Escrito por Luis Roca Jusmet
Me acuerdo como si fuera ayer de cuando decíamos que ya llegaba el 2000. Y parecía tan lejano, allá por los años setenta del siglo pasado, cuando tenía veinte o treinta años. El tiempo pasa rápido, decimos. Pero no, somos nosotros los que pasamos rápido. Rápido es simplemente la percepción que tenemos de nuestra propia vida, del tiempo de nuestra vida. El otro día me encontré a un amigo que hacia treinta y pico años que no veía. Después de charlar un rato con él me vino la imagen de aqul joven de veinte y pocos años. Era el mismo y parecía que no hacía tanto...
Los humanos somos un animal extraño, que de algo tan efímero como el vivir hacemos un acontecimiento excepcional. La conciencia, que es autoconciencia, nos hace experimentarnos como algo especial, porque nos vivimos separados del conjunto y centrados en nosotros mismos. Esto es lo trágico de la vida humana, en sabernos un ser-para-la muerte, en saber nuestra finitud. Pero la conciencia es una distorsión, es algo contrario a la vida que nada sabe de sí misma. Aplasto una cucaracha y ella no sabe nada de sí misma.Simplemente vive, simplemente muere. Algunos psiconalistas lacanianos dicen que solamente los humanos morimos, que los animales perecen. Tienen razón, en parte, porque solo nosotros somos, como decía Heidegger, seres-para-la-muerte. Solo nosotros somos conscientes de nuestra finitud. Y sin conciencia no hay ni finitud ni muerte. Se nace, se vive y se deja de vivir.
Somos polvo en el Universo, polvo consciente que este casi nada se conviertan en la pretensión de serlo todo. Buscamos un sentido y una finalidad a una vida que es una pura contingencia, un puro azar. El único valor que tiene la vida es el somos capaces de darle. La vida no es absurda, el absurdo es la vana pretensión de que la vida ha de tener algún sentido.
Con sesenta años cumplidos veo un incierto futuro en la humanidad y en el planeta y compruebo que lo que hemos conseguido los humanos en nuestra historia es bien poco. Bien poco para contribuir a vivir más libres, más iguales, más felices. Mucho para degradar el planeta en que vivimos.
Pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor es tan inútil y falso como pensar que fue mejor. Aquí estamos, en un mundo globalizado que parece cada vez más ciego, más irracional, pero que utiliza una refinada racionalidad instrumental para funcionar. Mientras nos seguimos alimentando de nuevas religiones, de nuevas ilusiones que van desde el nacionalismo hasta el fundamentalismo. mientras somos consumidores nihilistas que soportamos nuestra existencia por un hedonismo blando y tecnológico.
Solo los restos del proyecto ilustrado pueden darnos alguna esperanza presente, Triste panorama el que parece dibujarse para nuestros últimos años, y sobre todo para el futuro de nuestros hijos. Pero al pesimismo de la inteligencia contrapongamos el optimismo de la voluntad. Resistamos desde nuestras actitudes, desde nuestras conductas a la barbarie que se avecina porque ya la vivimos.
Aportemos nuestro grana de arena para que el mundo sea mejor. Desde aquí os deseo lo mejor para el 2015.
Dedico a todos vosotros este magnífico poema chino.
LA EXPANSIÓN Y LA ALEGRÍA
de una vida de cien años
¿ en qué punto exactamente estás
?
el placer y la alegría duran
poco
¡ y es tanta la tristeza !
mejor, cada día, con una copia de
vino
pentra en los campos rodeados de niebla
o allí donde las flores cubren los
tejados de niebla
atraviesa la lluvia llegando desde
lejos
y cuando tires la copa ya vacía
apóyate en tu bastón y márchate
cantando
¿ quién no teme la vejez ?
¡ solo el Monte Sur, esa imponente y
altísima montaña !
Si Kongtu
( tradución de Pilar González España
)
Gracias por el poema chino y la reflexión fin de año
ResponderEliminarNos queda vivir con dignidad.
Markus Gabriel, filósofo joven alemán que me parece es colega del "estrafalario esloveno" del que has hablado alguna vez. El dice que "el mundo no existe", y lo dice en el sentido de que en realidad lo que existe en nuestra vida es lo que hacemos ahora con eso que tenemos entre manos. Para no dejarnos aplastar por ese universo inmenso que para lo que nos importa, hacer de mi vida algo digno, no vale nada
¿Cuestión de sentimiento ante la vida?. Mirando hacia atrás, lo que cuenta es si estuve a la altura. Y hacia delante, lo mismo. Dar el máximo, como siempre. Aunque se enteren 4 y afecte a 4, en medio de los miles de millones, por lo menos en ese "roal" que haya una mejora de las condiciones de existencia en lo que a mí respecta.
!Feliz 2015¡
Gracias a tí, Ana, por este interesante comentario y esta referencia filosófico, muy sugerente y además d eun filósofo que no conocía. Que tengas un buen año 2015, Ana.
ResponderEliminarLA VIDA BREVE DE NUESTROS ANTEPASADOS
ResponderEliminarPocos llegaban a los treinta.
La vejez era privilegio de árboles y piedras.
La infancia apenas duraba lo que un lobo es cachorro.
Forzoso era apresurarse para llegar con vida
a la puesta del sol,
a las primeras nieves.
Parturientas de trece años,
buscadores de nidos entre juncales a los cuatro,
a los veinte encabezaban cacerías,
hace poco estaban y ya no están.
Los extremos del infinito se soldaban rápido.
Las brujas mascullaban conjuros
con dientes aún jóvenes.
El hijo se hacía hombre bajo la mirada del padre.
Los ojos velados del abuelo veían nacer al nieto.
Cierto, jamás contaban años cumplidos.
Contaban redes, ollas, chozas y hachas.
El tiempo, tan generoso como las estrellas del cielo,
les tendía, a ellos, una mano casi vacía
y al instante la retiraba arrepentido.
Otro paso, dos pasos
a lo largo del espejeante río
que en tinieblas nace y en tinieblas muere.
No tenían un momento que perder,
no podían dejar preguntas para mañana,
ni tener revelaciones tardías, sólo tempranas.
La sabiduría se adelantaba a las canas,
obligada a ver el claro antes que clareara,
y oír voces antes de que sonaran.
El bien y el mal.
Pocos sabían de ambos y lo sabían todo:
cuando el mal triunfa, se esconde el bien;
cuando el bien se manifiesta, el mal aguarda al acecho.
Uno y otro son invencibles,
imposible desterrarlos más allá de donde hay retorno.
Por eso, no existe alegría sin una sombra de miedo,
y no hay desaliento sin un atisbo de esperanza.
La vida, por larga que sea, será siempre muy breve.
Demasiado breve para añadirle algo.
Wislawa Szymborska: Hombres en el puente (1986)