Escrito por Luis Roca Jusmet
De la ética pasamos a la política. La política debe garantizar el derecho universal. El derecho tiene como función garantizar el que cada cual pueda tener un vida material y éticamente digna. La política debe concretar el derecho en ley y hacer que esta sea efectiva. El Estado es el conjunto de instituciones que lo hace posible.
No creo que la política resuelva la cuestión ética de la buena vida, que cada cual ha de resolver, aunque sea con los otros. No creo tampoco en las promesas de un "hombre nuevo" desde la política. Mi experiencia y mi reflexión me lleva a un escepticismo moderado. Hay mejores y peores formas de gobierno, pero todas tienden al dominio, sea de súbditos ( en el peor de los casos) o de los ciudadanos ( en el mejor). No creo que la ética sea un problema político, aunque si creo que la ética necesita de la política para la emancipación del sujeto. Pienso que lo que se plantea hoy son tres cuestiones: la primera el dilema entre un Estado que se alia con los poderes económicos o un Estado que garantiza derechos a los ciudadanos. La segunda entre un Estado burocrático y un Estado democrático. La tercera entre un Estado que es una red clientelar de privilegios para los gobernantes o es una institución eficiente y transparente para los ciudadanos. Tres cuestiones que están directamente ligadas.
Las mejores referencias políticas que conozco, que están históricamente determinadas, son la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Estado democrático y social de derecho. Me parece que recoge lo mejor del republicanismo, del liberalismo y del socialismo. Se concreta en un Estado que tiene como función la garantía de los derechos que aparecen en la declaración. Incluyen la idea del ciudadano como unidad política básica y consideran que el ciudadano es consecuencia del Estado de derecho. Implica la idea de contrato social. Por supuesto que la declaración de derechos humanos es una idea regulativa, una ficción necesaria. Se supone que tenemos estos derechos. Igual que es ficticio el contrato social: se supone que existe este contrato y que todos debemos respetarlo. No digo que no hayan otras opciones sino que son las mejores que conozco.
Tampoco me consta que exista un sistema político mejor que la democracia liberal como marco para garantizar un Estado democrático y social de derecho que garantice al máximo los derechos humanos. Pero no es suficiente. Es necesario una cultura democrática y una voluntad política de los gobernantes y de los gobernados para que sea efectiva. Es anticapitalista en su lógica, aunque exista en el capitalismo en estado de tensión, porque va contra su lógica, que es el del aumento incesante del capital. Y porque los derechos han de entrar también en la empresa .
La democracia liberal debería ser constitucionalista y republicana. Es necesaria una Constitución que blinde los derechos fundamentales y no dependa de mayorías políticas. Republicana quiere decir separación de poderes, participación política y libertades políticas. También excluye la figura de una monarquía, aunque no sea lo más importante. Hay monarquías más republicanas que supuestas "repúblicas" sin rey pero sin las condiciones importantes que he expuesto.
Es imprescindible ir hacia alguna forma de Estado mundial porque es la única manera de garantizar derechos, sobre todo laborales, y combatir las estrategias del gran capital. También para frenar la devastación de la naturaleza. La riqueza solo puede redistribuirse de manera justa con un sistema fiscal equilibrado a nivel internacional. No puede hacerse con un Estado mundial centralizado sino con formas federales y confederales.
Para mí, al contrario que en Platón como en Aristóteles, la ética no se realiza en la política. Tampoco pienso, como Epicuro, que la ética se realice al margen de la política. Pienso que la política es necesaria para que la ética sea posible. Reconozco aquí la línea de Spinoza entre los modernos y Michel Foucault entre los contemporáneos. La ética tiene un aspecto singular, porque cada cual elige el camino de su vida. Pero también está el elemento universal que señalaba Kant entre los modernos y Axel Honneth entre los contemporáneos, que lleva al reconocimiento del otro y a la universalidad de los derechos. Esto nos lleva al derecho universal. La política tiene algo de universal, en la medida en que lo que debe hacer es garantizar estos detechos, pero también algo de particular, porque las formas políticas que lo hacen no son siempre, en todo tiempo y lugar, las mismas. Pero el elemento democrático, tal como señalaba Spinoza, siempre debe estar presente.
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