jueves, 3 de junio de 2010

KARL POLANTI : EL SUSTENTO DEL HOMBRE

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El sustento del hombre

Karl Polanyi
( traducción de Ester Gómez Parro)

Ed. Capitán Saing Libros, S.L., 2009
412 páginas

 Artículo de Luis Roca Jusmet

Karl Polanyi ( 1886-1964) fue un científico social en el sentido más noble y riguroso del término. Entendió que la sociología no puede separarse de la historia y que ambas deben ofrecernos una visión global con base empírica de la sociedad humana. Fue un gran estudioso de la historia económica que combatió la falacia economicista de creer que la economía es un modelo independiente de la sociedad y puede entenderse al margen de ella. También reivindicó una sociología histórica capaz de vincularse a las problemáticas prácticas y morales del presente. En estos sentidos podemos considerarlo como una clara influencia de uno de los sociólogos históricos más brillantes de nuestra época, Immanuel Wallerstein. Éste mismo reconoce no sólo esta influencia sino también la utilización como instrumentos teórico fundamental en sus análisis de los tres comportamientos económicos descritos y explicados por Polanyi: la reciprocidad, la redistribución y el intercambio. Se abre de esta manera un horizonte mucho más amplio para la izquierda que el ofrecido por la tradición marxista más escolástica.
La gran obra de Polanyi es La Gran Transformación, escrita en 1944 y fundamental para entender la lógica real del capitalismo. Los estudios contenidos en el libro que nos ocupa lo que hacen es desarrollar los conceptos elaborados en anterior. El sustento del hombre es un trabajo muy interesante pero de interés muy desigual, ya que la primera es imprescindible para un ciudadano crítico, mientras la segunda es un estudio más específico sobre la economía de la sociedad griega. Lo que desmonta el escritor en la primera parte es lo que llama la falacia económica que considera a ésta como una teoría formal sobre el sistema de mercado. La vinculación entre comercio, mercado y dinero tiene, desde la documentación histórica objetiva, orígenes diversos y relaciones diversas y no responde a una lógica unitaria que va de lo más simple a lo más complejo, cómo pretenden los teóricos liberales. El determinismo económico que considera que el hombre se mueve por necesidad o por afán de ganancia le parece a Polanyi un axioma puramente ideológico. Lo que le interesa a nuestro autor es la economía sustantiva, que es la manera como los seres humanos buscan el sustento que necesitan. La realidad humana básica que hay detrás de esta actividad es el vínculo necesario del hombre con la naturaleza y con la sociedad, no la de individuos atomizados que compiten entre sí. La economía real es el proceso institucionalizado de interacción para satisfacer las necesidades materiales. Hay que señalar la importancia del trabajo y de la tierra, que sólo muy tardíamente aparecen como algo que se puede comprar. La economía esta insertada en la sociedad y sólo a partir del siglo XIX se entiende como algo separado.
Polanyi analiza el papel del comercio, del dinero y del mercado en lo que llama la sociedad primitiva y arcaica (a la que también podríamos llamar tradicional), es decir en las sociedades precapitalistas. Constata realidades muy diferentes a los tópicos que nos venden los ideólogos del capitalismo, como por ejemplo que el comercio exterior es anterior al interior y no la derivación natural de éste. Las diferentes funciones del dinero, una de las cuales es ser una forma de pago, no ha tenido históricamente esta sola función, cómo ocurre en el capitalismo. Tampoco los precios del mercado han fluctuado siempre entre la oferta y la demanda, ya que a veces han sido fijos. La realidad se resiste, en definitiva, a la ideología legitimadora y sólo una tergiversación histórica sistemática permite entender la historia económica tal cómo la presenta el liberalismo económico.
El debate sobre la economía socialista es uno de los más importantes y peor resueltos por la izquierda transformadora. Cómo ya han planteado teóricos imprescindibles de la izquierda radical el socialismo no es incompatible con el mercado sino con la lógica del capitalismo. Ésta, tal cómo nos ha enseñado Wallerstein, es la de acumulación de capital, que necesita el Estado para intervenir a su favor, aunque sea en contra del mercado. No tiene sentido plantear que el socialismo la defensa del Estado intervencionista y el capitalismo la defensa del Mercado libre: éste mal planteamiento conduce necesariamente a un callejón sin salida o a una mala solución, como históricamente hemos comprobado. En todo caso es mucho más rico y más valioso para la izquierda transformadora los análisis críticos y rigurosos como el de Polanyi que no las cantinelas de la izquierda dogmática.
La lectura de este libro es muy útil para entender la sociedad desde su aspecto económico y demuestra que cualquier lector interesado puede acceder a lo que algunos presentan interesadamente como modelos matemáticos sofisticados al alcance exclusivo de los supuestos expertos.


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