Escrito por Luis Roca Jusmet
El dolor es algo que sentimos los humanos como emoción y como sensación, el primero más interno y el segundo más externo. Cuando es emocional es un fenómeno mental y cuando es un dolor físico lo transformamos, como sensación, también en algo mental. En ambos casos son conscientes. Lo cual quiere decir que no solamente sentimos dolor sino que además somos conscientes de que somos los sujetos, de que nos pasa a nosotros. Somos, por tanto, a diferencia de los animales, sujetos del dolor. A veces se confunde el sufrimiento con el dolor, pero se puede marcar una diferencia radical. El dolor es punzante, grita. El sufrimiento es sordo, silencioso. El sufrimiento se soporta, el dolor puede ser insoportable por su intensidad. Solemos referirnos a lo emocional como sufrimiento, a menos que sea un grito, pero como sensación siempre hablamos de dolor.
Ernst Jünger escribe el año 1934 un texto que se llama "Sobre el dolor" y dice de él que es "el examen más duro de esta cadena de exámenes que es la vida". Es, efectivamente, una prueba muy dura y, como sigue diciendo Jünger, la que pone más en cuestión la propia fuerza, la propia resistencia, el propio carácter.
Que la vida es dolor es el mensaje fundamental de la filosofía de Schopenhauer.
Nietzsche ya vio muy claramente que apostar por la vida es aceptar la parte de dolor que comporta. No porque sea bueno, que Nietzsche nunca lo dijo, sino porque el placer y el dolor son manifestaciones de la vida y no puedes eliminaros, ni uno ni otro, sin eliminar la propia vida. La única salida es la anestesia. Pero Nietzsche también dijo que el dolor era más profundo que el placer, porque quería permanecer. Para Nietzsche el nihilismo que ya entrevía en su época, bien avanzado el siglo XIX, si no se superaba daría lugar a lo que llamaba "el último hombre". Este último hombre encuentra absurda la vida pero se ha adaptado a este sinsentido. Se limita a ir tirando, a vivir de la manera más cómoda posible y, sobre todo, a evitar el dolor. ¿ No anticipó realmente al hombre de la sociedad tardocapitalista contemporánea ? ¿ No es el prototipo de la sociedades liberales actuales ?
Mucho me temo que nos hemos vuelto incapaces de asumir el dolor. Cuando tenemos una pérdida vamos a que nos receten algo contra el malestar. La farmacología contra el dolor, tanto físico como mental, es uno de los grandes negocios de las multinacionales farmacéuticas.
En los sueños de la new age ya existía la fantasía de que podíamos llegar a un estado, una especie de nirvana, en el que ya no sentiríamos más dolor. El budismo serio dice algo muy diferente : lo experimentamos, pero podemos ser capaces de distanciarnos, de que no nos atrape. Es lo mismo que dicen, dentro de nuestra tradición, los estoicos. Lo que podemos hacer es no identificarnos con el dolor. Podemos llegar, eso sí, a una serenidad interna en la que no existen estas pasiones tristes, como diría Spinoza. El drama, la queja y la lamentación forman parte de estas pasiones tristes. Aceptar el dolor, no luchar contra él, no identificarse con él. Esta es, quizás, la única salida.
Bien por tu escrito, pero echo de menos algún comentario al dolor que no se siente, que se esconde y cuesta que aparezca, pero que se actúa... Contra uno mismo o contra los demás...
ResponderEliminarFrase lapidaria: "El único dolor soportable es el de los demás"
Bien por tu comentario, Manolo. El dolor no aceptado, el dolor reprimido. Se merece otro escrito, mucho más dificil. Respecto a la frase... también hay que pensarla. un abrazo.
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