Escrito por Luis Roca Jusmet
¿ Hay que preguntarse por el
sentido de la vida ? Es una pregunta muy occidental, griega
inicialmente y europea después. Parece que en otras culturas, como la
China, nunca se ha planteado la cuestión. La pregunta es ambigua,
porque sentido quiere decir a la vez finalidad y valor, que son dos
cuestiones diferentes. La segunda no supone la primera, como ya
denunció Nietzsche : "la Muerte de Dios" no tiene porque
conducir al nihilismo.
Nietzsche dice que la pregunta por
la finalidad surge de nuestra incapacidad para soportar el
sufrimiento. Necesitamos darle un sentido para aceptarlo, ya que no somos
capaces de aceptar su carácter gratuito.. La finalidad está en
función de la trascendencia, de un Otro absoluto que determina
nuestras vidas y las orienta. Es una ilusión muy humana, pero no por
ello deja de ser un autoengaño. No, la vida no tiene finalidad. ¿
Pero tendría que tenerla ? Quizás el error está en la pregunta,
que nos lleva a considerar que la vida puede ser absurda. Freud
comenta en "El malestar de la cultura" que la vida humana
tiene el mismo sentido que el de una hormiga, que es ninguno. ¿
porque habría de tenerlo ? ¿ Es absurda la vida de una hormiga ? No
lo es, la hormiga nace, vive y perece. Los humanos somos extraños
animales con autoconciencia y lenguaje reflexivo que nos conduce a
esta búsqueda de finalidad. Debemos reconocer que la vida humana ni
tiene sentido ni es absurda. Por nuestra singularidad, como especie y
como individuos, podemos darle un valor pero es nuestra creación.
Los humanos, que aparte de conscientes y reflexivos somos más
sensibles y más vulnerables, quizás no seamos capaces de vivir sin
más una vez resuelta la supervivencia. Quizás no podemos
generalizar. Pero en todo caso mi opción es la de crear, la propia
vida, trasnsformarla en algo ética y estéticamente aceptable.
Aceptable quiere decir que la captamos porque la queremos. Es el
"amor fati" del que hablaba Nietzsche pero expresada en
términos más humildes.
¿ Y si el
imaginario fuera también una trampa ? Se ama lo que no existe,
decimos a veces ¿ pero no deberíamos amar sobre todo lo que existe
?. ¿ y si lo real, lo necesario y lo posible fueran lo mismo ? ¿ Y
si la única realidad posible es la que vivimos ? Pasado, presente, futuro forman parte del mismo proceso. la medida del tiempo nos conduce a una percepción errónea:
hay solo un proceso abierto y esto es lo creativo, lo que va
sucediendo. Aquí está la fuerza del imaginario, que nos hace
libres. Se trata de imaginar lo que es posible en cada momento para decidir peor no sustituir el mundo real, que nos llega a través de la percepción, por un mundo imaginario. No tiene sentido imaginar nada diferente de lo que pasó porque si no pasó no podía haber pasado.
Cuando Nietzsche habla del
super-hombre produce un rechazo visceral. Nos viene la imagen de un
superhéroe o de un nazi arrogante. Pero super hombre quiere decir
hombre que se supera a así mismo. Nietzsche nos da en Así habló
Zaratustra una metáfora muy sugerente. Transformarse primero en
camello, luego un león y finalmente un niño. Me recuerda la
propuesta del último Foucault cuando defiende el cuidado de sí como
ejercicio ético del arte de vivir. Por una parte defendía la
veracidad ( contenido en la parresia griega : tener palabra, decir la
verdad), que es como la carga que soporta el camello, el ser capaz de
asumir la verdad de los hechos, de la propia vida.
Después la libertad, no ser esclavo ni de uno mismo ( de los propios
automatismos emocionales) ni tampoco de los otros. Decidir por uno
mismo, distanciarse de reaccionar, hacer lo que quieres desde lo más
singular de tí mismo. Es como el león que se opone al poder de la
normalidad de la sociedad, las normas interiorizadas representadas
por el dragón. Finalmente la creatividad, la mirada del niño para
el que todo es un comienzo, una experiencia. En estos valores( veracidad, libertad, creatividad) es
donde encuentro este sentido de la vida que no depende de una
finalidad que viene dada por un Otro. Pero Nietzsche se equivoca cuando lo plantea en términos tan individualistas, en la que el otro es un obstáculo. El valor d ela vida lo encontramos con los otros, no contra los otros.
He
oído que Albert Camus dijo que el único problema filosófico era el
suicidio : saber si la vida tiene sentido. Se equivoca. El suicidio
no es un problema filosófico. Es un problema personal, pero que
deriva del valor de la vida y no del sentido. La pregunta por el
sentido no es necesaria para vivir, ni siquiera en los humanos. El
valor de la vida puede ser inmediato : simplemente que el placer
compense el dolor. Así de sencillo. Algunos nos preguntamos por el
sentido pero hemos de inventarlo. Cioran decía que lo peor que puede
pasarnos es haber nacido. La respuesta común es clara ¿ porque no
se suicida ? Cioran decía que no era solución porque el mal ya
estaba hecho y ni matándonos lo solucionamos. Decía también que lo
único que le permitía seguir viviendo era la posibilidad del
suicidio, saber que la vida es una condena. No me convence. La
primera respuesta es un salirse por las ramas, la segunda demuestra
que Cioran quiere vivir. Hay por tanto una cierta impostura en él.
Con matices, porque la complejidad de sus ideas, de sus visiones no
lo reducen a lo anterior. Pero Cioran, desde una postura afirmativa,
es interesante por su radicalidad, por lo abismal de sus
pensamientos. No es el nihilismo acomodaticio, superficial, del
último hombre de Nietzsche. Ni siquiera del que se ha quedado sin
Dios. En todo caso quien no se suicida lo hace o por miedo a la
muerte ( que no parece ser su caso) o por el deseo de vivir. Quizás
hay que añadir el indiferentismo espectral que describe Primo Levi en los campos de exterminios. Pura inercia. Tampoco es su caso. Hay
de todas maneras excepciones, como el suicidio ritual de Mishima,
dificil de entender, por lo menos en nuestro contexto cultural.
Aunque en el caso de Mishima no queda claro si es la cultura del
samurai o un narcisismo perverso el que le empuja al sepukku.
El
hinduismo y el judaísmo han sido concepciones del mundo, culturas que
han cohesionado una sociedad a través de la tradición. Una moral,
una sociedad y una forma de vida formaban parte de la trama que las
tejía. Aparecieron después las religiones de salvación, con un
mensaje universal : el budismo, el cristianismo y el islamismo.
Nietzsche tenía razón : el budismo es veraz mientras que el
cristianismo y el islamismo nos engañan. El primero nos ofrece la
salvación en este mundo renunciando al deseo, a la vida. El segundo
y el tercero nos prometen un paraíso que nunca llegará. ¿
Me
confirma lo que decía Cornelius Castoriadis corrigiendo a
Aristóteles : el hombre no busca la verdad busca la creencia. Quiere
creer en algo y lo hace, contra viento y marea. Pascal decía que era
un apuesta pero se euivocaba : la religión necesita convicción,
necesita fe. No cree quien quiere sino quien puede. Pero mi ética de
la verdad, mi amor a la vida en este mundo me impide lamentarme de
no poder. Finalmente, como también nos decía Nietzsche, la religión
expresa más la impotencia que la potencia del ser humano.
Focault decía que cuando gente como Pierre Hadot se horrorizaba
cuando él decía que le ética grecorromana era un ejercicio
ético-estético sólo expresaba los prejuicios de una herencia
cristiana. Al cristianismo el placer le huele a pecado. También al
laico John Stuart Mill le molestaba que su maestro Bentham centrara
la vida humana en la búsqueda del placer. Le parecía poco noble :
prefiero un Sócrates insatisfecho que un puerco satisfecho. Era
demasiado elitista y prefería un término más ambiguo, más
intelectual : el de felicidad. ¿ Porque si el placer se refiere a lo
más agradable tiene este sentido negativo ?
En todo caso la vida, para mí, tiene sentido cuando tiene valor. Y el valor se lo damos nosotros y lo hacemos a través de nuestra existencia compartida con los otros. Aquí sigo a Spinoza cuando defiende una ética de la alegría capaz de entender al otro desde la cooperación y no desde la competencia, desde el amor y no desde el odio. Aceptando la complejidad de lo humano, claro, y que somos sujetos de pasiones que hacen que este proyecto sea, como la propia historia de la humanidad demuestra, extraordinariamente dificiles. Pero sin ser ni santos ni héroes, cargando con nuestras miserias, intentemos avanzar por este camino. Si no lo hacemos, seguimos avanzando en la barbarie de aspecto civilizado que vivimos y en su lógica devastadora.
Lo que pasa es que el "niño" se encuentra con el límite, el límite que hay en todo, no se puede escribir infinitamente, ni todo aquello que quisiéramos, no por un valor ético ni moral o estético, sino por el mero hecho de la supervivencia, por el hecho del parlêtre lacaniano, es el dilema de como sacar la sardina de la lata sin mojarse los dedos de aceite. Como alertar sin crear lo alertado, con el fin último de la vida, si es que hay un fin, que no hemos ni de planteárnoslo.
ResponderEliminarVicent
mágico
ResponderEliminar