( éste mismo pensador ya manifiesta la contradicción en que se mueve). Me parece que detrás de esta metodología hay dos errores : la primera es una ontología platónica que viene a decir que los conceptos representan las formas y que son éstas y no los anteriores los que cambian. Los conceptos dice que "envejecen" porque no se adaptan a la transformación de las formas. El segundo error es considerar que los conceptos representan las cosas. Me parece que hay que volver a Saussure cuando éste nos enseña que lo que representa el significante es un significado ( o lo que es lo mismo en este caso, un concepto). La implicación lógica es que hacer la historia de un concepto es hacer la historia de como va variando su significado, el concepto, manteniéndose el mismo significante. Evidentemente si el significado cambiara totalmente no tendría ningún sentido mantener la misma palabra, ya que el significado-concepto sería radicalmente otro. Pero la cuestión es la de porqué los que nos gobiernan dicen que es una democracia y los que la critican que no lo es. Hay que plantearse aquí cual es la significación que se mantiene y la que no lo hace. La palabra-concepto democracia, como ya señala Abellán, es a la vez un concepto normativo y descriptivo. Se utiliza, y a veces de manera confusa, para referirse a un sistema de gobierno real y también a un ideal de gobierno. Como el mismo autor nos dice en algún momento, en algún momento funcionó como un contra-ideal, es decir una palabra que se refería a una realidad negativa. En otras ocasiones la democracia es un sistema político que se puede comparar con otros en un contexto polémico, sin que tenga en sí mismo una connotación valorativa. ¿ Qué es lo que mantiene de común ? Evidentemente no lo que nos dice al final, que es una definición convencional basado en una ideología del consenso políticamente correcta. Lo que se mantiene siempre es una idea de forma gobierno en la que deciden los ciudadanos. A partir de un determinado momento esto funciona como ideal hegemónico. No se cuestiona entonces la democracia sino el contenido que le damos a la palabra. Hay por lo tanto unos desplazamientos sucesivos y también paralelos del significado de la democracia, que es, en cierta forma, independiente de como funcionan en la práctica estos gobiernos.
Libros como el que nos ocupa son, por lo tanto, bienvenidos. También lo es el rigor con que el autor va analizando históricamente la forma como el concepto se va significando. Ahora bien, me parece una contradicción, que el mismo autor se reclame del método de Reinhart Koselleck de hacer una determinada historia de los conceptos cuando éste afirma al mismo tiempo que los conceptos no tienen historia ( éste mismo pensador ya manifiesta la contradicción en que se mueve). Me parece que detrás de esta metodología hay dos errores : la primera es una ontología platónica que viene a decir que los conceptos representan las formas y que son éstas y no los anteriores los que cambian. Los conceptos dice que "envejecen" porque no se adaptan a la transformación de las formas. El segundo error es considerar que los conceptos representan las cosas. Me parece que hay que volver a Saussure cuando éste nos enseña que lo que representa el significante es un significado ( o lo que es lo mismo en este caso, un concepto). La implicación lógica es que hacer la historia de un concepto es hacer la historia de como va variando su significado, el concepto, manteniéndose el mismo significante. Evidentemente si el significado cambiara totalmente no tendría ningún sentido mantener la misma palabra, ya que el significado-concepto sería radicalmente otro. Pero la cuestión es la de porqué los que nos gobiernan dicen que es una democracia y los que la critican que no lo es. Hay que plantearse aquí cual es la significación que se mantiene y la que no lo hace. La palabra-concepto democracia, como ya señala Abellán, es a la vez un concepto normativo y descriptivo. Se utiliza, y a veces de manera confusa, para referirse a un sistema de gobierno real y también a un ideal de gobierno. Como el mismo autor nos dice en algún momento, en algún momento funcionó como un contra-ideal, es decir una palabra que se refería a una realidad negativa. En otras ocasiones la democracia es un sistema político que se puede comparar con otros en un contexto polémico, sin que tenga en sí mismo una connotación valorativa. ¿ Qué es lo que mantiene de común ? Evidentemente no lo que nos dice al final, que es una definición convencional basado en una ideología del consenso políticamente correcta. Lo que se mantiene siempre es una idea de forma gobierno en la que deciden los ciudadanos. A partir de un determinado momento esto funciona como ideal hegemónico. No se cuestiona entonces la democracia sino el contenido que le damos a la palabra. Hay por lo tanto unos desplazamientos sucesivos y también paralelos del significado de la democracia, que es, en cierta forma, independiente de como funcionan en la práctica estos gobiernos.
El
libro plantea, como he dicho al final, un recorrido histórico muy
sintético y preciso sobre el origen y el desarrollo del concepto. Me
parece que la reflexión sobre el origen y la formulación de la
noción de democracia
en Grecia está muy bien construida. También me parece ajustado la
más breve explicación en Roma y en la Edad Media. Respecto a la
reformulación del término en la Edad Moderna hay también un
planteamiento interesante, sobre todo por la tensión/identificación
en diferentes momentos y por diferentes autores entre República y
Democracia. Ahora bien, creo que el libro falla tanto en la
exposición del debate sobre la democracia en la actualidad como en
sus conclusiones. Me parece que lo que hace Abellán es ignorar los
planteamientos más interesantes y críticos de la noción de
democracia. Me refiero a los de Jacques Rancière, Cornellius
Castoriadis y también los de los que se reclaman de una tradición
republicana-democrática ( que tienen en nuestro país a gente como
Joaquín Miras y Antoni Doménech). Por otra parte me parece que
había que hacer alguna referencia a sociólogos de la talla de
Charles Tilly o Sheldon S.Wolin, que situan la discusión en un
contexto más empírico sin perder la visión crítica. La
conclusión, como he dicho antes, también me parece pobre porque
acaba definiendo la democracia en los términos del discurso
políticamente correcto, que es justamente el que está más en
cuestión.
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