miércoles, 30 de enero de 2019

MICHEL FOUCAULT Y EL ESTOICISMO


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Escrito por Luis Roca Jusmet

Michel Foucault considerará el estoicismo tardío romano ( S. I-II d.J.C.) como la Edad de Oro del cultivo del yo : el Alto Imperio Romano ( siglo I  y II d. J.). Epicteto, Séneca y Marco Aurelio son sus representantes.
Esta Edad de Oro es la de la subjetivización, en la medida que está centrada en el doble aspecto del conocimiento de uno mismo y el trabajo sobre uno mismo.
La Epimeleisthai heautou ( el cuidado del yo) adquiere unas nuevas dimensiones :
1) 
 Dimensión universal y solución particular
 Se convierte en una propuesta universal. No una ley, como Foucault deja muy claro. Es una llamada universal, a cualquiera ( sin distinción de status, sexo u origen) pero a la que se apuntan los interesados, y lo hacen a una escuela concreta ( solución particular). Estas escuelas no son jerárquicas, hay únicamente una división operativa en función de la capacidad. Esto podemos relacionarlo con la aceptación que hace el filósofo francés de las relaciones de poder pero manteniendo la crítica a las relaciones de dominio verticales y unidireccionales. Cada escuela es una elección de vida compartida a través de la amistad.
2) 
El objetivo del cultivo del yo es ser libre
La finalidad no es el gobierno de los otros. No se buscar el gobierno de sí para poder gobernar a los otros. La finalidad es el cuidado de uno mismo. Es una cura, una liberación, una terapia del alma. Se basa en un trabajo, un esfuerzo, unas tecnologías del yo para emanciparse, para liberarse de la esclavitud de las pasiones. El cultivo del yo no se basa solo en el autoconocimiento sino en un conjunto heterogéneo de tecnologías del yo. Se trata de una determinada mirada que conduce a una transformación interna, a una metanoia, a un estado nuevo de serenidad. Hay prácticas corporales, de autoexamen. Tienen una función correctiva, terapéutica para la ética como práctica de la libertad.

4) El trabajo en la escuela no es pedagogía
 La pedagogía es el aprendizaje que conduce a la vida adulta, el que nos hace salir de la adolescencia armándonos ( paraskeve) para la vida social ( aunque el extraña que Foucault utilice un término que es moderno ). Lo que se aprende en la escuela es más un desaprender lo que te han enseñado que un aprender. Tiene una función crítica de lo que hoy diríamos la ideología. Tampoco se trata de descubrir un yo oculto. Se trata de construirse a uno mismo, de inventarse. 
  Para precisar más este planteamiento Foucault recurre sobre todo a los planteamientos que aparecen en los textos de Séneca. La primera idea es que, aun aceptando las etapas de la vida ( y la metáfora de las cuatro estaciones : niñez, juventud, madurez y vejez) hay que entenderla como un unidad en las que no hay una división radical por etapas. Una unidad dinámica, por supuesto, pero sin compartimentos estancos. La vejez debe entenderse casi como la finalidad de la vida. Aunque la sociedad griega valoraba la vejez desde la sabiduría no dejaba de considerarse una fase de debilidad. Séneca plantea un elogio incondicional de la vejez, que comenzaba a los sesenta años. Hay que vivir para ser viejos, no en sentido biológico sino planteando la vez como el ideal del sabio, del que ya no espera nada. 
 Séneca plantea que hay que recorrer el gran círculo del mundo y conocer sus causas y principios. Hay que olvidarse de lo anecdótico de las crónicas históricas. Hay también que practicar el autodominio y saber estar, sereno, a la altura de las circunstancias y combatir los efectos del azar adverso. Hay que combatir las pasiones y el apego a los placeres. Hay que tener un criterio propio y firme. Hay que ser libre, no ser un esclavo de los otros ni de uno mismo.  Hay que ir hacia una visión, una perspectiva de Totalidad. Ser capaces, desde una perspectiva global, de ver nuestra pequeñez y la relatividad de nuestras pequeñas batallas ( aunque puedan parecernos grandes). Es una cuestión de espacio pero también de tiempo, por lo que el ideal es la vejez, que nos permite contemplar nuestro recorrido. El conocimiento de sí no se entiende como un conocimiento de lo interior ( deseos, afectos...) Nos conocemos como parte de la Naturaleza. Se trata de conocer cual es el juego de la naturaleza. del que formamos parte. Se trata de una mirada desde las alturas del mundo.
 En el momento de nacer elegimos vivir, igual que en la vejez que podemos elegir morir con el suicidio. Vivir y morir, en cualquier caso, son aceptar o rechazar la vida que vivimos, que es la única realmente existente. No se puede elegir la vida que queremos, se puede elegir entre vivir o no vivir ( o morir). Si entramos o salimos, en definitiva. Solo al final de nuestra vida sabremos si ha valido la pena. 
 Me llama la atención, aunque no sea algo de lo que hable Foucault, la afinidad entre lo que explica aquí y Spinoza en su conjunto. También, en este último aspecto que he comentado de Séneca, con el Amor fati y la visión del eterno retorno de Nietzsche. El saber del mundo tiene una función transformadora para la conversión del sujeto. Séneca lo hace desde un desplazamiento de la mirada del sujeto, que mira el mundo desde la distancia. Una perspectiva de pájaro, vista desde lo alto. 
  Entra aquí Foucault en otra referencia que es la de Marco Aurelio. Es el momento en que Foucault cita más claramente la referencia de Pierre Hadot, concretamente el artículo  "La física como ejercicio espiritual o pesimismo y optimismo en Marco Aurelio." No solo esto sino que asume aquí el término "ejercicio espiritual" como elogio a Hadot ( que ya había citado en una clase anterior, de todas maneras.). Hadot subraya que hay en las meditaciones de Marco Aurelio muchas afirmaciones pesimistas relacionadas con todo lo que los hombres tienen como valioso, para manifestar que todo es podredumbre y vacuidad. Busca resumir que todo en la vida humana es trivial y es efímero. Pero esto no es, para Hadot, muestra de una concepción pesimista. Al contrario, quiere señalar la grandeza del alma frente a lo indiferente, ya que para él lo fundamental es el bien moral.Por otra parte señalar, y esto tendría relación con el planteamiento de Séneca, que en la inmensidad del espacio y del tiempo nada humano tiene la menor importancia. Pero sobre todo Foucault se centra en el trabajo que propone Marco Aurelio sobre las representaciones, que tiene como base la atención sobre el movimiento libre de las representaciones. Trabajo que consiste en el análisis, la definición y la descripción de lo que nos llega como representación. En primer lugar se trata de hacerlo en función de sus partes constitutivas, es decir del proceso temporal del que forma parte. En segundo lugar de sus partes constituyentes, es decir de los elementos que la componen. Finalmente situarla en el conjunto del Universo En este ejercicio espiritual el sujeto de desplaza a nivel macrocósmico o microcósmico a través de la distancia que le lleva a lo más grande o a lo más pequeño. A partir de este desplazamiento que sitúa a las cosas en el lugar que le corresponde el sujeto es capaz de verse de manera precisa en el mundo del que forma parte, lo cual le permite saber quién es realmente. Esta es, para los estoicos, la mirada hacia uno mismo, que no implica un conocimiento interno, psicológico, Este saber es el que transfigura al sujeto y el que le da una dimensión espiritual. Este es el saber espiritual que va despareciendo en el mundo moderno, que pasa a ser conocimiento. 
 Al margen de este saber la transformación ocurre por unas prácticas ascéticas que le preceden y que hacen que uno este preparado para esta transformación. Es un trabajo sobre uno mismo que no es conocimiento, o no es solo conocimiento. Cita aquí al maestro de Epicteto, Musonio Rufo. La ascesis viene a ser una práctica de la verdad. No se trata de vincularse a la ley sino a la verdad, de estar preparado para acceder a ella. Es una manera de afirmarse como sujeto ético. No se trata, por tanto, de renunciar a uno mismo. Hay renuncia pero la ascesis no es renuncia. Es, básicamente, paraskeue, que quiere decir una preparación para los acontecimientos de la vida. No se trata de superar a los otros ni de superarse a uno mismo sino de superar los obstáculos para superar una situación. Estar a la altura de las circunstancias, dominar el azar, ser más fuerte que lo que presenta. Para los golpes imprevistos, porque la vida es una lucha, un combate. Hay que memorizar los principios ( dogmas y preceptos) en el sentido de asumirlo, interiorizarlos, tenerlos siempre presentes. Es el logos el que tiene que estar presente. Se trata de construir una fortaleza, una ciudadela interior ( recordando el título del libro de Pierre Hadot dedicado a Marco Aurelio). 
 La paraskeue es la estructura de la transformación permanente de los discursos de verdad, el elemento de transformación de la ascesis en logos. Nos prepara así para la parrêsia, el coraje de decir (nos) la verdad. 
 Foucault señala la diferencia con la ascesis cristiana, que será la renuncia a uno mismo para asumir la palabra del Otro, Prepararnos, entonces, para la obediencia. La ascesis de los estoicos era, por el contrario, una preparación para la verdad que nos hace libres.
Las ascesis filosófica tiene como función asegurar la subjetivización del discurso de la verdad. Se trata de hacer propia la verdad. Esto lo encontramos, dice Foucault, en Séneca, cuando dice y repite que hay que hacer propias ( facere sum) las cosas que sabemos. Esto quiere decir que para Foucault el sujeto de la enunciación no es un sujeto vacío, es un sujeto ético, es decir, empírico.
 Formula una definición de ascetismo : " Conjunto más o menos coordinado de ejercicios accesibles, recomendados u obligatorios, o en todo caso utilizables por los individuos en un sistema filosófico, moral o religioso, con el fin de alcanzar un objetivo espiritual definido"

Las prácticas y técnicas ascéticas ( o tecnologías del yo)
  Son la escucha, la lectura, la escritura y el habla.
Escuchar : es lo que nos permite recoger el logos. La escucha es el más receptivo de los sentidos, pero también el que permite captar mejor el logos. Cita un texto de Epicteto y otro de Séneca al respecto. No hay una técnica para escuchar pero es una habilidad  que conseguimos por la práctica continuada. La condición es el silencio, que es el que nos permite asimilar lo que escuchamos. El cuerpo debe estar inmóvil. El gesto es importante. Hay una deserotización de la relación maestro-discípulo, que solo debe estar regida por la verdad. 
  La lectura .Hay que seleccionar bien las lecturas, leer poco pero leer bien. Hay que saber sintetizar bien lo que se lee, meditar sobre ello. Meditación, meleten, es entrenamiento. Por ejemplo, meditar la muerte quiere decir imaginar que uno se está muriendo o está a punto de morir. Descartes medita todavía en este sentido, al identificarse con el que duda de todo. La meditación implica un sujeto cambiante por el efecto de los acontecimientos discursivos que la producen. No se trata de entender sino de constituir una trama propia de proposiciones prescriptivas, es decir, una caja de herramientas.
La escritura. Escribimos para nosotros mismos, para interiorizar los principios y meditar sobre ellos y su aplicación. Las notas se llaman hypomnemata, que quiere decir soportes de recuerdos. Son anotaciones de recuerdos que nos permiten poder recordar las cosas dichas. Aquí Foucault vuelve a citar a Pierre Hadot y su libro "La ciudadela interior."  Son los diarios o la correspondencia, de sujeto a sujeto, no para dar noticias sino para informar de uno mismo referido al arte de vivir.
 El proceso es : leer, hacer un corpus escrito a partir de lo más importante de lo leído y luego la prueba de lo real, es decir llevarlo a la práctica. Es en el entreno en la vida que concluye. 

Meditación :  la meditación, la meditación sobre la muerte, meditación sobre males futuros, examen de conciencia... Foucault plantea el debate entre E.R.Dobbs y Pierre Hadot sobre el posible origen chamánico de estas prácticas. En este caso Foucault no se define por honestidad intelectual ( no tiene suficientes datos) y porque no es el tema que le interesa. En todo caso la ascesis no es, como en el platonismo  autoconocimiento. Tampoco implica, como elemento central, la afirmación de un aspecto divino del alma. El lazo entre autoconocimiento y ascetismo continuará en el neoplatonismo. La espiritualidad cristiana, por el contrario, se construirá en las instituciones monásticas al margen de la gnosis. 
Melete/meleton/mediatatio/meditari : meditación: trabajo del pensamiento sobre sí mismo ( que es, por cierto, la definición que hace Foucault sobre la filosofía en el volumen segundo de "La inquietud de sí", segundo volumen de la Historia de la sexualidad, que publica en esta época.) 
Volvemos a Epicteto. Marca el cuidado de sí como una de las diferencias entre los animales y los humanos. Se trata de un autogobierno, que consiste en aprender a vivir consigo mismo, a conseguir un estado de serenidad, a reflexionar y a vivir racionalmente. Actitud con respecto a los acontecimientos, saber lo que nos aflige, saber cómo remediarlo y erradicarlo
Meditación de la presunción de males, la meditación sobre la muerte y el examen de conciencia. Pero respecto al primero hay que insistir en que solo hay que presumir los males para estar a la altura de asimilarlos cuando aparecen. No es imaginar el porvenir, sino estar preparado para enfrentarse y relativizar lo peor cuando aparece.
 La memoria, por cierto, es fundamental,. Hay que entender lo que somos desde el proceso en que se inserta, imaginar el porvenir ( exceptuando el ejercicio anterior) es negativo.
Meditación sobre la muerte. El ejercicio básico de los estoicos es el de vivir cada día como si fuera el día de nuestra muerte, el último de nuestra vida. Una de sus formulaciones es dividir cada jornada en las cuatro etapas de la vida, tal como propone Séneca. Podemos, por ejemplo, dividir las dieciséis horas que estamos despiertos en cuatro partes, cada una de cuatro horas: de la primavera al invierno, de la infancia a la vejez. Irse a dormir es como morirse, como si hubiéramos llegado al ocaso de la vida. ¿ Cuál es la función de estos ejercicios ? por una parte establecer cortes en el continuo fluir de la vida para transformarlo en algo reflexivo. En segundo lugar dar un valor a cada día, considerando que puede ser el último.
  Examen de conciencia, matutino y vespertino. En el matutino visualizamos lo que hemos de hacer durante el día y cómo hemos de hacerlo. Por noche lo que hacemos es un juicio de valor, nos erigimos en jueces, de lo acontecido durante el día. No tiene nada que ver con  la culpa o el pecado, viene a ser cómo un examen técnico, un balance de aciertos y errores. También es un ejercicio de parrhesia, en el sentido de tener el coraje de decirnos la verdad sobre nosotros mismos. Sin concesiones pero también sin 
reproches. Lo que se valora es la construcción de uno mismo como sujeto ético. 

Ejercicios corporales. Musonio Rufo insiste en el tema. Por su parte Séneca critica la gimnasia. Pero lo que critica son los referidos al embellecimiento del cuerpo y no al trabajo de equilibrar el cuerpo de manera fluida, No hay, por tanto, contradicción entre el uno y el otro. Hay también los ejercicios de abstinencia, que en los estoicos no llegan a los límites del cinismo y, por supuesto, del cristianismo. 
 Están las pruebas de vida, que consiste en llevar a la práctica cotidiana lo que plantean los principios. Por ejemplo, en el caso de la ira, en el que uno debe trabajar, cada día, para no encolerizarse. La vida es, en último término, la prueba para poner en práctica los principios. La vida entera es una educación, una formación del carácter. Es la relación con uno mismo, la subjetividad, la que está en juego. Aquí voy a señalar que hay aquí una posible coincidencia de Foucault con Lacan : hay que formar el je ( sujeto) y no el moi ( jo), El eje simbólico y no el imaginario.

Relación maestro-discípulo
 La relación del discípulo con el maestro se basa en la escucha, en el silencio. Es el cristianismo el que incluirá la práctica de la confesión, la obligación de decir la verdad sobre lo que sentimos. La parrhesia, es decir la veracidad, pasa por la franqueza. Son las reglas que tiene el maestro en su formulación del discurso de verdad hacia el discípulo. 
 Michel Foucault comienza la primera parte recogiendo la idea desarrollada en la clase anterior de que la ascesis es un trabajo para vincular el sujeto con la verdad. 

La vida no se considera objeto de una técnica sino de una prueba de sí que quiere decir una experiencia, un ejercicio para construir un sujeto ético, un sujeto ético de la verdad.


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