viernes, 6 de septiembre de 2019

ELOGIO DE MIRCEA ELÍADE

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Escrito por Luis Roca Jusmet

 
Mircea Elíade nació en 1907 en Rumania. A finales de la segunda década se traslada a Italia para entrar en contacto con Giussepe Tucci para que le diriga su tesis sobre el Renacimiento, A Elíade le interesaba la dimesnión mística del yoga y el hinduismo. Tucci le puso en contacto con un guru Surendranath Dasgrupa, que será su mentor mientras aprendía sánscritos y estudiaba los textos védicos en su lengua original. Pero con el que acabará mal a raíz de la relación que mantendrá con su hija. Escribe su testimonio en "Diario indio (1929-1931), los primeros de sus espléndidos diarios. Y también su novela "Maytreya", que le dará a conocer como un valor literario en Rumanía. De 1932 a 1949 dará clases en la Universidad en Bucarest.
 Inicia ertonces una carrera política como representate del gobierno pronazi de Antonescu. Mircea Elíade simpatizaba con la Guardia de Hierro, que formaba parte del gobierno del dictador. Elíade es nombrado agregado cultural de la embajada rumana, primero en Londres y luego en Lisboa.Mircea Elíade escribe su " Diario portugués" de los 34 a los 38 años, entre1941 y 1945. Exigió que solo se publicaran de forma póstuma. ¿ Por qué esta decisión ? No lo sabemos. En todo caso es muy diferente que sus diarios anteriores y posteriores: es mucho más problemático. Lo es por dos motivos. El primero porque es humano, demasiado humano. Es una época crítica en la que manifiesta sus debilidades, su lado oscuro, su angustia, el dominio de las pasiones tristes. El segundo porque pone de manifiesto que el fascismo de Elíade no es solo una veleidad juvenil. Es profunda y visceralmente anticomunista, simpatiza con Hitler y respeta a Salazar y a Franco. El diario tiene un gran valor literario, biográfico y filosófico. No tiene desperdicio. " El diario portugués" de Mircea Elíade tiene un valor excepcional como testimonio biográfico de uno de las biografías más apasionantes del siglo XX. Es una expresión sincera de la lucha interna entre la búsqueda de la espiritualidad y las pasiones humanas. Pasiones tristes, que diría Spinoza. Pero también pulsiones sexuales. Mircea Elíade escribe muy bien y lo hace con absoluta sinceridad. Dice en su diario, en sus último días en Lisboa : "Pienso ser el único para quien los fracasos repetidos, los sufrimientos, las melancolías, las desesperaciones pueden ser superados en el momento en que, mediante un esfuerzo de lucidez y de voluntad, comprendo que representan, en el sentido concreto, inmediato del término, un descenso a los Infiernos. En cuanto se "comprende" que se está realizando ese extravío laberíntico al infierno, se sienten de nuevo, duplicadas, esas fuerzas espirituales que se creían perdidas desde hacía mucho tiempo. En un instante, todo sufrimiento se convierte en una prueba iniciática."
 El 27 de agosto de 1946 llegó a París como profesor visitante de l´Ecole practique des Hautes Etudes, donde impartirá clases hasta 1957. Mircea Eliade conforma, con Émile Cioran y Eugene Ionesco, la trilogía de los rumanos universales que después de la Segunda Guerra Mundial se instalaron en París. Empieza aquí su tercera etapa de diarios ( 1945-1969), que acabará en Chicago. El año 1957 se traslada a Chicago, donde ejerce como catedrático de Historia de las Religiones. Morirá allí el año 1986, a los 79 años.
 Henry Rocquet publica sus conversaciones con Mircea Elíade, el mismo año de su muerte. Se habían realizado al final de la vida de Elíade. Resulta muy interesante la explicación que da el mismo Mircea Elíade a Rocquet de porque quiso titular el libro que recoge estas conversaciones " La prueba del laberinto": " Si, se me ocurrió este título como fruto de mi experiencia. no del diálogo, sino de la grabación, que impone entre nosotros en todo momento la presencia de "la máquina", cosa que para mí viene a ser una prueba, una verdadera "prueba iniciática", ya que no estoy habituado a tal cosa. De ahí el título de "La prueba del laberinto". Dice Elíade : "En efecto, por una parte supone la prueba para mí de verme en la necesidad de recordar cosas casi olvidadas. Y luego está el hecho de este ir y venir, de este empezar constantemente de nuevo, que es como caminar por un laberinto. Pero pienso que el laberinto. es la imagen por excelencia de la iniciación. Por otra parte considero que toda existencia humana está constituida por una serie de pruebas iniciáticas; el hombre se va haciendo al hilo de una serie de iniciaciones conscientes e inconscientes."  "Un laberinto es muchas veces la defensa mágica de un centro, continúa diciendo, de una significación. Todos hemos tenido la experiencia de perdernos en un laberinto. Pero la vida no está hecha de un laberinto. la prueba se renueva." Es una entrevista inteligente y completa que nos permite seguir muy bien la trayectoria espiritual de Elíade.
 La obra de Elíade dedicada al estudio moderno de las religiones, desde su valor simbólico, es impresionante. No solamente trabajará una fenomenología y una hermenéutica del fenómeno religioso y las religiones, sino también sobre el símbolo, el rito y el mito. 
Es interesante la relación entre Mircea Elíade y René Guenón. Los  seguidores de Guenón sostienen que tuvo una influencia decisiva sobre Elíade, que este no reconocía para quedar bien con el mundo académico. Mircea Elíade lo cita un par de veces en el diario portugués, planteando que en parte es el personaje más interesante de su época. En una de las entrevistas que le hicieron al final de su vida, Elíade relativiza mucho la influencia que tuvo sobre él, calificándolo de soberbio y dogmático. En todo caso Elíade no quería desmarcarse del mundo académico aceptando a personajes malditos como Guenón en su trayectoria espiritual. 

 Pero al mismo tiempo se interesa por gentes totalmente contrapuestos a Guenón, como Georges Bataille, de vuelta de Inglaterra, viene a verme y se queda dos horas. Esta vez, conseguimos una conversación más coherente ayudándonos el uno y el otro en ver más claro en los problemas y las soluciones. No anotaré aquí más que un detalle. A propósito de la necesidad del la "orgía", me cuenta la experiencia siguiente : invitado a un apartamento mediocre, de un mal gusto perfecto, con burgueses crispados , ansiosos ( sabían, sin embargo lo que iba a ocurrir ), que miraban los cuadros colgados de la pared con los comentarios de rigor, etc. Atmósfera penosa : angustia y crispación. Sigue el festín y, finalmente, la "orgía". Y, como por encanto, todos estos hombres grises, artificiales, crispados y vacíos se convierten de repente en seres vivos y afirman una presencia noble e inesperada. La regresión en "la orgía" ha abolido las categorías de pequeñoburgueses, los ha regenerado, les ha devuelto una presencia humana. Muy interesantes las observaciones de Bataille sobre la angustia que precede a "la orgía", la última resistencia del "ser" ante la "nada" que se va a producir. Angustia que se vuelve a encontrar en los preliminares de toda profunda y auténtica experiencia religiosa." También : " No he leído su obra completa y dudo en pronunicarme. Era, en todo caso, un pensamiento que siempre me estimulaba, que a veces me irritaba. Había allí cosas que no rechazaba, pero al mismo tiempo sabía que, si no las aceptaba era por no haberlas captado en profunidad. En todo caso se trata de un espíritu original.
 Formó parte de las figuras destacables de la Escuela de Eranos, con Jung a la cabeza, hacia el que no tengo ninguna simpatía.
 Cioran decía que Elíade era un sabio, inasequible a todos los valores espirituales y, por tanto, que nunca seía un creyente. No tenía su fanatismo, su obsesión, su "profundidad". Era un espíritu abierto.
 He leído mucho de Mircea Elíade. Su historia de las religiones, estudios sobre el símbolo y sobre símbolos, sobre el mito y sobre mitos. Análisis críticos del ocultismo, del marxismo desde su inspiración judeocristiana. Sobre yoga, alquimia y chamanismo. He aprendido y disfrutado mucho leyéndolo. Pero como expliqué en mi libro "Redes y obstáculos" mi concepción de lo simbólico y de lo imaginario discrepan mucho de la tradición de la imaginación simbólica como via de acceso al conocimiento en que se inscribe. 
 El elogio es, por tanto crítico.Y, por supuesto, me repelen sus afinidades políticas juveniles, que fueron las más explícitas.

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