lunes, 10 de septiembre de 2012

El fotoperiodismo como arma crítica




Imágenes políticas

Raymond Depardon

( traducción y edición de Javier Bassas Vila )
Madrid :Ediciones Casus belli, 2012

Escrito por Luis Roca Jusmet

 He de transmitir en primer lugar el goce que me supuesto a mí, poco aficionado a la fotografía, este libro, que no es otra cosa que un recorrido selectivo de un fotógrafo a través de su obra. Que no es poco : no sólo por la categoría del fotógrafo, Raymond Depardon ( Villefranche-su-Saône, Francia, 1942) sino también por las reflexiones propias y la de Jacques Rancière sobre su obra.
  Estas dos imágenes, tan conocidas como conseguidas, de Michel Foucault  y de Gilles Deleuze, fueron captadas por Depardon.
 Imágenes políticas. No imágenes morales sino imágenes políticas. La moral produce sentimientos de indignación delante de un verdugo y una víctima. Nos hace identificarnos con la víctima y rechazar al verdugo. De esta manera nosotros del lado de la justícia. Pero esto no es lo que quiere generar Depardon. No es efectista y hay que serlo para querer producir indignación. La palabra moral no parece en los escritos y comentarios de Depardon. Aparecen, en cambio las palabras ética y política. La ética tiene que ver con la posición del fotógrafo. Ética es su defensa de la libertad, autonomía y responsabilidad del fotógrafo, tanto delante de los Estados, como delante de las empresas como también de "los derechos a la propia imagen". Es un garantismo excesivo porque impide al fotógrafo captar lo que considera necesario. Para él cada fotografia debe ser un decisión ética y política del fotógrafo, que capata lo visible. La sustracción jurídica de este derecho del fotógrafo elimina el propio estatuto del fotógrafo veraz, que quiere decir algo. Es un precio demasiado alto. La política está en las imágenes. Porque todo es político, todo tiene que ver con la manera como está organizada la sociedad, con lo público, con su deber de igualdad. Aquí Rancière le corregiría : el orden establecido con su distribución de cuerpos es lo policial, la lucha por la igualdad es lo político. Volvemos a las fotografías de Departon : lo que quiere es mostrar lo que hay no lo que pensamos que debería haber. Pero esto no quiere decir que quiera darnos una visión fatalista de lo real. En absoluto. Muestra lo que hay en su contingencia. Es decir, las cosas son así pero podrían ser de otra manera. Esto es lo político. Saber que los cuerpos están en el lugar que se les ha asignado pero quizás podrían estar en otro. Estos cuerpos humanos, sensibles y hablantes podrían cambiar con su acción.
Como dice Rancière lo que dice nuestro fotógrafo es : "esto es". Podría haber otra cosa pero es lo que hay y lo que hay es, sobre todo, injusticia y dolor. Pero no es la injustícia del moralista indignado sino algo más primario, que nos incumbe a todos. La filósofa Judith Shklar escribió un libro sobre los rostros de la injusticia. Decía algo interesante : se ha hablado mucho de la justicia y poco de a injusticia. Seremos poco platónicos : la injusticia no implica una noción previa de injusticia. "Todo es tan injusto desde hace tanto tiempo", nos dice Departon. No se trata de la compasión, quizás de este sentimiento de humanidad del que nos hablaba Hume. No es identificarse con el sufrimiento del otro, sufrir con él porque el otro no quiere ni sufrir él. ¿ De que le sirve nuestra expiación ? Departon hizo películas y una de ellas hablaba de África, de los africanos y se llamaba "¿ Cómo te va con tu dolor ?". No hay que exhibirlo, hay que respetarlo manteniendo una distancia. La distancia es fundamental, hay que mantenerla porque es el respeto al otro. No hay que buscar la catarsis. A veces es el horror lo que se muestra, es lo insoportable.
A Rancière le encanta lo que hace Raymond Depardon porque rompe las fronteras entre la fotografía, el cine, el texto. Es el arte que rompe las barreras entre los géneros. Como la
filosofía, según la definición de Rancière: un discurso entre los discursos, que rompe los límites entre las disciplina.
 No puedo acabar el elogio a este extraordinario documento sin completar la triada. Raymond Departon, Jacques Rancière y Javier Bassas Vila, traductor y editor de esta pequeña joya. Departon es el amo, por utilizar una expresión de los adolescentes. Pero ha tenido buena compañía. Y se nota.



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