domingo, 8 de diciembre de 2019

EVIDENCIAS Y CREENCIAS


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Escrito por Luis Roca Jusmet

 Descartes quería dudar de todo lo que le habían enseñado para buscar una evidencia y a partir de ella ir deduciendo racionalmente otras verdades. Me parece que Descartes se embarca en un proyecto imposible del que sale en falso.
 En primer lugar hay que remitirse a la crítica que le hicieron tanto Spinoza como Hegel. Uno no puede elaborar el método para pensar y luego aplicarlo. Es un círculo vicioso porque al definir el método ya estás pensando y por lo tanto ya partes implícitamente de unas evidencias. El método del pensar lo vas definiendo a medida que piensas el mundo, no antes. Sin más garantías que la consistencia racional del discurso que vas desplegando.
  En segundo lugar uno no puede desprenderse del conglomerado heredado, es decir de toda la herencia conceptual recibida. La puedes cuestionar, pero siempre lo harás a partir del marco conceptual recibido, que por supuesto puedes problematizar pero siempre condicionado por las coordenadas en que te mueves intelectualmente. El caso de Descartes es muy significativo cuando vemos que se le cuela la Idea de Dios.
 A partir de aquí podríamos seguir a Descartes en las dos primeras meditaciones: podemos dudar de lo que sentimos y de lo que pensamos pero no podemos dudar de la duda porque el propio cuestionamiento la afirma. Lo único evidente sería que algo que experimento como propio piensa. Pero esto nos lleva a la afirmación de un sujeto vacío, que ni siquiera tiene por que ser, como dijo Nietzsche, una sustancia. Si pienso es que hay pensamiento. Y punto. A partir de aquí quedamos atrapados en un solipsismo : todo podría, empezando por mí mismo ( no solo como cuerpo sino también como mente ) una realidad virtual. La conclusión es un escepticismo radical. La falsa salida de Descartes es ir encadenando una serie de supuestas deducciones, de las que tranquilamente se podría dudar, para afirmar la existencia de Dios, de mi cuerpo y del mundo externo. Es un castillo de naipes.
 Si queremos conocer algo, si queremos construir una teoría de la verdad hemos de partir de otra evidencia. Una evidencia que viene a ser como un punto de partida por el que decidimos empezar. Es por tanto una evidencia en la medida en que la consideramos como tal, ya que nada es ni puede ser evidente.
 Esta evidencia de la que partimos es que somos un cuerpo físico que piensa en un mundo físico al que accedemos a partir de la percepción. Esta es, me parece, la única evidencia aceptable. A partir de aquí podemos ir pensando sobre la manera como a partir de la memoria, la imaginación y la razón vamos construindo este mundo físico y a nosotros mismos como objeto de conocimiento. Somos animales conscientes y reflexivos y por ello nos constituimos como sujetos y al mismo tiempo como objetos de conocimiento. Y somos, por supuestos animales simbólicos en la medida en que el instrumento que tenemos para hacerlo son los símbolos, es decir los conceptos.
 En todo caso lo evidente no deja de ser la creencia de la que partimos.

 Nada es evidente. Kant diferenciaba entre saber ( certeza subjetiva y capacidad de una demostración objetiva), creencia ( certeza subjetiva sin capacidad demostrativa) y opinión ( ni certeza ni demostración). El saber, para Kant, era la ciencia. Pero hemos de aceptar que finalmente solo hay creencias fuertes y creencias débiles ( opiniones). El saber lo es en la medida en que creemos en unos determinados criterios de verdad. Todo ello no me empuja no a un relativismo sino a la constatación de que nos movemos por creencias más o menos racionales. Y si es cierto que se puede afirmar que la racionalidad es una creencia también lo es que cada cual no tiene otra garantía que lo intersubjetivo, es decir la aceptación por parte de los otros de la propia racionalidad. ¿ Cuál es para mí el criterio intersubjetivo que finalmente cuenta ?  La práctica. Lo que funciona, al nivel que sea, es para mí lo más verificado ( dejemos ahora el matiz de Popper de que nada se puede verificar, solo falsar). No solamente a nivel de hechos sino también de valores. Es la práctica lo que nos muestra lo que es más verdadero ( si hablamos de hechos) o mejor ( si hablamos de valores ).
 Todo ello me lleva a pensar que filosóficamente quizás la corriente con la que más me identifico es el pragmatismo.

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