miércoles, 1 de enero de 2020

GEORGES CANGUILHEM

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 Reseña de
Georges Canguilhem. Vitalismo y Ciencias humanas
Francisco Vázquez García
Cádiz : Editorial UCA, 2018

Escrito por Luis Roca Jusmet

( Publicada en el número siete de la revista dorsal) 

 Francisco Vázquez García es un filósofo híbrido, que no entiende la filosofía como una tradición pura que se alimenta de sus propios textos. Piensa, por el contrario, que se enriquece nutriéndose de materiales ajenos. Es, además, un autor polifacético, aunque todos sus trabajos tengan un hilo conductor que los relacionan. Es uno de los grandes estudiosos de Michel Foucault en nuestro país, un experto investigador de la historia de la sexualidad en nuestro país y uno de los más destacados sociólogos de la filosofía española. Entre otras cosas, claro, porque hay que añadir que es el que mejor conoce en nuestro país la obra de Georges Canguilhem, que durante mucho tiempo ha sido aquí conocido simplemente por su influencia sobre Foucault. De él trata el libro, compuesto por varios artículos que forman un conjunto coherente.
 Empiezo por el texto, denso y valioso, que establece los paralelismos y las diferencias entre Georges Canguilhem y José Ortega y Gasset (“Filosofía y vitalismo en Canguilhem y Ortega y Gasset)  Al establecerlos se remite a elementos de contenido, pero también a la sociología de la filosofía. En este segundo aspecto recalca que pertenecen a dos generaciones y a dos atmósferas culturales totalmente distintas, aunque ambos compartían la influencia de la biología y la filosofía germánicas. Son dos trayectorias singulares pero que confluyen en el intento de defender un vitalismo racionalista (que Ortega llamó raciovitalismo) en un contexto en que dominaba un irracionalismo vitalista.
 Continuaré con el capítulo “Canguilhem, la Historia y la Geografía: encuentro con la escuela de los Annales y epistemología histórica francesa”. Es este texto Vázquez García señala que Georges Canguilhem tiene el mérito de haber sido el único pensador capaz de establecer un vínculo conceptual y teórico entre estas dos escuelas francesas que, desgraciadamente, se ignoraron mutuamente. Más allá de este hecho, que ya tiene su interés propio, se subraya la influencia que tuvo en la obra de Canguilhem la escuela geográfica y el equipo de Estrasburgo. Se subrayan aspectos sociológicos ( la procedencia rural del filósofo francés) y políticos ( su paso de una actitud pacifista a otra combativa al entrar en la resistencia). Al mismo tiempo se señala que, aunque Canguilhem tenga una clara influencia de Gastón Bachelard no cae, como este, en una excesiva conceptualización y es capaz de arraigar el conocimiento en la técnica. La normatividad vital acabó siendo para él el elemento unificador de la experiencia.
 En otro escrito igualmente sugerente trata de la relación con los Disabillity Studies (estudios sobre discapacidades). La propuesta del artículo es que los textos de Canguilhem pueden ser útiles al buscar una tercera vía entre naturalistas y culturalistas. Ni la realidad humana es una expresión biológica ni una construcción sociocultural. Existe una interacción entre una realidad biológica y lo que a partir de ella se transforma desde una sociedad y una cultura. Francisco Vázquez García incide tanto en este debate antropológico como en las consecuencias que tiene en el marco específico del planteamiento de las discapacidades. Por una parte hay un reduccionismo desde el modelo biomédico en el que se formula la idea de discapacidad como una carencia y una limitación. Este planteamiento entiende que a los discapacitados les falta algo que tienen los otros. De aquí se deriva una posición paternalista. Como reacción aparecen grupos que niegan la propia conceptualización de discapacidad, considerándose una variedad, una particular de la que derivan una reivindicación identitaria. Lo que plantea Canguilhem es la comprensión del ser humano desde la normatividad vital y la defensa delo que esta tiene de creativo frente a la normalización social. Pero reconociendo las dificultades que pueden acompañar a unas determinadas limitaciones biológicas.
  El artículo “Canguilhem y la Psicología” es muy relevante, tanto para los interesados en el filósofo francés como a los que quieren entender la psicología de una manera crítica. Al mismo tiempo brinda a los estudiosos de Michel Foucault la posibilidad de abordar la interacción entre ambos pensadores (que no va en una sola dirección, la del maestro Canguilhem al discípulo Fooucault). Querría destacar la crítica radical que hace Canguilhem de la psicología objetivista de la adaptación, especialmente del conductismo, que sería una pseudociencia que no es otra cosa que una técnica de normalización social. Es decir, una tecnología al servicio de una ideología. La crítica se realiza desde diversos frentes: epistemológico (en la línea abierta por Gastón Bachelard) y ético-político. Pero con su trabajo crítico Georges Canguilhem no quiere descalificar a la psicología en su conjunto. Solo una manera de entender la psicología ( que, podemos añadir, es la hegemónica). Aunque el filósofo francés es prudente y no se apunta a movimientos como la antipsiquiatría y la antimedicina, sí considera que es posible una psicología complementaria de la medicina, que pueda abordar la enfermedad sin eliminar la subjetividad del enfermo y reducirlo a un conjunto de mecanismos y piezas que hay que reparar. Igualmente apoya una psicología social del trabajo que no se apoye en la normatividad vital del trabajador y no pretenda aplastarla con normas centradas exclusivamente en la productividad. 
 Viene ahora un artículo que entraría plenamente en un terreno que Francisco Vázquez García domina muy bien, que es el de la sociología filosófica: “La recepción de Bachelard y Canguilhem en España, en (1960 y 1980). Estudio muy riguroso que vale la pena conocer y aquí destaco la figura de Felipe Cid, que fue el principal estudioso y traductor de la obra de Canguilhem. Recepción bastante fallida (aunque presente en círculos vanguardistas minoritarios) por la hegemonía de la filosofía analítica de la ciencia de corte anglosajón.
Muy interesante me resulta el texto “La recepción de Canguilhem en la obra de Foucault.” Francisco Vázquez siempre ha defendido que si hay que hablar de un maestro de Michel Foucault este es Georges Canguilhem. Señala que, para Foucault, Canguilhem presenta una paradoja: por una parte lo señala como centrado en cuestiones muy precisas dentro de la epistemología y, por otro, la enorme influencia que tuvo en la filosofía posterior, entre las cuales la suya. Igualmente señala que él, al igual que otros que se encontraban en la misma tradición de análisis conceptual de historia de la ciencia (como Cavaillès) se implicaron mucho más en la resistencia antinazi que otros que hablaban de una filosofía del sujeto y del compromiso ( como Sartre). Foucault aprendió de Canguilhem muchas cosas, pero vale la pena destacar el concepto de “normalización”, tan presente en la filosofía de Foucault. Esto, al margen, de las influencias epistemológicas (que eran las que destacaba, de una manera parcial, Foucault) y de su “humanismo enigmático” y de la defensa práctica, antes que discursiva, de un “universalismo moral”.
 El capítulo más potente es, a mi modo de ver, el que denomina “Ontología y vitalismo en Canguilhem y Foucault”. Hay aquí una profundización importante en la teoría ontológica de Canguilhem, de la que destaco la comparación entre él y Nietzsche. Francisco Vázquez García recoge bien el elemento común del perspectivismo y el vitalismo pero marca una separación radical en la manera como ambos entienden la relación entre conocimiento y vida. Para Nietzsche el conocimiento (“La voluntad de verdad”) es un obstáculo, mientras que para Canguilhem es una expresión de su riqueza. Al mismo tiempo es muy sugerente la manera como nos explica la ontología vitalista de Canguilhem : una fuerza lábil, plástica, que es enormemente creativa y se dota de las normas biológicas necesarias para adaptarse a su entorno. Para los interesados en Foucault (sin dejar de estarlo por Canhuilhem ) resulta apasionante la propuesta radical que hace el autor a partir de lo expuesto en el libro de Béatrice Han L´ontologie manquée de Michel Foucault. La idea es que hay una ontología implícita en Foucault, que es vitalista. Sería discutible si va más en la línea de Nietzsche o de Canguilhem. En todo caso, el autor lo tiene claro: Foucault está en la línea de Canguilhem y no de Nietzsche, por lo menos en este aspecto. Foucault no es un relativista ni un constructivista, critica, como Canguilhem, los aspectos ideológicos de las ciencias “inmaduras”, empezando por la psicología. Pero no cuestiona las ciencias”duras”. Aquí apunta Francisco Vázquez García la idea de Canguilhem, que considera presente en Foucault, de la filosofía como evaluación, como crítica de los valores, incluso del valor de la ciencia en relación a la vida. La parte final parece también de un interés extraordinario. Hace una comparativa entre la manera en que cada uno de los dos entiende la relación entre normas vitales y normas sociales. Señala una doble influencia: el concepto de normalización de Foucault se inspira en Canghilhem pero éste pasa, por influencia de Foucault, de una antropología regida por la biología a una biología regida por la antropología. Ambos comparten una concepción antiesencialista de la vida, abierta, creativa y finita. En la que no hay prototipo, ya que el desvío y el error son su motor. Otro tema es el del biopoder, concepto clave en Foucault en la que también pueden encontrarse huellas de Canguilhem. En todo caso huyen del biologismo y del culturalismo y nos dan instrumentos teóricos muy importantes para desarrollar esta tercera vía.
 Es, en definitiva, un libro importuno y necesario. Para conocer a este filósofo tan interesante y poco conocido. Y nadie mejor que Francisco Vázquez García para hacerlo.


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