
Escrito por Luis Roca Jusmet
Marx defiende una filosofía política crítica, más en cuanto la contrapone a la
ideología como normas sociales contingentes que se presentan como
leyes naturales. Pero hay en Marx un aspecto normativo muy profundo,
tanto respecto a lo que hay que hacer a corto y medio plazo como
sobre las orientaciones de esta nueva sociedad que defiende que es el
comunismo.
La paradoja entre lo crítico que no quiere ser normativo aparece en casos radicales contemporáneos
como los de Michel Foucault, Jacques Rancière y Agustín García Calvo. Foucault
plantea, en principio, una crítica del poder (entre ellas la
que se manifiesta a través del saber). Otra cuestión es si su
crítica es política. Para Rancière no lo es: es una crítica al
orden policial pero no desde la política sino desde una resistencia
ética. Para Moreno Pestaña la posición política de Foucault es
variable y considera que finalmente acaba en un tipo de
liberalismo. El mismo Foucault termina
reconociendo que las relaciones de poder son inevitables y que sólo
hay que denunciarlas cuando se convierten en las relaciones de
dominio jerárquico. Antes de su muerte reivindicará la parresía
griega como el coraje de interpelar al poder con la verdad. Y a los
cínicos como representantes radicales de esta postura a través del
escándalo. En todo caso Foucault siempre defenderá los derechos de
diferentes minorías, lo cual implica una determinada normativa, la
defensa de los derechos excluidos. El
caso de Agustín García Calvo es más radical porque él mismo
defiende una crítica radical sin alternativas, es decir, sin normas
alternativas. Reconociendo que es el caso más
extremo de una filosofía crítica en el sentido más fuerte y que no
explicita ninguna normativa, también habríamos de aceptar algunas
matizaciones. Pero hay algo difuso que siempre reivindica Agustín,
que él materializa en su noción de pueblo. Pero en todo caso
creo que Agustín García Calvo sería la expresión más clara de
una filosofía política crítica no normativa. Al precio, claro, de
no plantear alternativas.
Por un lado tenemos
el planteamientos de Cornelius Castoriadis. Para Castoriadis tanto la
filosofía como la democracia responden al mismo proceso
creativo, específicamente griego. Ambos son una
invención que surge del cuestionamiento crítico de lo que hay.
Responden a un pensamiento creativo, que es a la vez crítico y
normativo. Es crítico porque cuestiona las leyes que hay y no acepta
la autoridad y la tradición que las fundamenta. Es normativo porque
genera sus propias leyes. En este sentido son una práctica y un
discurso que expresa la autonomía individual y social : auto-nomos.
Por otro lado tenemos el de Jacques Rancière. Para Rancière la
democracia es un movimiento emancipatorio que busca la igualdad
política. En contra del tópico de la
democracia ateniense como un dominio de las clases dominantes
Rancière considera que lo que representa es el acceso de los
trabajadores pobres libres al gobierno de la Polis. Es una práctica
política, democrática, contra el orden policial jerárquico
establecido por las clases dominantes atenienses. La filosofía sería entonces
una reacción a este poder democrático.¿Sería
la filosofía política de Platón crítica o normativa? En cierto
sentido sería crítica porque cuestiona lo que hay, que es la
democracia ; pero en otro sentido es normativa porque señala las
normas del buen funcionamiento de la polis. En realidad Rancière
haría una precisión importante : para él lo que hace Platón es
una crítica policial a la política. Filosofía política aparecerá
entonces como una reacción policial a la democracia. Será entonces
una filosofía del orden esencialmente normativa que utiliza la
crítica como arma antidemocrática. Porque la democracia no es una
filosofía, ni tan siquiera un discurso, es una práctica de los
sin-parte, de los excluidos de este orden. Platón lo dice claramente
: los trabajadores que se ocupen de sus oficios, que ya tenemos a los
sabios para gobernar con leyes, es decir, con normas.La ideología
nos dice que estamos en una democracia pero el análisis riguroso nos
dice que no. Estamos en una oligarquía liberal con elementos
democráticos. Es una oligarquía porque domina un grupo minoritario
: esto es lo que hay. Este grupo minoritario está formado por un
poder económico y un poder burocrático-policial. El poder económico
es el poder de los grupos financieros del capitalismo global. El
poder burocrático o policial es el que
surge del parasitismo del Estado y es nacional. Esta oligarquía es
liberal porque gobierna a partir de unas elecciones y en un marco
relativo de libertades. No es un Estado de excepción permanente, nos
advierte Rancière.