lunes, 26 de diciembre de 2016

SOBRE LA IDEOLOGÍA




Escrito por Luis Roca Jusmet

Voy a intentar sintetizar en este artículo el concepto de ideología que me parece más operativo para entender la realidad social. Síntesis que es resultado de múltiples lecturas, que van desde Althusser hasta Ricardo Orozco, pasando por Terry Eagleton y Slavoj Zizek. Síntesis que no, es, por supuesto, producto de una falsa equidistancia o un confuso eclecticismo,  sino de lo que he pensado en diálogo con todos estos, y más, pensadores.
 La ideología es una construcción social que tiene tres dimensiones : la simbólica, la imaginaria y la práctica. La simbólica es la más consciente y racional. es un discurso con una lógica interna que formula las creencias, las normas y los valores de una sociedad. Es decir, un conjunto ordenado de significantes que nos dice lo que somos nosotros, lo que es la sociedad, lo que es el mundo y lo que debemos hacer. La simbólica tiene que ver, por lo tanto, con la lengua y con la ley. La imaginaria es la menos consciente y racional. Es el conjunto de representaciones ( imágenes de palabras, símbolos, arquetipos) que subyacen al discurso de una manera no racional y, en muchas ocasiones, no conscientes. Son la carga emocional que dan al discurso que acompañan y que produce identificaciones y rechazos.  Las prácticas son los rituales, las rutinas sociales, los hábitos. La ideología es una realidad cultural, lo cual quiere decir que una realidad física con unas significaciones que van más allá de su sentido material. 
 La ideología se construye culturalmente por la sociedad. lo cual quiere decir que la ideología dominante, o hegemónica como gusta decirse hoy, es una red de significaciones que se elaboran desde instituciones y desde redes de poder. La lengua es una realidad material porque está hecha de significantes que se relacionan con unas reglas determinadas. Con ella se elabora el discurso ideológico. Este discurso ideológico se va elaborando, actualizando, transmitiendo por diversos circuitos institucionales y sociales, que son redes de poder. Son campos de saber relacionados con relaciones de poder. Aquí podemos aprender mucho de Michel Foucault, aunque no hable explícitamente de ideología. No responde a un plan porque responde a uno o varios proyectos, no deja de ser algo contingente, que se va construyendo desde muchos frentes que interactúan entre sí. Forman el Otro simbólico, el Gran Otro de la Ley. Porque la ideología es el discurso normativo, el discurso de la ley.
 Este discursos lleva un complemento menos consciente, menos racional, que es el imaginario social. Es decir, una serie de representaciones imaginarias que tienen, siguiendo el lenguaje del neurocientífico Antonio Damasio, un marcador somático. Marcador somático quiere decir una carga emocional polarizada, de identificación ( atracción) o de rechazo. Este imaginario social existe en la medida en que es interiorizado como un Ideal, el Ideal del yo. Pero esto es ya un proceso individual porque lo que básicamente interioriza cada sujeto es el Ideal del padre, entendido por tal el que asume una función simbólica con al que identificarse para separarse de ser un objeto del Deseo del Otro materno. Padre y Madre son aquí funciones que no necesariamente ocupan un padre o una madre real. Este Ideal tiene elementos singulares, pero, en la medida en que se identifica básicamente con la ideología dominante esta puede seguir siéndolo. La ideología adopta la forma de superyo porque el sujeto se identifica con el Ideal. Se estructura entonces un narcisismo secundario en el que el Ideal tiene la fuerza de la pulsión. La ideología está entonces corporizada porque funciona a través del cuerpo de los sujetos. El discurso, que funcionaría en el plano mental, es entonces la parte más superficial. Porque el marcador somático del imaginario ligado a él funciona en el cuerpo. Esto aparte de los rituales, los hábitos, las rutinas lo son siempre del cuerpo.

 La ideología conduce a la repetición. En la medida en que responde a una pulsión narcisista produce un goce. la ideología es, en definitiva, lo que nos esclaviza porque siempre es del Otro. La emancipación pasa por distanciarse de la ideología, es decir del superyo. Es a partir de esta distancia cuando el sujeto, conociendo sus determinaciones internas, puede elaborar su propio proyecto como un sujeto ético. Siempre desde un reconocimiento del otro, es decir desde unas normas morales universales. 
 Me parece que por un camino diferente llegamos a lo que planteaba Spinoza en el S.XVII. Liberarse de las pasiones ( la ideología, el superyo) desde una racionalidad que permita potenciarse a uno mismo, es decir el propio deseo a partir de una cooperación con los otros. 

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