Escrito por Luis Roca Jusmet
Con el tiempo me he vuelto conservador, lo acepto. De joven trotskista he pasado a viejo socialdemócrata, afortunadamente. No es la conversión ideológica de los que pasan del sueño izquierdista a la ilusión nacionalista o a la idealización liberal. Es simplemente el pasar del idealismo al ideal. Idealismo quiere decir identificarse con un ideal y confundir la realidad con los deseos y los movimientos reales de la sociedad con la acción voluntaristas de unos pocos. Freud ya nos habló de la ilusión como la proyección de un deseo. Lenin ya dió esta definición de izquierdismo como enfermedad infantil del comunismo. El idealismo es muy peligroso porque los idealistas solamente ven su ideal: son capaces de morir o de matar por él, en los casos más extremos. Ya nos avisó Kant de este peligro : defiende lo que creas justo pero no pienses nunca en el otro como un medio para satisfacer tu ideal moral.
El que tiene un ideal no deber ser una encarnación del ideal, no debe identificarse totalmente con él. No hacerlo le previene del dogmatismo y del sectarismo. Tiene una visión más amplia, porque sabe que su ideal es relativo, no absoluto. Y porque su ideal político forma parte de un conjunto de ideales éticos y morales. Sabe de las limitaciones de lo humano y que ninguna ideología previene contra ellas. Una ideología no te hace mejor y menos un fanatismo, que es donde acaba conduciendo el idealismo. No me gustan los santos y no soy un héroe, aunque a veces quizás hagan falta. Como a veces puede hacer falta arriesgar lo imposible, como dice Zizek. Lo hizo Lenin. Habrá que valorar históricamente, con más distancia, si fue la mejor opción. En todo caso condujo al totalitarismo estalinista. Quizás era inevitable o quizás no. También Gandhi apostó por lo imposible y también la historia tendrá que explicar como su desobediencia civil y su pacifismo acabó generando tanta violencia : la participación entre India y Pakistán, Bangladesh. En todo caso el precio por arriesgar lo imposible es siempre alto. Hay que valorar si la situación es tan desesperada y si en este caso merece la pena. Pero sin idealizar. La idealización del maoísmo fue uno los delirios de los jóvenes izquierdistas post-mayo 68.
La cuestión es que, madurando he dejado de ser un idealista sin convertirme en un cínico. Poco a poco me he ido decantando hacia la socialdemocracia, como la mejor opción para España y Europa. Me parece la mejor articulación de la tradición republicana, liberal y socialista. Otra cosa es si los viejos partidos socialdemócratas están a la altura. y en nuestro país si lo está el PSOE. Siempre pensé que no y mis simpatías se dirigían más hacia Izquierda Unida, a pesar de mis reticencias hacia el PCE. Pero el problema se complica en Cataluña. EUiA, versión catalana de IU, han sido siempre un apéndice de ICV y han compartido con este último su deriva nacionalista. por esto me he ido desmarcando de ambos. Cuando apareció Podemos me pareció que podía ser una alternativa renovadora de la socialdemocracia, con un funcionamiento más participativo. Pero me equivoqué, tanto en estas expectativas como en las de que pudiera crear en Cataluña una alternativa de izquierda no nacionalista. Todo esto me ha conducido al PSC, que me parece la única opción catalana desde una izquierda federalista. Los nacionalistas se fueron del PSC y espero que la mayoría de arribistas y oportunistas también, como suele ocurrir cuando se atraviesa el desierto. El PSC está en una etapa abierta en la que quiero participar. Aunque reconozco que no comulgo con la idea catalanista de Miquel iceta. El catalanismo estaba bien cuando la lengua catalana estaba reprimida y las instituciones anuladas, pero no ahora que están normalizadas. No comparto tampoco el blindaje que quieren hacer de la inmersión lingüística. Es algo a cuestionar y a debatir.