Felipe Martinez Marzoa
Madrid
: Abada editores, 2014
Escrito por Luis Roca Jusmet
Felipe
Martínez Marzoa (Vigo,1942) es, a mi entender, uno de los más interesantes
filósofos actuales. Y no me refiero solo a nivel español, sino incluso en un
registro internacional. Es un filósofo que lleva décadas trabajando la
interpretación de los textos que constituyen la filosofía griega, por un lado,
y la moderna, por otro. Su hilo conductor es absolutamente lógico, coherente y
riguroso y su estilo tan seco como claro. El libro que nos ocupa es tan denso
como breve y en él no sobra ni una palabra, ni un signo ortográfico. Su
precisión corta el aliento.
Polvo
y certeza trata sobre dos de los fenómenos que
constituyen esto que llamamos la Modernidad. Es nuestra época, a la que
estirando mucho podemos llamar tardomodernidad, pero en ningún caso algo
que haga referencia a su superación ( como postmodernidad o metamodernidad).
La modernidad es un proceso heterogéneo que engloba campos diferentes. Los
tres más significativos, para Martínez Marzoa,
son la aparición de la sociedad civil o, simplemente, de lo civil
( el Derecho, el Estado de Derecho como su garantía), de la ciencia
galileo-newtoniana y de la misma filosofía moderna. El libro trata de esto
último, aunque hace alguna referencia, nada desdeñable, a lo civil. La
filosofía moderna tiene, para Martínez Marzoa, un centro abisal que es Kant.
Pero antes de él están necesariamente Leibnitz, Spinoza, Hume y, quizás
Descartes. Después de él el idealismo alemán, sin duda, pero también Marx y
Nietzsche.
Muchos
de estos filósofos han sido tratados a fondo por Martínez Marzoa, razón por la
cual este libro se dedica muy especialmente a Spinoza, del que ya había hablado
en conferencias, pero del que no había escrito en profundidad. También habla de
Hume y de Kant y, más ocasionalmente, de Hobbes y de Heidegger.
Para los
antiguos, dice Martínez Marzoa, conocer quiere decir que la naturaleza de lo
que conocemos determina lo que hemos de hacer con respecto a ella. Porque todo tiene una
finalidad y conocer algo quiere decir adecuarse a ella a través de la acción.
Para los modernos, en cambio, el conocimiento implica un horizonte de
posibilidades. Esto quiere decir que contra más conocemos un cosa más poder
hacer tenemos con respecto a ella. Por lo tanto se invierten los términos, ya
que el conocimiento no nos va determinando la conducta con respecto al objeto,
sino todo lo contrario, más indeterminación con respecto a él. Hay por tanto en
la modernidad una ruptura entre el ser y el hacer.
Spinoza
ya es un moderno. Cada cosa, dice, es un ente finito, pero con una potencia
finita, tanto cognitiva cómo corpórea.
Cognitiva porque es una idea más o menos adecuada y corpórea porque es una
presencia extensa limitada. Los ámbitos del pensamiento y de la extensión son
potencias infinitas porque sus ámbitos son infinitos. Pero siendo infinitos se
manifiestan de manera finita, en modos finitos, porque es algo que está aquí,
que tiene una duración. Es decir que está aquí ahora. Esta es la esencia singular de
cada modo finito y su conatus es el empeño en durar. Es un poder activo y
determinante. La pasión es también un afecto de aumento, mientras que la
tristeza lo es de disminución. La alegría es una orientación volitiva, potente
y la tristeza es impotencia, pasiva, dependiente, es un afecto de disminución.
¿ Cómo
plantea Spinoza la cuestión del conocimiento ? La imaginación siempre es
inadecuada a las cosas. El conocimiento sensible se basa en la imagen, que no
capta la naturaleza de las cosas. El concepto sí capta las formas comunes, es
decir los atributos que tienen pero no llega hasta el modo singular de los
entes, hasta su esencia, que sería el tercer grado de conocimiento, que
solamente lo capta la intuición. Se trata de entender de entender como cada
cosa está vinculada con todo.
Otro
tema que aborda a partir de Spinoza es el de la universalidad del Derecho, otra
de las cuestiones que importan en la modernidad. Es la universalidad de la
singularidad, la igualdad de los desiguales. Lo inaugura Spinoza con Hobbes. Se
trata de una propuesta de Estado de Derecho, que es una alternativa al
absolutismo y al democratismo vulgar, en
la idea de la soberanía natural inmediata del Rey o del Pueblo. Lo que se instaura es la soberanía
mediatizada por un pacto social que constituye a los ciudadanos. Hay entonces
un Estado que garantiza la universalidad de los derechos de los ciudadanos, que
son todos, que es cualquiera y esta es la cuestión clave. Para Hobbes no
importa la forma de gobierno y para Spinoza sí, por lo que defenderá la
democracia, el gobierno de la mayoría como el más adecuado para este Estado de
Derecho. Esto nos lleva al tema de lo civil, una de las claves de la
modernidad. Lo civil como fenómeno de a modernidad, que será estudiada por una
fenomenología que es la economía política.Aquí aparece Marx, que por
cierto Martínez Marzoa considera que si sitúa en su madurez en la línea de la
defensa de la república democrática de Spinoza ,Hobbes y el mismo Kant.
Martínez Maroza continúa con unas reflexiones en torno a lo planteado
por Kant respecto al tema de los juicios anal´çiticos, que es uno d elos
complejos temas que ha trabajado a fondo.
La
modernidad es, en definitiva, la pregunta por el ser pero realizada
secundariamente, es decir una vez que ya se había planteado originariamente por
los antiguos griegos. Es decir, se pregunta lo que ya había sido preguntado,
por lo que se definirá como negación de lo anterior o como diferencia.
Hay en
el libro una referencia final a la tardomodernidad basada en una dificil
reflexión sobre una alocución del poeta Paul Celan, tan caro a Heidegger y a
Foucault.
Es un
hueso duro de roer. En favor de Martínez Marzoa hay que decir que intenta
ser lo más claro posible, pero su densidad conceptual y argumental lo continúa
haciendo difícil para los que no seguimos en profunidad todo su itinerario
filosófico. Pero algo cogemos y lo que cogemos es terriblemente estimulante
para nuestro pensar.
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