miércoles, 6 de octubre de 2010

UN RECUERDO PARA CARLOS CASTILLA DEL PINO





Reseña de

Conductas y actitudes.

Carlos Castilla del Pino
Ed. Tusquets, Barcelona, 2009.
273 páginas



  Escrito por Luis Roca Jusmet

Carlos Castilla del Pino, fallecido hace pocos meses, nos iluminó a muchos de los que fuimos jóvenes en los años 70 y padecimos el desierto cultural del franquismo. Su “Psicoanálisis y marxismo” fue una excelente puerta para entrar en Freud y en Marx y también para entender con un mínimo de seriedad a Marcuse, que nos entraba mal por la vía confusa de la “contracultura”. Otros libros sobre temas cotidianos, como la incomunicación o la depresión, proporcionaron valiosas claves para entendernos mejor a nosotros y a nuestros semejantes. Con un claro compromiso político de izquierdas (que le ocasionó serias dificultades en su carrera académica) fue también una referencia para la psiquiatría renovadora en nuestro país. Tuvo la libertad de espíritu como para decir que Cervantes fue uno de los mejores psicólogos de todos los tiempos, para escándalo del cientismo más dogmático y estrecho.
“Conductas y actitudes” es un buen libro, aunque no es el testamento teórico de Castilla del Pino que muchos hubiéramos deseado. Es un conjunto de escritos interesantes pero sobre los que no hay que hacerse una expectativa desmesurada. Con un hilo conductor que es la conducta humana y sus motivaciones, recoge algunos artículos ya publicados y otros inéditos. Todos ellos merecen ser leídos y son una buena introducción para esta psicología mundana, no académica, que a todos nos interesa.
Los dos primeros (“La cara y el rostro” y “Ver y mirar”) son, de manera complementaria, muy sugerentes y originales. El tercero (Teoría del personaje. La identidad) que es el artículo más ambicioso del libro, resulta a mí entender el más fallido. El tema, extraordinariamente rico y complejo) queda resuelto de una manera parcial y algo pretenciosa. Los siguientes artículos, en cambio, teniendo menos expectativas teóricas, me parecen mucho más consistentes. El estilo claro y sintético continua con “La extravagancia”, “La impostura” y “La obscenidad”, también muy válidos en el análisis de problemáticas más específicas. El dedicado a “La sospecha, suspicacia, paranoia” vuelve, sin demasiadas aportaciones, sobre una temática ya bastante tratada desde la psicología y la psiquiatría

Los dos artículos que me parecen más potentes son los dedicados a “La envidia” y a “El odio”, ambos tratados con una profundidad y un rigor que no excluye la necesaria claridad. Son temas imprescindibles de analizar con libertad crítica, ya que la corrección política lleva a veces a ocultarlos, o a presentarlos como anomalías cuando son sentimientos humanos, que con más o menos intensidad tienen un carácter universal. Pero hay detrás de estos análisis una teoría del sujeto y de los sentimientos con los que mantengo alguna discrepancia. En primer lugar me parece que la teoría del sujeto se centra demasiado en lo imaginario, olvidando la fecunda distinción que hace Lacan entre lo simbólico y lo imaginario. Esta diferencia se basa en la consideración de que lo simbólico es el lenguaje humano y la consideración de que el sujeto es, en cierta manera, un efecto del lenguaje simbólico. Hay sujeto porque hablamos y lo hacemos incluso de nosotros mismos, del propio yo. Por otra parte Castilla del Pino identifica explícitamente los sentimientos con las emociones. Me parece que da más juego el planteamiento del gran neurocientífico Antonio Damasio, que plantea que la emoción es la reacción corporal y el sentimiento la idea y la conciencia mental de esta emoción. Diferencia que, entre otras cosas, nos permite considerar los sentimientos como específicamente humanos y las emociones como ampliables al mundo animal.
Podemos concluir esta reseña diciendo que es un libro que merece ser leído porque los temas que trata, con rigor y con claridad, interesan a cualquier sujeto humano que quiera comprenderse a sí mismo y a sus semejantes más allá de los tópicos imperantes. Castillo del Pino ha ido ganando con el tiempo en la utilización de un lenguaje más coloquial que el que utilizaba en sus primeros escritos. El lector inquieto disfrutará con esta lectura, ya que además de interesante en su contenido es un libro que, como todos los de su autor, está muy bien escrito.

2 comentarios:

  1. interesante tu reseña. de Castilla del Pino yo he leído sus memorias y desde mi particular punto de vista en el momento en el que las leí saqué mis conclusiones. Las puse en mi blog, no tienen tanto que ver sobre cuestiones psicológicas, sino político-religiosas de nuestro país. El asunto de su fallida cátedra en cuatro ocasiones, cátedra más que merecida y que sólo casi a punto de jubilarse le otorgaron los socialistas. Es penoso como funciona el poder en España con respecto a la intelectualidad.
    http://sinmiedoalopusdei.blogspot.com.es/search/label/castilla%20del%20pino

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  2. Gracias Ana. Tomo nota de tu comentario

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