martes, 4 de febrero de 2020

LA ACTUALIDAD DE EPICURO

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  Escrito por Luis Roca Jusmet

Epicuro nació en Samos ( Costa de Asia Menor) en el año 341 a.j.C. en pleno imperio alejandrino. Viajó a Atenas y allí fundó su escuela, abierta a cualquiera (incluso mujeres y esclavos) en el Jardín de su casa, donde explicaba y conversaba con los que querían escucharle.
 De sus enseñanzas conservamos los textos recopilado un siglo después por Diógenes Laercio. Son las tres cartas a sus amigos ( Heredoto, a Pitocles y a Meceneo) y algunos fragmentos con aforismos ( de los que destacan sus “máximas capitales”).
 En las dos primeras cartas vemos que la concepción de Epicuro sobre la Physis (Naturaleza) era atomista. Era por tanto seguidor de Demócrito, contemporáneo de Sócrates. La naturaleza se entiende como agregaciones de átomos ( invisibles) que forman cuerpos ( visibles ) que interaccionan entre sí moviéndose en el vacío. Los átomos tienen una determinada forma, con un tamaño y un peso específico.  Esta interacción provoca encuentros por azar que generan necesariamente unas consecuencias en función de la naturaleza de los cuerpos. Incluso las mentes o almas deben entenderse así. Todo se transforma : el nacimiento y la muerte son producto de estos canvios en lo que se forman y se diluyen los cuerpos. Es por tanto una ontología materialista. Los dioses, si existen, están en otras esferas y no tienen nada que ver con nosotros. Plantea igualmente una epistemología empirista que entiende las ideas como representaciones en nuestra mente a partir de las sensaciones. Van quedando en nuestra mente, por la memoria, restos de estas sensaciones, en forma de imágenes. Forman un conjunto, nuestro imaginario, a partir de ideas e imágenes conectadas entre sí, que nos permiten interpretar y anticipar los hechos. El sabio debe distanciarse al máximo de las opiniones que genera y no dejarse condicionar por ellas.
 En la “carta a Meceneo” y en  algunos fragmentos ( entre los cuales sus “Máximas capitales”)  es donde aparece lo fundamental de la filosofía de Epicuro, que es su ética, entendida como una terapia del alma.  La filosofía, por tanto, es necesaria siempre, ya que es la garantía de la libertad y felicidad. Las causas de la infelicidad (o enfermedades del alma) son el miedo y las pasiones (o deseos inmoderados y vanos que nos atrapan). Hay que meditar sobre los principios y aplicarlos.
 Estos principios son básicamente cuatro ( el quatrifármaco) : El primero es entender que la muerte no existe ( cuando existimos estamos vivos, cuando estamos muertos no existimos). No hay que preocuparse ni temer la muerte).
  El segundo es que los dioses o no existen o, si existen, no tienen nada que ver con nosotros: por lo tanto hay que perder el miedo a los dioses.
  El tercero es que vivir bien es fácil. Hemos de ser autónomos, no depender de nadie ni casi de nada, porque lo único que hemos de desear son los deseos naturales y necesarios (eliminar los artificiales y los naturales no necesarios). Hay que ser autosuficiente al máximo El bien es el placer y hemos de basarlo en el mero hecho de existir y saber disfrutar de ello). Para ello es fundamental para trabajar internamente para llegar al estado de la ataraxia, que es esta tranquilidad de ánimo, esta serenidad que nos permite disfrutar de la vida sin depender de elementos externos que nos perturben. Basar el placer en lo que tenemos y no en lo que nos falta. Recordar lo bueno y disfrutar de ello como si estuviera presente. La búsqueda del placer ha de ser racional, hemos de calcular los efectos de nuestros actos, porque algo doloroso puede ser benéfico y algo placentero puedo acabar siendo doloroso.
 El cuarto es que podemos evitar el sufrimiento. El dolor físico es inevitable pero es la actitud que tenemos delante de él y de otras cosas que nos ocurren la que genera sufrimiento. 

Las relaciones amorosas deben evitarse porque nos hacen dependientes y provocan sufrimiento. No así la amistad, que es una fuente de placer y que no implica necesariamente dependencia.
 El sabio debe huir de la política, fuente de vanos deseos. Entender que la justicia es algo convencional y que hemos de defenderla en la medida en que es útil, es decir que se basa en una idea de pacto humano cuya finalidad es garantizar una convivencia sin daños.
 Epicuro tiene una gran actualidad. Es una propuesta ética que deja una herencia muy rica. No hablo de seguirle, sino de lo que ha inspirado. Hay resonancias de Epicuro en filósofos tan dispares como Spinoza, Mill, Marx y Nietzsche.
En la filosofía más contemporánea tanto Pierre Hadot como Michel Foucault lo reivindican en su defensa de la filosofía como forma de vida o como práctica de sí.
 Frente a la desmesura consumista Epicuro siempre es una buena terapia.





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