Reseña de
La condición obrera
Simone Weil
( Traducción de Teresa y
José Luis Escartín Carasol)
Madrid . Trotta, 2014
Escrito por Luis Roca Jusmet
He de reconocer que no
conocía la obra de Simone Weil. Solo algunas referencias dispersas.
La lectura de este libro ha sido para mí una revelación. Tanto por
el extraordinario testimonio que supone el libro como por el
descubrimiento de Simone Weil. Simone es una mujer absolutamente
singular, no me hace falta saber más de ella para afirmarlo. Lo es
en múltiples aspectos. Uno de ellos es lo que muestra el libro. Una
profesora joven de instituto decide irse a trabajar a una fábrica
para conocer la condición obrera. Lo que es absolutamente singular
es la actitud con la que ella entra a trabajar en la fábrica. No es
como los curas obreros que quieren estar al lado de los pobres. Ni
como los izquierdistas pequeñoburgueses que quieren formar parte del
único sujeto revolucionario, que es el proletariado. Simone Weil
quiere saber. Hay una ética de la verdad terriblemente coherente.
Para hablar de los obreros hay que saber quienes son. Simone Weil,
tremendamente lúcida, sabe que no será uno de ellos. Ni lo
pretende. Pero no da a transmitirles un mensaje, a portarles un saber
vanguardista. Tampoco a llevarles un mensaje de salvación, ni en
este mundo ni en otro. Quiere saber lo que es la condición obrera.
Aprender, viviendo como un obrero, lo que significa ser un obrero en
la Francia de 1934. Y lo que aprende es lo que Marx, desde la teoría,
explicó en sus manuscritos juveniles. Pero ella lo aprende en su
piel. Ser obrero es vivir totalmente alienado. No solo del producto
del trabajo, no solo del propio acto de trabajar, sino de la propia
humanidad. Es vivir degradado, humillado, esclavizado. Es vivir para
trabajar y trabajar para vivir. Pero es un tipo de trabajo mecánico,
embrutecedor, inhumano. Resulta tan espeluznante el relato que nos
hace Simone Weil que recuerda casi el que narra Primo Levi en un
campo de exterminio nazi en Si esto es un hombre.
"Si esto es un
hombre..." parece decir también Simone Weil, mirando no solo a
sus compañeros de trabajo sino también a sí misma. De esta manera
la lucha por la dignidad, igual que nos explicaba Levi, es el
objetivo principal. Pero Simone Weil baja a lo más concreto, que son
las máquinas y los cuerpos. Nos describe las maquinarias, las
piezas, su funcionamiento. Los cuerpos humanos sometidos a un ritmo
que lleva al cuerpo a sus límites físicos. Producir más para ganar
un poco más : una lógica infernal que acaba atrapando a los
obreros. La autora nos describe quien era Taylor, el inventor de los
sistemas. Las relaciones entre los obreros y los capataces son unas
relaciones de poder. No relaciones de poder, que como acabó
entendiendo Foucault, están en todas partes y a veces son
inevitables o necesarias. La misma Simone Weil reconoce la necesaria
autoridad de los encargados. Pero, como también decía Foucault, el
problema es cuando las relaciones de poder se convierten en
relaciones de dominación, que es cuando uno aplasta al otro. Cuando
uno es un sujeto y el otro un simple objeto, sin derechos, que solo
deben obedecer.
El diario de fábrica
constituye la primera parte del libro, es tan pesado como lo que
reproduce. Pero solo en esta pesadez descriptiva podemos encontrar la
miseria del entorno del que nos habla. Rutina, cansancio, mente y
sentimientos embotados, movimientos mecánicos. Todo rígido,
implacable, sin futuro, sin imaginación, sin libertad. Vivos
murientes que viven un día detrás de otro. ¿ Solo esto ? Bueno, a
veces hay algún placer, como la obrera que cuando deja de trabajar
cocina, come y practica el sexo tantas veces como puede. Pero esto
dura poco : los años de juventud, como máximo. Luego apenas queda
tiempo para descansar entre jornada y jornada de trabajo.
Luego vienen las cartas.
Las cartas son reflexiones lúcidas, generados por esta experiencia.
Pero también sobre el cambio de situación que implica la victoria
del Frente Popular, Simone Weil es muy sensible, hipersensible. Lo es
tanto que amplifica al exceso lo que capta. Sin antes captaba
tristeza, depresión, resentimiento, ahora capta alegría y
confianza. No porque el Frente Popular haga mucho, que lo hace. Pero
es sobre todo la manera como el gobierno, las instituciones, se
dirigen a los obreros, No como bestias de carga que deben tener como
únicas cualidades la obediencia y la productividad. Sino como a
sujetos con derechos, Esto les devuelve la dignidad, les hace
sentirse humanos. Por aquí empieza la emancipación, en perder el
espíritu de esclavo, en sentirse ( relativamente) libre. Simone
Weil, que se identifica con los obreros, sin paternalismo, sin
espíritu vanguardista, piensa propuestas. Propuesta que envía a los
líderes sindicales. Porque el sindicalismo ha de ser un compromiso
moral y político. Pero lo que comprueba es que los delegados
sindicales están creando un contrapoder en las fábricas. Pero que
no un contrapoder de los obreros sino de ellos mismos. De una
burocracia sindical que va generando privilegios y poder, delante de los patronos y delante de sus compañeros. Tienen poder y les
temen. Al mismo tiempo hay el peligro de las huelgas salvajes, que
debilitan al gobierno. También el del descenso de la productividad.
Hay que crear un orden nuevo en las empresas, hay que evitar el caos.
Porque si no es así se restablecerá el orden autoritario. A Simone
weil le podríamos aplicar la frase de Unamuno : piensa lo que siente
y siente lo que piensa. Porque sus propuestas no nacen de la lectura
o de la fría reflexión en un despacho : nacen de su experiencia. Es
capaz de analizar con una lucidez tremenda los errores y las virtudes
de León Blum.
Simone desconfía del
comunismo. Considera que el poder absoluto del Estado acaba
inevitablemente en totalitarismo. Piensa además que no se trata de
cambiar de amo. Ni siquiera es se trata de que los obreros sean sus
propios amos. Hay que cambiar la naturaleza del trabajo. Pero hacerlo
implica un gran esfuerzo de análisis, muchos conocimientos técnicos
y mucha imaginación. Hay que pensar otras maneras de trabajar. Pero
el trabajador debe saber lo que hace y porqué lo hace. Esto me
recuerda la experiencia de los trabajadores de la empresa Numax,
muy conocida en la transición española. Fueron capaces de
autogestionar su empresa muchos años, después del intento de cierre
del empresario. Fue una lucha noble y una experiencia humanamente
rica. Pero al final abandonaron porque no veían sentido a estar diez
horas cada día haciendo un trabajo mecánico para producir
electrodomésticos. Aparece aquí algo central en la reflexión de
Simone Weil. No se trata solo de saber quién se queda los
beneficios. Importa la relación entre los trabajadores, el que las
relaciones de poder que se crean necesariamente no sean jerárquicas.
Importa también lo que se hace y para qué se hace. Simone Weil se
preocupa por todo aquello que los sindicatos y los partidos de
izquierda consideran secundarios porque no tiene que ver con las
tácticas y estrategias de lucha de clases. Pero Simone Weil está
obsesionada por el sentido de todo lo humano, por la dignidad de lo
humano. El principal problema de la clase obrera es encontrar un
método de organización del trabajo que sea a la vez aceptable para
la producción, el trabajo y el consumo. Weil piensa propuestas
concretas : formación profesional, control obrero en las empresas,
Su humanismo es
descarnado, desesperado. La clase obrera es la única que puede
cambiar las cosas. Son los que hacen el trabajo manual, los que
transforman las cosas. Son la mayoría. Pero lo que desespera a
Simone Weil es que el tipo de trabajo que hacen en las fábricas los
deshumaniza, ni siquiera les permite ser conscientes de sí mismos.
El poco tiempo que les queda después de su embotamiento es para
descansar o evadirse : Pan y circo. Y los que hablan en nombre de los
obreros no son los obreros. Por esto no acabará de entenderse con
Trotsky cuando la visita en casa de sus padres. Hasta que los obreros
no hablen por sí mismos, no hagan por sí mismos, solo pasaremos de
un amo ( la patronal) a otro ( El estado). Tampoco es una anarquista,
le falta ingenuidad para serlo. Luchas por la dignidad, de los excluidos para poder hablar
y decidir.
El libro está lleno de
sugerencias, de materiales vivos para la reflexión. Hay que leerlo
con paciencia y con la mente muy abierta y despierta. Pero es un
documento extraordinario. Y, como en mi caso, una puerta abierta para
conocer a una personalidad de múltiples facetas pero que están
todas ellas unidas por una búsqueda desesperada de redención de lo
humano. Hay en ella un cristianismo radical, vivido de una manera
trágica que le conducirá tanto a sus arrebatos místicos como a la
muerte por anorexia. Es como si su perfeccionismo, su terrible
autoexigencia le llevara a la autodestrucción, al suicidio moral.
Georges Bataille, otro
inclasificable, que fue su amigo o su amante ( depende de las
versiones) hace el retrato de Simone Weil, a través en su narración
El azul del cielo describe a Simone Weil de esta manera ( a través
de un personaje ficticio) :
Llevaba vestidos
negros, mal cortados y sucios. Daba la impresión de no ver delante
de sí y con frecuencia se tropezaba con las mesas al pasar. Sin
sombrero, sus cabellos cortos, tiesos y mal peinados, semejaban alas
de cuervo a ambos lados de la cara. Tenía una nariz grande de judía
delgada en medio de su piel macilenta, que sobresalía de las alas
por debajo de unas gafas de acero. Te desazonaba : hablaba lentamente
con la serenidad de un espíritu ajeno a todo: la enfermedad, el
cansancio, la desnudez o la muerte no contaban para ella... Ejercía
fascinación, tanto por su lucidez como por su pensamiento alucinado.
Es una de mis fuentes de inspiración y me alegro de que la hayas descubierto. Hay sueltos por el mundo de habla hispana unos cuantos forofos de S.W
ResponderEliminarfue un personaje extraordinario, como mujer, como filósofa, como persona capaz de sufrir y ponerse a la altura de los que sufren. Es el lado religioso de su pensamiento o de su actividad, aunque intentaron que se bautizara católica nunca lo hizo. Es de esos seres superiores que a veces pasan por este mundo y que una se pregunta de dónde ha salido tanta pureza y tanta lucidez, tanto en su vida como en sus escritos.
A parte de todo lo que tú has dicho como recensión del libro, a mí me gusta su participación en el frente de Cataluña durante la guerra civil española. Era muy torpe con el fusil, busca la foto en internet, pero quiso "mojarse", ahora que está de moda la tontería esa, en lo que consideraba una causa justa.
Ultimamente me han enviado este testimonio de una mujer que la conoció muy de cerca en sus años de sindicalista, yo lo veo como un auténtico proceso de canonización. Nada que ver con las burocracias romanas, la gente que cn ella cnvivió vió lo extraodinaria que era con todas sus torpezas y dificultades, tampoco los obreros entendían que una mujer de su condición intelectual y social intentara ponerse en su lugar:
https://www.facebook.com/mailermattie/posts/10204508754580182
Esperaba tu comentario, Ana, intuía lo que dices. Gracias por el comentario personal y la referencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Luis
Luis,
ResponderEliminarRosellini tiene una película extraordinaria " Europa 1951" protagonizada por I.Bergman donde ella interpreta una mujer de clase adinerada que tras la muerte de su idolatrado hijo busca con desesperación sanar su dolor... Resulta curioso porque el papel de ella me recuerda mucho a Simone Weil .. parece que esa condición obrera que también se encuentra en la película de Rosellini no le resulta del todo suficiente para encontrar la verdad que busca en su interior... Curioso es que al final parece que entra en una cierta mística que le lleva a quedar recluida de la sociedad que la etiqueta como loca. En Weil creo que también existe esta idea de fondo pasando por el mundo obrero buscando esa configuración de lo humano más allá de lo humano (idea de NIetzsche) y en sus escritos vinculados con la idea de ella "la verdad es inexpresable porque nuestro lenguaje es finito en las formas de expresión".. Resulta muy interesante su participación el el 1936 en la columna Durruti durante la Guerra Civil Española ... SIn embargo para mi la relación que establece en sus escritos con la Naturaleza la siento próxima y encuentro que es ese punto de conexión con una cierta mística laica que la convierte en alguien especial ... Recomiendo el libro de Maite Larrauri sobre ella "La guerra" editorial tandem .
Un abrazo
Gracias por el comentario, que me parece muy sugerente, y por las refencias, tanto de la película como del libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Me recuerda mucho a bruno trentin y su propuesta de un socialismo libre y no autoritario aca hay una historia muy interesante sobre eso https://encampoabierto.files.wordpress.com/2014/10/brunotrentin_eca.pdf .
ResponderEliminarUn abrazo .
Adrian.
Tomo noto, Adrián, gracias por tu participación y un abrazo.
ResponderEliminarLuis
Me alegra haber conocido a S.W. por medio de un magnífico monográfico sobre su obra y su figura en Radio Clásica. El libro de Maite Larrauri "La guerra, según Simone Weil" me parece una obra divulgativa muy digna, breve y oportuna para acceder a los textos de esta luminosa personalidad.Ahora empiezo con sus libros, y a difundirlos por la red. Gracias, Simone.
EliminarGracias Luis, y a todos. Escuché en Radio Clásica un monográfico sobre su vida, su pensamiento,sus cartas..., a partir de ahí he difundido su obra por la red. Lo primero que estoy leyendo es el libro de Larrauri,"La guerra, según Simone Weil",para mí una buena manera de aproximarse a S.W. independientemente de leer (es lo que pienso hacer), o no, otras obras de esta luminosa persona.
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