Escrito por Luis Roca Jusmet
Empecemos por definir la autoridad. La
autoridad es una relación de poder y una relación de poder consiste
en que alguien ( individuo, grupo ) decide sobre la conducta de otro
(s). Es decir que uno (s) manda y el otro (s) obedece. ¿ Por qué un
individuo obedece lo que le dice otro ? Por un reconocimiento, por
una investidura : yo le doy al otro este poder. Este reconocimiento
se basa, en principio, en el lugar simbólico que ocupa. Es decir yo
le doy una autoridad a alguien Le doy porque es el Emperador, el
Monarca, el Señor, el Padre, el Maestro. Es la servidumbre
voluntaria a que conduce una sociedad jerárquica establecida en
torno a unas creencias y un imaginario que lo interiorizan
totalmente. Otra forma de poder es, evidentemente, la fuerza y el
miedo. Maquiavelo, ya advertía en "El Príncipe" que para
mantener el poder es necesario el amor y el miedo de los súbditos
pero que el miedo es, finalmente el decisivo. Pero si solo funciona
la fuerza o el miedo es que no existe autoridad. El que tiene
autoridad no necesita amenazar ni violentar porque es su autoridad la
que determina la conducta obediente.
Si hablamos de la historia de nuestra civilización podemos constatar varias cuestiones. Para Cornelius
Castoriaidis la democracia es un régimen de cuestionamiento de la
autoridad. Se da en Atenas y en la Europa moderna. Quiere decir que
se cuestiona la autoridad política, que no se acepta, y se sustituye
por la deliberación ciudadana en la elaboración de leyes y normas.
El ciudadano es libre porque tiene autoridad. Otra cosa es que se
mantuviera la autoridad sobre la mujer, sobre los hijos y sobre los
esclavos. En la Europa moderna aparece el liberalismo republicano, la
ilustración. Locke es el que plantea poner límites al poder del
monarca y hay en ello un cuestionamiento que más allá del Monarca
llega al Padre. Así lo ve, por ejemplo, el profesor del siglo XX,
Norman O. Brown, en un singular libro que se llama "El cuerpo
del amor", en el que Intenta explicar en clave freudiana lo que representa
el liberalismo a partir de la teoria de Locke; lo interpreta como una
rebelión de los hijos contra el Poder del Padre. Entre todos lo
matan para repartirse su patrimonio.
Es Kant, con su texto sobre la
ilustración, que reivindica el pensar por uno mismo, el decidir por
uno mismo cumpliendo las leyes. John Stuart Mill acabará de
delimitar la diferencia entre la esfera privada y la pública como
ámbitos de decisión diferentes. La autoridad de la sociedad compete
al ámbito público, que es el que afecta los derechos de los otros,
Pero no es la autoridad de una persona o grupo sino de las leyes. El
gobierno tiene el poder que le dan las leyes y se obedecen o por
racionalidad o por miedo. El reconocimiento es el de las leyes y del
gobierno como garantía del cumplimiento de las leyes, es una delegación. Evidentemente el proceso político es muy complejo
porque las mujeres no tienen hasta el siglo XX ( aunque Mill fuera
uno de los que lo reivindicaron en el S.XIX ) Tampoco en la familia
hay democracia ni en la empresa. Hanna Arendt hablaba de la
emancipación de los obreros, las mujeres y los niños en el siglo
XX, que pasan a ser sujetos de derechos. Ser sujeto de derechos
quiere decir aquí no estar sometido a ninguna autoridad. Estamos
sometidos al poder de los que garantizan las leyes. Tienen poder pero
no autoridad, ya que ellos mismos están sometidos a las leyes.
La emancipación conjunta de las
mujeres y los niños marca el final de la sociedad patriarcal. Hanna
Arendt se lamentaba de la emancipación de los niños porque
implicaba la pérdida de autoridad de los padres y de los maestros.
Gerard Mendel ( 1930-2004) es un psicoanalista y sociólogo interesante que plantea una hipótesis radical : la democracia y la autoridad son incompatibles. Esto quiere que si formamos democráticamente a los niños en la familia y en la escuela entonces el padre o el maestro pierden autoridad, por lo menos la autoridad simbólica que les corresponde al lugar que ocupan. Cuando hay que argumentar es que no hay autoridad. El que necesita dar razones no tiene autoridad.
Gerard Mendel ( 1930-2004) es un psicoanalista y sociólogo interesante que plantea una hipótesis radical : la democracia y la autoridad son incompatibles. Esto quiere que si formamos democráticamente a los niños en la familia y en la escuela entonces el padre o el maestro pierden autoridad, por lo menos la autoridad simbólica que les corresponde al lugar que ocupan. Cuando hay que argumentar es que no hay autoridad. El que necesita dar razones no tiene autoridad.
¿ Cual es la consecuencia de esta
contradicción existente de una sociedad que quiere cuadrar el circulo
con el oximoron de una autoridad democrática ?. Por una parte la
aparición de otro tipo de autoridad, que es la carismática. La
autoridad carismática es la que se basa en la idea de líder. La
figura del líder la podemos analizar desde el análisis de Freud en
su estudio de la psicología de masas hasta el estudio de Claude
Lefort del totalitarismo. Freud dice que el líder es la encarnación
de un Ideal. Las masas se identifican con el líder porque representa
su Ideal. Lefort habla de que el final de la sociedad tradicional, y
con ella la de la autoridad simbólica, se abren unas expectativas de
incertidumbre. Se puede elegir entre la democracia, en el sentido
fuerte de la palabras, o la servidumbre voluntaria que conlleva el
totalitarismo Pero la autoridad que emana del totalitarismo no es la
simbólica,es la carismática.
Si nos trasladamos a los ámbitos de
la escuela y la familia ¿ qué ocurre ? Que como se dice a menudo es
el padre, la madre, el maestro o la maestra los que debe hacerse
respetar. Es decir que deben buscar el reconocimiento, el carisma.
Deben buscar la autoridad del líder. El lugar que ocupan, ser padre
o madre o maestro no implica nada. Pero entonces nos movemos en una
contradicción. Estamos proponiendo líderes y el líder es una
negación de la autonomía democrática. Al líder se le sigue.
Deberíamos hablar más de representantes políticos, de dirigentes
políticos que de líderes por lo que implica de sumisión.
Mucho me temo que el intento de
sustituir el autoritarismo por la autoridad democrática siga siendo
una contradicción.
A lo que llamamos autoritarismo es quizás a querer imponerse por el miedo y la fuerza, pero como he dicho antes esto no es autoridad. La autoridad siempre es autoritaria. Lo que pretende con este reflexión es poner las cosas sobre la mesa para buscar una solución, que no es la de volver a una sociedad jerárquica. Porque esto solo no deseable sino que también es imposible. Pero algo nuevo habrá que inventar. Para hacerlo hay que llamar a las cosas por su nombre y poner los problemas sobre la mesa. No esconderse en la terminología políticamente correcta para eludir los auténticos problemas.
A lo que llamamos autoritarismo es quizás a querer imponerse por el miedo y la fuerza, pero como he dicho antes esto no es autoridad. La autoridad siempre es autoritaria. Lo que pretende con este reflexión es poner las cosas sobre la mesa para buscar una solución, que no es la de volver a una sociedad jerárquica. Porque esto solo no deseable sino que también es imposible. Pero algo nuevo habrá que inventar. Para hacerlo hay que llamar a las cosas por su nombre y poner los problemas sobre la mesa. No esconderse en la terminología políticamente correcta para eludir los auténticos problemas.
Tema interesante donde los haya, escribí un trabajo hace tiempo sobre esa parte del pensamiento de Arendt, y no creo que tenga mucho remedio el hecho de que para la educación de los menores no se puede proceder democráticamente, no sé, no lo veo claro. El respeto al niño faltaría más como ser humano y sin violencia de ningún tipo, pero la educación y la democracia me parece que no deberían mezclarse. Democracia tiene que ver con política y la escuela no es la política. Son dos ámbitos diferentes, que se relacionan desde luego, pero diferente. Hay una desigualdad de principio entre el maestro y el alumno, lo que no significa que el maestro pueda hacer lo que le dé la gana, sino dentro de un orden democrático todo, pero la relación con los alumnos no es nada democrática.
ResponderEliminarTiene que haber orden, silencio, disciplina, ambiente de trabajo y a la vez estímulo de la curiosidad, todo eso es muy poco democrático pero es necesario para enseñar.
Aunque habría que ver qué es la disciplina, la disciplina de la escuela no es la militar es otra cosa.
Yendo a ejemplos concretos tengo que decir que a menudo observo que en la escuela se hace hincapié en normativas absurdas que no tienen que ver con la mejora de la enseñanza, sino, perdón, con la comodidad del profesorado.
No sé si has sido jefe de estudios pero sin un poco de miedo me parece que es muy difícil gobernar un instituto, aunque sea un miedo de mentirijillas.
En cuanto a lo del liberalismo he hecho un pequeño estudio de un libro magnífico de Bernat Muniesa que me ha aportado mucho y que recomiendo vivamente, "Democracia, libertad, liberalismo"
http://quintadelmochuelo.blogspot.com.es/2015/09/breve-historia-del-liberalismo.html
Decía Lacan, de quien habríamos de tomar ejemplo, quizá yo al ser un analizante, es decir, haber sido analizado en su escuela no soy neutral, pese a la neutralidad que da el análisis; y ver que en su frase célebre: psicoanalizar, educar y gobernar son tareas imposibles se esconde el amor del efebo sobre el erasto, en la ecuación atávica; para mí la autoridad, ya sea artificial o la de un líder, y ya sea éste hombre o mujer, se esconde el falo, el Phi, el falo lacaniano, que es el pene y la idea de su ausencia, una mujer que tenga una carrera de filosofía es el pene por ejemplo, si se lo cree y actúa creyéndoselo ya no tiene el falo, pues no existe la idea de su ausencia sino que entra a "competir" con el que no lo tiene, poniéndose ella en este lugar.
ResponderEliminarEl falo nos da el carisma, ya sea el de un padre o madre de familia o el de un hombre o mujer que transite las más horas del día en el discurso del amo o en su perversión, el del capitalista, uno gozará con la idea de mandar, con su falo, y otro con la idea del poder que le dan sus plusvalías; la autoridad es un hecho en todas las civilizaciones y un atavismo, contra la antropología, filosófico, nos es necesario el falo hasta para poder esquivar o tomar el camino recto en una calle llena de gente.
Yo creo que una cierta jerarquización no es incompatible con la idea de autoridad ni tan solo democrática, y se puede convenir un profesor, un político o un psicoanalista o un cura que entren por vocación, pero será un falso líder aquel que entre por ganar dinero, será un desdiscursado, un hombre, normalmente del discurso histérico, el que disfruta con el saber, que ha perdido su razón o la razón de su discurso, que le podría haber valido para enseñar o abogar con Dios pero lo utiliza, desdiscursado, para ser una pieza del otro gran discurso, el capitalista, para ser un simple peón de este último discurso, lo cierto, pese a todo es que ha de haber de todo tipo de personas, desde los ladrones hasta los poetas y cada uno de ellos conforman lo que mal que bien, en crisis dialéctica constante funciona como el principio de autoridad, solamente los individuos amos o del discurso del amo no utilizan el amor hacia el erasto o gobernante, profesor, cura, sinó que les guía el miedo.
Vicent Adsuara i Rollan
Ahora, desde el siglo XIX en que Nietzsche dijo, creo que en su libro "El anticristo", Dios ha muerto, la autoridad paterna, el Padre ha caído, y hemos de volver a Él, como en la tesis freudiana, pero esta vez sin la ingenuidad del principio y, quizá sean las mujeres, aquel no-todo femenino, el mirar al individuo y uno a uno el que nos guíe, la verdad es que Nietzsche en este libro también dijo que tenía la fuerza suficiente como para partir la Historia en dos. No será el anticristo el cúlmen de la Historia sino la unión de los discursos del amo y universitario o de la ciencia, que éste sí, sí que actuará como el nuevo anticristo, robándole el lugar al del capitalista y, yo espero que haya la libertad que dará ese no-todo femenino y de ver a las personas una a una, sin objetivizaciones ni mercantilizaciones del sujeto.
ResponderEliminarVicent Adsuara i Rollan